
IDEAS PROPIAS
No le pidas al amor propio lo que debería garantizar el Estado
Ayer pasaron cosas. Se celebraba el Día contra la Depresión. Es importante tener a mano los datos cuando hablamos de algo tan importante como la Salud Mental, datos que, por sí solos, acaban con cualquier estigma social contra la salud mental que pudiera quedar. En el 2023 cerca de 4.000 personas se suicidaron. Según el Informe Nacional de Salud de 2023, un 34% de la población española con tarjeta sanitaria sufre algún problema de salud mental, unas cifras que se agravan siempre en clave de género. Es cierto que a día de hoy no se saben las causas exactas que provocan la depresión, y son muchos los factores a tener en cuenta. Generalmente se habla de aspectos genéticos o de desequilibrios químicos en el cerebro. También se menciona con mucha frecuencia la relevancia de factores psicológicos, como el estrés o los traumas. Y no menos importantes son los factores sociales. Dentro de estos podemos encontrar factores tan variados como el desempleo, la falta de acceso a la sanidad o a la educación, la pertenencia a algún colectivo de mayor vulnerabilidad, la discriminación, como el racismo o el machismo, y por supuesto, el acceso a la vivienda. No tener casa es un factor determinante para nuestra salud mental. Supongo que esto es una obviedad, pero, y perdonen el populismo, a veces creo que a muchos políticos se les ha olvidado ya la angustia que supone esta situación para tanta gente en nuestro país. Sencillamente, no empatizan con ello porque no es su problema. Pero la situación es realmente grave.
Ayer también era el día a partir del cual, de media, todo lo que ganen el resto del mes las personas asalariadas que viven de alquiler en España, lo ganan directamente para los propietarios de esas viviendas. Este es un dato que da el Sindicato de Inquilinos cada mes. Apuntan desde el Sindicato que, una vez transcurrido el 38% del mes, todo lo que produzcamos se lo lleva nuestro casero. Pongamos el ejemplo de Madrid, ciudad en la que vivo. Hablando de medias, un piso de 60 metros cuadrados, teniendo presente que el precio de alquiler por metro cuadrado el año anterior fue de 18,8 euros, serían 1.128 euros al mes. El salario medio neto en Madrid, según el INE, es de unos 2.000 - 2.300 euros al mes, dependiendo de diversas circunstancias. Vamos a quedarnos con la media, 2.150 euros mes. Nos quedan unos 1.000 euros al mes, a los que habría que restarle unos 300 euros aproximadamente de facturas (suponiendo que la calefacción la encendamos lo justo), y que no tenemos ni coche, ni seguro ni nada parecido. Pongamos que sumamos otros 200 euros en comida, lo cual es bastante optimista, pues 50 euros a la semana en un supermercado a día de hoy no es precisamente una compra de productos frescos de primeras calidades. Pensemos en algún gasto mensual extra como Netflix, Spotify y el gimnasio y un par de imprevistos, como dentista o una avería de algo en casa, rápidamente nos quedamos con menos de 400 euros al mes para cosas como ocio, regalos de navidad, cuidado personal y ahorro. Pobre de ti como tengas que ir al fisio o cambiar las gafas. No quiero imaginar ya si a esta ecuación hay que añadir el cuidado de una persona mayor, menor de edad o dependiente, para la cual no llegan los servicios públicos de forma completa. No digamos ya si en vez de un artículo esto fuera la vida real. Un piso en Madrid por 1.150 euros de 60 metros es cosa del pasado.
No tener casa es un factor determinante para nuestra salud mental. Supongo que esto es una obviedad, pero a veces creo que a muchos políticos se les ha olvidado ya la angustia que supone esta situación para tanta gente
Lo peor de esa situación asfixiante en la que viven tantas personas en nuestro país es que no solo es insostenible sino que además es inestable e impredecible. En cualquier momento, por ejemplo, puedes recibir un email de tu casero diciéndote que no sé qué hija misteriosa suya va a vivir a esa casa, que necesita el piso y por tanto lo tienes que dejar. O si se te acaba el contrato tras los años que la ley obliga, la subida puede ser tan inasumible que simplemente tengas que marcharte. Puede que en España haya más trabajo que nunca, pero la sensación de poder perder la casa en cualquier momento es ya tan universal, que precariedad hoy para mucha gente significa pagar el alquiler a duras penas a final de mes, pero a costa de tu salud mental. El modelo económico de nuestro país hoy nos lleva a tener que elegir entre tener una casa o ir al psicólogo, al mismo tiempo que reproduce todo tipo de narrativas neoliberales como la de la meritocracia, la paguita o la histeria, para que no solo elijas pagar una cantidad ingente de dinero a tu casero, más de la mitad de lo que todos los meses produces de hecho, sino que además te sientas culpable por tener ansiedad por hacerlo.
Y he aquí la clave. Hoy el neoliberalismo no solo permite el rentismo y lo refuerza, sino que, además, para sostener esta forma de explotación, dispara en las direcciones necesarias para que pienses que si no eres capaz de ahorrar para comprarte una casa o de pagar la subida de tu alquiler es porque no estás haciendo lo suficiente. Vi un meme estos días en Instagram que decía que no le pidas a tu amor propio lo que el Estado debería garantizar. No te sientas mal por no poder pagar el alquiler, porque el derecho a la vivienda es una tarea para quienes nos gobiernan. Y aquí la última de las cuestiones que quiero comentar de las que pasaron este lunes. Los políticos han decidido que por fin toca hablar de vivienda. Nadie esperaba del líder del PP algo diferente a las viejas recetas de la derecha en esta materia, pero cuando escuché al presidente del Gobierno decir que el derecho a la vivienda debe ser el quinto pilar del Estado de Bienestar, por un momento me hice ilusiones. Imagina cómo sería tu vida si tener casa fuera tan accesible como ir a la escuela o al hospital. Tan automático como recibir una pensión cuando envejeces o al menos tan asumido ya como que si estás enfermo o en situación de dependencia, necesitas cuidados y que el Estado garantice tu autonomía. Pero lo cierto es que las medidas del Gobierno de coalición en materia de vivienda suenan a más de lo mismo de siempre. Promesas que, a la vista de los hechos, no valen nada, y que incluso de cumplirse no conseguirían cambiar en el medio plazo el hecho innegable de que cada vez es más difícil pagar el alquiler y no morir de ansiedad en el intento. Ninguna de las propuestas del Gobierno garantiza la universalidad en el acceso a la vivienda que se presupone para un derecho pilar del Estado de bienestar. Si para la sanidad tenemos el Sistema Nacional de Salud, lo mismo con el Sistema Educativo, la Seguridad Social o el Sistema de Dependencia (que con una mirada feminista debería haber crecido en un Sistema de Cuidados, pero esto ya para otro debate). ¿Para cuándo un sistema público de vivienda que garantice de forma universal este derecho por ejemplo con contratos de alquiler indefinidos o un parque público lo suficientemente grande? Veremos cómo de ambiciosa es esa empresa pública que tiene tanta tarea para el primer semestre del año. Dice el presidente que esta es la alternativa a las políticas nefastas de la derecha que nos llevaron a lo peor de la burbuja inmobiliaria, y de la cual Papá Estado nos tuvo que rescatar. Haría bien el Gobierno en mejorar su narrativa además de sus propuestas. El Estado no rescata, sino que sostiene. No nos da algo a pesar de nuestro mal comportamiento, sino que nos da lo que nos corresponde, porque es nuestro derecho, porque cumplimos con nuestras obligaciones y eso se llama Democracia.
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Ángela Rodríguez es exsecretaria de Estado de Igualdad.
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