El historiador alemán Eberhard Jackel (1929-2017), miembro del Partido Socialdemócrata y experto en el nacionalsocialismo, dedicó gran parte de su actividad profesional al estudio, preocupado, de la incorporación a la historiografía germana de la Alemania nazi y de lo que significó el Holocausto.
En el libro Forever in the shadow of Hitler escribió: “El asesinato de los judíos es algo único porque jamás hasta entonces una nación, con su máximo dirigente al frente, había decidido y anunciado matar a un grupo concreto de seres humanos de la manera más completa, incluidos ancianos, mujeres, niños y bebés”.
Se llama limpieza étnica, genocidio. Son palabras que muchos se resisten a pronunciar, pero califican muy bien lo que acontece. Evidencian la sistemática inferiorización que grupos de poder, potencias, generalmente de raza blanca, llevan a cabo sobre poblaciones o grupos étnicos, generalmente no blancos, con la expresión manifestada u oculta de lograr su aniquilación. Palabras que los asesinos quisieran no existiesen en el vocabulario, términos que singularizan las mayores atrocidades que los seres humanos cometen contra otros a los que no consideran humanos. Parece imposible que tras los progresos y avances de la Ilustración y tras siglos de debates sobre la condición humana, la Alemania nazi asesinara a seis millones de judíos, hombres, mujeres y niños. ¿Cómo es posible que el famoso homo sapiens, tras siglos de supuesto aprendizaje, se comporte con tal brutalidad?
Raul Hilberg (1926-2007), historiador austriaco del Holocausto, cita estas palabras de Hans Frank, esbirro hitleriano devenido gobernador de la Polonia ocupada: “Caballeros: os exijo que desistáis de todos los sentimientos de simpatía. Tenemos que aniquilar a los judíos allá donde los hallemos”.
¿Cabe algún sentimiento de simpatía por parte de los soldados israelíes que están participando en las masacres, en la limpieza étnica, en el genocidio del pueblo palestino que está llevando a cabo el Israel de Benjamin Netanyahu?
Desde el horrendo asalto terrorista y asesinatos de Hamas el 7-10-23, Israel lleva a cabo una constante y desproporcionada campaña de aniquilación de la población palestina de la Franja de Gaza. Sus acciones parecen guiadas por el dios colérico, vengativo y cruel que recogen las versiones más antiguas de la Biblia. Bombardeos masivos por aire y tierra de las zonas densamente pobladas por civiles, incluidos campos de refugiados, en Gaza y ocasionalmente en Cisjordania. Bombardea las “zonas seguras”, decretadas por el propio Gobierno hebreo y ordenado que los palestinos se dirijan a las mismas. Ha asaltado y bombardeado centros de la UNRWA, la Agencia de la ONU encargada de ayudar a los refugiados. Atacado colegios y bombardeado y destruido o inhabilitado varios hospitales. Caso emblemático el del hospital Kamal Adwan. En diciembre de 2024, el ejército israelí forzó la evacuación de 400 pacientes civiles, incluidos los bebés en incubadoras. Significativamente, dañó el área femenina, los pabellones de maternidad y neonatales. ¿Menos mujeres, menos partos, menos nacimientos facilitan la vía hacia la limpieza étnica? Inhumanidad.
¿Será ésta la estrategia? Eliminar el sistema de ayuda alimentaria y médica que proporcionaban las Naciones Unidas, infligiendo sufrimientos indecibles mediante bombardeos, acorralamientos y desplazamientos forzosos. Asesinar, institucionalizar la hambruna. Inventar una imagen de supuesta humanidad facilitando mínimas dosis de ayudas a quienes sufren, sufrimiento producido por los facilitadores. Inhumanidad.
A partir de mayo de 2025 Israel prohibió todo tipo de ayuda humanitaria en la Gaza ocupada , hasta entonces provista -aunque continuamente bloqueada- por las Naciones Unidas. El 26 de mayo anunció que la ayuda sería proporcionada por una tal Fundación Humanitaria para Gaza, un tinglado privado israelo-norteamericano, principalmente financiado por contratistas evangelistas de EEUU y cuyo director es un líder evangélico cercano tanto a Trump como a Netanyahu. La mencionada Fundación ha instalado cuatro puntos de distribución alimentaria. La ONU tenía 400.
El ejército de Israel se halla desplegado en esos cuatro puntos. El diario israelí Haaretz es uno de los escasos medios que denuncian la barbarie que llevan a cabo Netanyahu y sus ministros ultraderechistas y casi diariamente evidencia sus patrañas. El pasado 27 de junio publicó un reportaje, con declaraciones de algunos soldados y oficiales presentes en alguno de esos cuatro puntos de distribución de ayuda, que reproduzco a continuación y que no necesitan de ulteriores comentarios (“It is a killing field. IDF soldiers ordered to shoot deliberately at unarmed Gazans waiting for humanitarian aid”, 27-6-2025). Ni que decir tiene que es comprensible que los genocidas intenten acabar con Haaretz.
Soldado entrevistado por Haaretz en uno de los puntos de distribución: “Según los días, entre uno y seis palestinos son matados diariamente. Quienes buscan ayuda son tratados como una fuerza hostil -no se dan medidas de control de multitudes, no gas para dispersar- solo fuego a discreción con todo lo imaginable: ametralladoras pesadas, lanzadores de granadas, morteros.” Con tal mortífero despliegue, apunto yo,¿ solo de uno a seis víctimas mortales?. Prosigue el soldado: “Los disparos paran, el centro abre y los palestinos se acercan. Nuestra forma de comunicarnos con ellos es el fuego de ametralladora. La pérdida de vidas humanas no significa nada. Ni siquiera es un incidente desafortunado. Todo esto se ha convertido en rutina. Sabes que no es justo. Sientes que no es justo y que los comandantes aquí tienen la ley en sus manos. Pero Gaza es un universo paralelo. La verdad es que la mayoría de nosotros ni siquiera piensa en ello. Se nos dice constantemente que en Gaza no existen los no combatientes y aparentemente ese mensaje ha calado en las tropas”.
Un oficial que se arriesga a hablar a Haaretz dice: “Disparar a los civiles no es consecuencia de una necesidad operativa o causada por un error de cálculo. Es producto de una ideología mantenida por la autoridad superior transmitida a las tropas como un plan operativo. Nadie se para a interrogarse por qué docenas de civiles, muchos de ellos niños, que buscan comida desesperadamente, son asesinados a diario”. Inhumanidad.
Cabe preguntarse cuántos ciudadanos de Israel, cuántos soldados de Israel, son partidarios de la lealtad acrítica. Cuántos serán capaces no solo de ser éticamente críticos y pasar a la acción
El 29-12-2023 Suráfrica, apoyada por numerosos Estados, presentó ante el Tribunal Internacional de Justicia una demanda contra Israel, acusándolo de violar la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio en la Franja de Gaza. Al día siguiente, Benjamin Netanyahu afirmó ante la prensa de su país que “el ejército de Israel es el más moral del mundo”. Hablando de moralidad, en junio de 1938, David Ben Gurion, que sería el primer jefe de Gobierno del Estado de Israel, sin el menor reparo, afirmó: “Estoy a favor del traslado forzoso de los palestinos. No veo nada inmoral en ello”. Eran los años en que un grupo de destacados dirigentes sionistas, todavía en la Palestina administrada por Gran Bretaña, urdían el plan de limpieza étnica para convertir al futuro Israel en un Estado puramente hebreo. Todo ello excelentemente documentado por Illan Pappé, uno de los más preclaros denominados nuevos historiadores judíos, en su obra La limpieza étnica de Palestina. Inhumanidad.
Más de una vez diversos diarios occidentales han resaltado la actuación de soldados israelíes filmando y grabando en el interior de viviendas semi destruidas por los bombardeos en la Franja. Mofándose de quienes, ahora muertos o huidos, habitaban moradas de por sí prácticamente inhabitables. Ridiculizando su cultura, sirviéndose de todo tipo de expresiones soeces para referirse a ellos. En fin, la crueldad como entretenimiento. Inhumanidad.
José Antonio Marina cita una frase de Rudolf Hess, número dos de Hitler, de un discurso pronunciado en junio de 1934: “El nacionalsocialismo de todos nosotros tiene sus raíces en la lealtad acrítica, en un sometimiento al Fuhrer que no se detiene en razones individuales y en la silenciosa ejecución de sus órdenes. Creemos que el Fuhrer obedece a una llamada superior para modelar la historia alemana. Esta creencia no admite críticas”.
Cabe preguntarse cuántos ciudadanos de Israel, cuántos soldados de Israel, son partidarios de esa lealtad acrítica. Cuántos serán capaces no solo de ser éticamente críticos y pasar a la acción contra quienes crecientemente conducen a Israel a realizar una inhumana limpieza étnica. Cuántos estarán dispuestos a critícamente oponerse al genocidio en marcha.
Porque, sin duda alguna, el genocidio está en marcha. Numerosas organizaciones no gubernamentales y diversos órganos de Naciones Unidas han facilitado suficientes evidencias de lo que se está cometiendo y en qué dirección se comete. La evidencia más concreta, palmaria y rigurosa la ha proporcionado Francesca Albanese, relatora especial de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en el territorio palestino ocupado desde 1967. En su Informe Anatomía de un genocidio. Recuerda que la Convención sobre el Genocidio entiende en su artículo 2 que tal crimen es “cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la idea de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: matanza de miembros del grupo; lesión grave a la integridad física o mental de los integrantes del grupo y sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial”.
Las condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial incluyen la hambruna, el desplazamiento forzoso del grupo, la destrucción de medios indispensables para su supervivencia, la reducción al mínimo de los servicios médicos esenciales, la privación de vivienda, educación e higiene.
El Informe Albanese concluye que Israel ha cometido al menos tres de los actos prohibidos por la Convención de Genocidio (algo que también nosotros hemos comprobado). Así, en el asalto a Gaza “hay evidencia directa de la intención genocida. Una retórica genocida pinta a toda la población palestina como el enemigo a eliminar. Altos funcionarios israelíes, incluidos el presidente y el primer ministro, han hecho declaraciones que evidencian la intención genocida (párrafo 50). “La violencia aniquiladora dirigida a las tropas supone una fuerte evidencia de incitación pública y directa a cometer genocidio. Décadas de discursos deshumanizando a los palestinos han construido la base para esa incitación" (párrafo 51).
Inmisericordemente y sin tapujos, Albanese prosigue: “Desde el 7 de octubre, la proliferación de manifestaciones incitando al genocidio también han involucrado a diversos sectores de la sociedad israelí, líderes religiosos, periodistas y distintos profesionales, incluidos médicos y comentaristas políticos” (párrafo 52). “Hay pruebas concretas de que estas manifestaciones han sido interiorizadas por las tropas [recordemos la mofa y mezquino desprecio de soldados israelíes en el interior de viviendas palestinas machacadas], tropas que se han referido en redes sociales a los palestinos como
Al director del genocidio en marcha, Benjamin Netanyahu, se le ha ocurrido la sui generis idea de proponer a Donald Trump, sin cuya complicidad y apoyo material y político no habría ya cien mil palestinos asesinados, candidato al premio Nobel de la Paz. No comment. Salvo que pienso que es Francesca Albanese quien debería recibir ese galardón. Por cierto, hace tiempo que el genocidio en marcha podría haber sido detenido si la Unión Europea, poniendo en práctica los principios y valores que constitucionalmente proclama, hubiera hecho frente a la barbarie diariamente cometida por un Estado con el que mantiene un acuerdo de asociación que exige el respeto a los derechos humanos. En abril de este año, a este respecto, publiqué en estas páginas un texto que titulé Esta no es mi Unión Europea. Para concluir estas líneas, con dolor y profunda tristeza, me sumo a la reflexión que hace semanas expresó Iñigo Domínguez, siempre de aguda pluma: “A la UE le ha llevado año y medio decidir que este cúmulo de crímenes de guerra es lo que es, pero luego ha concluido que no hará nada. En todo este teatro de la crueldad uno no puede esperar mucho de países que creen tener a Dios de su parte (Irán, Israel, Estados Unidos) y por eso pisotean la ley y la verdad. Pero es moralmente demoledor, y el fin del sueño europeo, que la UE, que no tiene a Dios detrás, que se sepa, sino los derechos y la democracia, calle y retroceda ante los bárbaros. En estos tiempos terribles solo los fanáticos son firmes en sus principios. Europa no dice la verdad, ni defiende la ley, pero lo peor es ver a Mark Rutte haciéndole la pelota a Trump. No he visto nunca una pandilla semejante de petimetres tan cobardes y serviles. Estos son ahora los auténticos valores europeos, más que los que se proclaman” (“La Europa de los cobardes y los pelotas”, El País, 29-5-2025).
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Emilio Menéndez del Valle es embajador de España.
El historiador alemán Eberhard Jackel (1929-2017), miembro del Partido Socialdemócrata y experto en el nacionalsocialismo, dedicó gran parte de su actividad profesional al estudio, preocupado, de la incorporación a la historiografía germana de la Alemania nazi y de lo que significó el Holocausto.