España necesita inversión en investigación, pero más aún personas que sepan dirigir el sistema de I+D+i

Hace años, el escritor Manuel Vicent, notorio antitaurino, hacía un artículo anual contra la tauromaquia en un periódico nacional. Al cabo de los años, repitiendo argumentos, llego a titularlo así: “El artículo”. Tengo tentaciones de hacer lo mismo, después de tantos años denunciando el abandono de la ciencia y la tecnología en este país, con pequeños periodos de crecimiento que, al no tener continuidad, solo conseguían alimentar la supervivencia del sistema español de I+D+i. Este gobierno lleva siete años en el poder y desde el principio ha manifestado su voluntad de mejorar el sistema español de ciencia, tecnología e innovación. Las cifras de inversión nos han sacado del estado comatoso en que nos dejó el gobierno de Rajoy, pero no han conseguido dar el salto hacia delante esperado.

El sistema de control administrativo de la inversión que solo sirve para dificultar el trabajo de los investigadores, no para evitar la corrupción –como se ha demostrado varias veces a lo largo del último decenio– sigue enseñoreándose de la gestión de la ciencia. Esto, junto con el insuficiente aumento de la inversión, hace que nuestra situación no haya conseguido poner al país en la senda del desarrollo demandado en Europa, para poder competir en este mundo enfrentado entre bloques. Este año, aún sin presupuestos generales del Estado, la cifra de gasto prevista en I+D puro serán unos 12.600 millones de euros. De ellos, casi un veinte por ciento procede de fondos europeos.

Esto habla bien de la capacidad de captación del sistema y sus investigadores, pero también indica que muchos proyectos tienen un horizonte limitado de financiación. En un sistema que se va a ver influido por el incremento de los gastos de defensa, con una incidencia clara, no solo en las ciencias más duras, como electrónica, IA, fotónica, desarrollos de software, materiales innovadores, etc., sino también en otras ramas en las que España está bien situada en relación con los competidores europeos americanos y chinos, como la biotecnología sanitaria y alimentaria. ¿A alguien se le ha ocurrido pensar que, en una situación de guerra, afortunadamente todavía poco probable, la producción propia de alimentos es absolutamente estratégica? No existe ninguna planificación para ajustar el sistema a las necesidades cambiantes de Europa que trata de competir en el mercado científico internacional.

Vienen unos años en que la investigación y el desarrollo tecnológico van a ser la clave, no ya del desarrollo, sino de la supervivencia como país con autonomía estratégica

Cuando Estados Unidos maltrata a su sistema de ciencia, reduciendo la inversión, el Ministerio de Ciencia apenas habilita ¡treinta millones! para captar científicos que quieran retornar a Europa. Reino Unido y, sobre todo, Estados Unidos pudieron aprovecharse de la emigración científica europea en los años treinta del siglo XX, porque tenían unos sistemas académicos atractivos que se llevaron lo mejor de los científicos alemanes y del resto de los países continentales en aquella década. ¿Qué va a pasar con los posibles retornados? ¿Se les va a favorecer en su integración o van a tener que entrar en el sistema de banderías habitual para conseguir una plaza de “funcionario estable”? ¿Van a tener financiación asegurada a medio plazo? Nadie ha dicho nada desde los altos niveles ministeriales responsables. Como siempre, medidas puntuales sin ninguna idea de previsión a medio plazo.

No existe una planificación, ni siquiera orientativa, sobre temas prioritarios para el país en el futuro inmediato y con una visión temporal ni a cinco ni a diez años. Que nadie olvide que las áreas mejor desarrolladas ahora fueron diseñadas por un puñado de visionarios en la mitad de los años ochenta del siglo pasado y, gracias a eso, podemos competir en varias áreas científicas. La improvisación no sirve de nada. Otro ejemplo. El avance espectacular de la I+D en Barcelona de los últimos veinte años se ha debido a la planificación que hizo el excelente economista Andreu Más-Colell cuando estuvo en el poder en la Generalitat, primero como responsable de las universidades catalanas y luego como consejero de Educación, poniendo en marcha sistemas de captación estable de científicos y con el apoyo decidido a la ciencia de calidad. Un plan que se ha seguido durante años, lo que ha llevado a resultados extraordinarios. Hay que recordar aquí que hace treinta y cinco años España y China tenían niveles científicos similares.

Después de diversos planes quinquenales de desarrollo científico, con el envío de ingentes cantidades de científicos a EEUU que han retornado a su país, no podemos compararnos con ellos. Así, la planificación y la constancia en los objetivos son la única clave para mejorar nuestro sistema de I+D+i. Vienen unos años en que la investigación y el desarrollo tecnológico van a ser la clave, no ya del desarrollo, sino de la supervivencia como país con autonomía estratégica. Los responsables de la ciencia en España deberían estar dedicados al cien por cien a esta tarea de detección de áreas en las que podamos competir y en la captación de personal de excelencia para poner en marcha programas estratégicos. Desgraciadamente, no se sabe nada de ellos. Una información de qué están haciendo con el sistema de I+D+i en el Ministerio de Ciencia, además de ir a remolque de los acontecimientos, resulta inexcusable. Nos jugamos el futuro como país independiente.

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* Vicente Larraga, profesor de Investigación ad honorem del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y colaborador de la Fundación Alternativas.

Hace años, el escritor Manuel Vicent, notorio antitaurino, hacía un artículo anual contra la tauromaquia en un periódico nacional. Al cabo de los años, repitiendo argumentos, llego a titularlo así: “El artículo”. Tengo tentaciones de hacer lo mismo, después de tantos años denunciando el abandono de la ciencia y la tecnología en este país, con pequeños periodos de crecimiento que, al no tener continuidad, solo conseguían alimentar la supervivencia del sistema español de I+D+i. Este gobierno lleva siete años en el poder y desde el principio ha manifestado su voluntad de mejorar el sistema español de ciencia, tecnología e innovación. Las cifras de inversión nos han sacado del estado comatoso en que nos dejó el gobierno de Rajoy, pero no han conseguido dar el salto hacia delante esperado.

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