Parece un micrófono o un bolígrafo, pero es una brocha para blanquear

La política y la pintura se parecen en la forma que tienen de usar el blanco, un color que te engaña, se hace pasar por el emblema de lo puro, lo limpio, pero que frecuentemente sirve para esconder la suciedad y tomar la apariencia de lo inmaculado, lo nuevo. En España hay demasiada gente que se dedica a eso y tiene en la mano una brocha, aunque desde lejos pueda parecer un micrófono o un bolígrafo.

La ultraderecha se monta un festival, a ver si dando palmas atrae a los que se les están yendo de vuelta al Partido Popular, y entre los números de variedades que tuvo esa fiesta del PCE para fachas, hubo un desfile de disfraces con lo que ellos consideran las esencias de España, el país que querrían volver a destruir: toreros, reinas, conquistadores de América y hasta un Miguel de Cervantes que debe de estar removiéndose en la tumba: si pasan por Las Descalzas y oyen ruidos del más allá, es él. Una pregunta: ¿Se imagina alguien a los líderes de Vox leyendo el Quijote? Ojalá lo hicieran quienes toleran a estos extremistas de salón con nostalgia de las camisas azules de Falange, porque así se enterarían de que “el hacer bien a villanos es echar agua en la mar.”

En el sarao, también actuó un grupo que cantaba: “la izquierda que gobierna / se llama frente popular, / rodeados de revolucionarios, / pajilleros de sofá", “las feministas protestan / por una violación grupal, / hay diez más que investigar, / me da igual, son de Senegal" o "si eres gay y quieres ir a ver / el orgullo LGTB, / debes enseñar el carnet / de buen homosexual". Y de postre, que a este paso “vamos a volver al 36.” Para completar el aquelarre de andar por casa, los organizadores, entre ellos el condenado por el Tribunal Supremo por moroso, presumieron del apoyo de otro golpista, Donald Trump, investigado por promover un asalto al Capitolio que causó cinco muertos, y salió a escena un individuo para defender la libre venta de órganos humanos “porque es un mercado más.” Ni entrenando se hace mejor. ¿Tomará cartas en el asunto la justicia, que tan contundente fue en otros casos, como los de los raperos Valtónyc, huido, o Pablo Hásel, encarcelado? Será difícil, visto de qué pie cojea y dada la situación de bloqueo a que la tiene sometida el PP, quizá porque aún le esperan veintisiete veces los banquillos, de aquí a 2025, por otros tantos casos de corrupción. Va a ser eso.

¿Tomará cartas en el asunto la justicia, que tan contundente fue en otros casos, como los de los raperos Valtónyc, huido, o Pablo Hásel, encarcelado? Será difícil

Ese bloqueo dura ya cuatro años y ahora el jefe de los magistrados, Carlos Lesmes, dice que se va porque no quiere “ser cómplice de una situación inaceptable y que aborrece”; o sea, que lo ha sido durante todo este tiempo. Porque imaginar que es que hasta ahora no se había dado cuenta de lo que pasaba sería aún peor. Que aquí las vendas de la Justicia se hacen con telas de banderas lo cree la mayor parte de la población. Algo tan inexplicable como el mirar para otro lado en el caso del rey emérito o, mucho más grave aún, con respecto a lo ocurrido en las residencias geriátricas de Madrid, que no se va a investigar después de siete mil muertes en ellas y tras haberse recibido la orden del Gobierno de Díaz Ayuso de no llevar a las y los ancianos contagiados a los hospitales, resulta aterrador. 

Tras la renuncia de Lesmes, este lunes se reunieron durante más de tres horas en La Moncloa el presidente Pedro Sánchez y el número uno de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, que aseguró a la salida haber “avanzado para abordar la renovación conjunta del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional con un nuevo marco que profundice en criterios de independencia.” Eso sí, tras tirar la piedra escondió la mano: “Creo que este paso se podía haber dado mucho antes, y confío en que también será posible una reforma legal como pide la UE y lleva pidiendo meses el PP.” Hombre, dar un paso con los pies atados es un poco difícil.

Lo que trata de imponer Génova es que se cambie el sistema de elección de los vocales del Consejo y sean elegidos directamente por los jueces, y con esa coartada han incumplido la Constitución y la ley, que obligan a los partidos a renovar el Consejo General del Poder Judicial cada cinco años. Es decir, que primero se saltan las normas y luego se quieren cambiar. Pero la cuestión de fondo es por qué el PP quiere que esa modificación se produzca. Pues, evidentemente, porque están absolutamente convencidos de que la inmensa mayoría de los jueces son conservadores, votantes suyos, vaya. Y claro, si los jueces no son independientes, no hay democracia. Eso es de lo que estamos o deberíamos estar hablando.

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