Se celebra estos días la cumbre de la OTAN en La Haya en la que se debatirán las propuestas de aumento del gasto atravesadas por el incremento de la tensión en Oriente Medio y el ruido siempre presente de la guerra inacabada de Ucrania. Lo que Rutte quería que fuera una cumbre tranquila y sin grandes discrepancias en su ciudad natal no parece que vaya a lograrse.
Rutte y Trump llegan a esta cumbre con la propuesta de una subida del presupuesto sobre PIB para los Estados miembros de la OTAN del 5%, un gasto que ni siquiera alcanza el que lo está pidiendo, Washington. Se desagregaría en un 3,5% para gasto militar y un 1,5% para seguridad, ciberseguridad e inteligencia. Esta petición de incremento del gasto llega directamente de la Casa Blanca y no es nueva.
Ya en el mes de febrero de este mismo año, pocas semanas después de su toma de posesión Trump instó a los europeos a comprar más armas estadounidenses con el objetivo de fortalecer la OTAN. En la cumbre de ministros de Defensa de la OTAN, de hecho, vinculó la venta de armas con la política exterior. ¿Cómo? Bien sencillo, primero creas un relato y lo dejas caer, y eso hizo Pete Hegseth, secretario de Defensa, cuando dijo aquello de: “Estados Unidos no estará centrado principalmente en la seguridad de Europa”. Luego el portavoz de Seguridad, Brian Hughes, apuntaló: “El presidente Trump y su Administración están colaborando con nuestros aliados de la OTAN para garantizar que todos los miembros asuman su parte de la carga y cumplan con sus obligaciones en materia de gasto en Defensa”.
La idea es que, si los Estados europeos compran más equipos estadounidenses, mejorará la "interoperabilidad" entre los diferentes miembros de la OTAN. Y eso es lo que ha venido a “gestionar” a La Haya el secretario general de la OTAN: quiere asegurarse no sólo de que se incremente el gasto, sino de que ese incremento vaya a parar al complejo militar industrial estadounidense y no a otro como, por ejemplo, el coreano, ni mucho menos al desarrollo de las industrias europeas de defensa.
Con una amenaza rusa sobrevolando las cabezas de los líderes europeos y con un jefe, Trump, que va a La Haya a hacer caja es con lo que los 32 miembros de la OTAN afrontan esta cumbre
Y si a los anteriores pasos le añades una dosis importante de miedo y ansiedad, pues entonces ya tienes la receta perfecta. Así, Rutte recibe a sus invitados con unas declaraciones que no tienen desperdicio. “No fue difícil lograr que los miembros acordaran aumentar el gasto en defensa”. La razón, “la creciente amenaza rusa”, y eso que Trump “sigue absolutamente comprometido a apoyar la alianza”. Así, con una amenaza rusa –que no aparece más allá de Ucrania– sobrevolando las cabezas de los líderes europeos y con un jefe, Trump, que va a La Haya a hacer caja es con lo que los 32 miembros de la OTAN afrontan esta cumbre.
Pero no se equivoquen: esta reunión no va de autonomía estratégica; va de aplicar políticas de guerra neokeynesianas que permitan a los Estados recuperarse económicamente a través de la revitalización y modernización de infraestructuras e industria. Y lo van a hacer a costa del modelo social europeo.
Los alemanes, con Merz a la cabeza, acaban de anunciar que el presupuesto alemán para 2025 incluye financiación para 10.000 nuevos puestos militares y alrededor de 1.000 puestos civiles adicionales, según ha dicho el Ministerio de Defensa. "Invertiremos masivamente en la Bundeswehr", proclamó al llegar a la cumbre el ministro de Defensa, el socialista Boris Pistorius. Ya declaró en su momento Merz que quería que el ejército alemán fuera el más poderoso de Europa. En fin, sin palabras. Y, mano a mano, Macron y Merz firman una columna en el Financial Times titulada “Europa debe armarse en un mundo inestable”. No nos quejaremos de que no nos cuentan lo que quieren hacer.
Y todo ello con los avisos del Fondo Monetario Internacional y de la OCDE de que el déficit no puede crecer a costa del gasto militar, sino que tiene que hacerlo sobre la base del incremento de impuestos o del recorte de otras partidas… Justo lo contrario del plan propuesto por la inefable Von der Leyen.
Efectivamente, esta cumbre es un punto de inflexión en la OTAN. Es aquella en la que los Estados europeos renovarán sus votos de fidelidad ante EEUU, la potencia que mayor inestabilidad proyecta en este momento a nivel global. No importa cómo se ríen Rutte y Trump de los “bobos” europeos: “Europe is going to pay in a BIG way as they should” ("Europa va a pagar a lo grande, como debe ser"), se dicen uno al otro, al tiempo que el holandés felicita a Trump por su última e ilegal hazaña bélica, el bombardeo contra Irán. Y todavía habrá quien se pregunte dónde esta Europa. ¿Acaso existe tal cosa?
Se celebra estos días la cumbre de la OTAN en La Haya en la que se debatirán las propuestas de aumento del gasto atravesadas por el incremento de la tensión en Oriente Medio y el ruido siempre presente de la guerra inacabada de Ucrania. Lo que Rutte quería que fuera una cumbre tranquila y sin grandes discrepancias en su ciudad natal no parece que vaya a lograrse.