¿Alguien recuerda la moción de censura de Vox?

"El señor Sánchez ha realizado un nuevo ataque a la Constitución al ultimar el asalto al poder judicial, liquidando los últimos vestigios de la separación de poderes en España y amenazando directamente los derechos y libertades de todos los españoles". Abascal pronunció estas palabras el 9 de diciembre de 2022, aunque las podría haber pronunciado en cualquier otro momento, ya que todas sus intervenciones parecen sacadas del molde de una inteligencia artificial de modesta capacidad que lleva repitiendo la misma idea en diferentes contextos con escaso éxito. Sin embargo, aquel 9 de diciembre añadió una pequeña novedad. A razón de lo malvado y dictador que es el señor Sánchez, Vox iba a plantear una moción de censura al Gobierno. Otra más. En octubre de 2020 lo intentaron por primera vez y salieron derrotados con el menor apoyo de la historia de la democracia a una moción de censura. Apenas 52 votos a favor frente a 298 en contra. Pero cuando un necio coge un camino el camino se acaba pero el necio sigue, y para rematar 2022, Vox decidió regalarnos a los españoles la promesa de una segunda moción de censura que se celebraría en enero. Todavía la estamos esperando.

Abascal, que supongo que todavía arrastraba el profundo cansancio que le supuso hacer su trabajo e interpretar el papel de candidato alternativo en 2020, apuntó que esta vez buscarían un candidato independiente para la moción de censura. El PP entonó un tierra trágame, se puso de perfil e intentó que nadie le relacionase con la enésima idea disparatada de Vox destinada a fracasar. Fue entonces cuando, como si se tratase de la escena de créditos de The Last of Us, aparecieron los muertos vivientes de la política española que Vox estaba barajando para ser “candidato independiente”. Se habló de la exlíder de UPyD Rosa Diez, del recién premiado tránsfuga Carlos García Adanero, del polémico exdiputado millonario de Ciudadanos Marcos de Quinto, de Joaquín Leguina, ahora que está enamorado de Ayuso e incluso de Cayetana Álvarez de Toledo. Candidatos independientes, imagino, por su independencia de cualquier tipo de prestigio público y su permanencia en el debate general como juguetes rotos de la derecha española. Y aun así, ninguno se atrevió a dar el paso. Supongo que la mayoría son conscientes de que para plantear una moción de censura tienes que tener al menos la intuición de que saldrás mejor de lo que entraste. Y en este caso solo existía la certeza de que iba a ser precisamente lo contrario.

Vox no solo perdió de manera aplastante una primera moción de censura en 2020, sino que dos años después se atrevió a anunciar una segunda para la que, finalmente, no consiguió ni un candidato que le pusiese voz

Y de esta manera tan humillante como en absoluto inesperada, pasó diciembre, pasó enero y nos plantó a las puertas de febrero sin que la anunciada inminente moción de censura llegase a ningún puerto. Eso sí, esta infecunda espera sirvió por lo menos para ilustrar a la perfección la ausencia total de proyecto e ideas de una ultraderecha cuya única razón de ser es la sobreactuación más impostada y la oposición por la oposición sin la capacidad de contraponerle un modelo de país medianamente atractivo ni adecuado para una España del siglo XXI. 

Vox no solo perdió de manera aplastante una primera moción de censura en 2020 sino que dos años después se atrevió a anunciar una segunda para la que, finalmente, no consiguió ni un candidato que le pusiese voz. Al final, lo único que nos queda claro es que las mociones de censura de Vox, como la historia de la humanidad, se producen primero como tragedia, después como farsa.

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