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Yolanda necesita algo más que a Yolanda

Si la figura de Yolanda Díaz tiene un gran potencial electoral es por una mezcla de tres cosas. Es un perfil simpático que no genera rechazo, ha desempeñado un trabajo palpable y ampliamente popular desde su responsabilidad de gobierno y no ha estado asociada a ninguna polémica grave que manche su currículum. Sin embargo, esos tres ingredientes tan importantes para ser un activo electoral al alza comienzan a oxidarse con cada día que pasa y conforme nos acercamos a las elecciones.

¿Cuál es el problema? Yolanda Díaz está demasiado sola. Sus discrepancias con Podemos son múltiples, notorias y cada vez más frecuentes. Y lo peor es que esa relación complicada no es fácilmente sustituible con alianzas parche en determinados territorios. Es evidente que Díaz se lleva bien con los Comunes en Cataluña, con Más Madrid en Madrid y con Compromís en la Comunidad Valenciana. Pero más allá de eso tiene poco o nada. Y esas fuerzas regionales tampoco son de Díaz, tan solo tienen una buena relación con ella.

Pero el problema va más allá: Yolanda Díaz no tiene portavoces. Solo tiene una lista de asesores y expertos (muy reconocidos y solventes) que la acompañan, pero a la hora de pronunciarse sobre cuestiones del día a día, que son las que en definitiva configuran un espacio político concreto, no tiene a nadie que ejerza de portavoz de su plataforma Sumar. Tan solo es ella la que puede hablar en nombre del proyecto. Ni siquiera en el Podemos más vertical y personalista que imprimía la cara de Pablo Iglesias en las papeletas había esa estrechez de portavocías. En aquellos tiempos del primer Podemos hablaba en nombre del proyecto Pablo Iglesias, pero también Íñigo Errejón, Carolina Bescansa, Juan Carlos Monedero y Miguel Urbán, entre muchos otros. Hoy en Sumar tan solo es Yolanda Díaz frente al mundo. Y delante tiene a un Podemos cada día más identitario y proclive a defender sus rasgos propios frente a los que pretenden intentar nuevas formas de organizar su espacio político.

Yolanda Díaz está en una complicada encrucijada política. Pero una encrucijada solucionable a través de una agenda que supone tres pasos básicos: normalizar relaciones con Podemos, designar portavoces de Sumar e implicarse en las elecciones de mayo

Estamos en febrero, todavía quedan cuatro meses para unas elecciones autonómicas y municipales en las que Díaz no participa. Tras ellas, en principio, sonará el disparo de salida de su proyecto. Pero Díaz corre muchos riesgos. Sobre todo porque depende, quiera o no, del resultado de Podemos en esas elecciones. Si Podemos obtiene un buen resultado y mantiene su participación en gobiernos autonómicos y una presencia modesta en parlamentos autonómicos y ayuntamientos, el partido morado tendrá suficiente capacidad como para negociar desde una posición de fuerza con Yolanda Díaz y no dejarse ningunear en la elaboración de listas para las elecciones de diciembre. Sin embargo, si el resultado de Podemos es mediocre, lejos de dejarse dominar por Sumar (como parece que algunos creen), las voces más identitarias del partido señalarán a Yolanda Díaz como la culpable del mal resultado por su indefinición y su ausencia de apoyo durante esas elecciones cruciales. En ese último escenario tal vez Podemos incluso encuentre más argumentos para una candidatura en solitario, lo cual destruiría sus expectativas electorales y también pincharía irremediablemente las de Sumar al mismo tiempo que alejaría la posibilidad de reeditar un gobierno de coalición progresista.

Yolanda Díaz está en una complicada encrucijada política. Pero una encrucijada solucionable a través de una agenda que supone tres pasos básicos: primero, normalizar relaciones con Podemos; segundo, designar portavoces y caras reconocibles de Sumar más allá de ella misma; tercero, implicarse en las elecciones de mayo con generosidad y de la manera menos parecida posible a como se hizo en Andalucía. Todo lo que no sea hacer esas tres cosas es abandonar el proyecto a una fortuna que tiene demasiados enemigos fuera y de la que depende que en España sigan gobernando las fuerzas progresistas.

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