NOCHEVIEJA DESDE LA REDACCIÓN

Matronas, sanidad pública y ser mamá

Estoy escribiendo esto desde una cama de hospital, no puedo dormir, cada poro de mi piel derrocha adrenalina: hace unas horas que acaba de nacer mi primer hijo.

Creo, bueno no creo, sé que acabo de vivir la experiencia más brutal tanto a nivel físico como emocional de mi vida. Pero este camino no lo he hecho sola y quería aprovechar esta columna de despedida del año para agradecer su trabajo a los profesionales de la sanidad pública, en especial a las matronas. Porque todas las que me han acompañado a lo largo este camino no han hecho más que ponérmelo fácil mientras que a ellas el gobierno de la Comunidad de Madrid solo se lo pone más difícil con recortes en sus derechos.

“Han decidido que las matronas no somos de atención primaria como médicos, pediatras y enfermeras sino que nos han metido en el grupo de atención especifica con trabajadores sociales, fisioterapeutas y odontólogos”, comentaba la sanitaria en las clases de preparación al parto. “Me han bajado el sueldo, han pasado a pagarnos por tarjeta sanitaria, no incluyen en nuestras nóminas a los lactantes de 0 a 2 años. Según su tarifa solo tendríamos que ver a mujeres de 14 a 79 años”.

Estoy escribiendo esto desde una cama de hospital, no puedo dormir, cada poro de mi piel derrocha adrenalina: hace unas horas que acaba de nacer mi primer hijo.

Gracias por su empatía a las personas que me recibieron al llegar a urgencias.

Gracias a Esperanza, por enseñarnos a no tener miedo en las clases de preparación al parto y ver más allá de lo físico trabajando lo psicológico.

Gracias a Alberto, mi matrona en el parto, por guiarme, preguntarme, ayudarme y asistirme en cada paso desde que entré en el paritorio.

Gracias a todas las enfermeras del sector D de la cuarta planta de la maternidad de O'Donnell por su ayuda y cariño, aunque sea la décima vez del día en la que hemos apretado el timbre.

Y gracias también a las matronas de la quinta planta, por facilitarme la espera, que podría haber durado tres días, desde que crucé la puerta del ingreso.

Es la primera vez que escribo convertida en “mamá de”. No sé si siento más felicidad o vértigo porque posiblemente nunca vuelva a ser la de antes. Ahora soy muchas más cosas que se me han sumado y no solo han transformado mi físico, también lo han hecho con mi mente, mis habilidades cognitivas y mis prioridades.

A 2023 le pido asesoras de lactancia en la sanidad pública, psicólogos perinatales en la sanidad pública, fisioterapia pediátrica en la sanidad pública, especialistas en suelo pélvico en la sanidad pública, en definitiva: que los cuidados de la madre y el recién nacido estén cubiertos, independientemente de su poder adquisitivo. Y, para finalizar, también le pido al año nuevo que las y los matronas reciban el reconocimiento que se merecen porque sin ellos la vida se acabaría.

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