Kamala triunfa en Utah

La senadora demócrata Kamala Harris se enfrentó con una pantalla de plástico por medio y en terreno claramente hostil –Utah, el estado de los mormones– al vicepresidente Mike Pence en un duelo monopolizado por la crisis del covid-19. La cadena televisiva CNN –de tendencia liberal– publicó una encuesta demoledora al finalizar el debate: 59% de votantes daban ganadora a la demócrata –con nombre de diosa hindú– frente al 38% del candidato republicano. La noticia del positivo del presidente Donald Trump en coronavirus dio un súbito interés al encuentro. El debate entre los candidatos a la Vicepresidencia de EE.UU. habitualmente era un trámite anodino de escasa influencia en las elecciones. En esta campaña sin precedentes se ha convertido en un evento central ante la posibilidad de que Trump (74 años) o el candidato demócrata Joe Biden (77 años) tengan que ser sustituídos –por enfermedad o fallecimiento– antes de terminar su mandato si son electos. Toda la nación ha sufrido una conmoción ante el anuncio inesperado de la hospitalización durante tres días en un centro médico militar del presidente Trump, afectado por la epidemia que ya ha causado mas de 210.000 víctimas. A menos de un mes de la votación del 3 de noviembre, el eje motor del discurso de la Casa Blanca –apertura del país y retorno a la normalidad– ha sufrido un durísimo golpe al regresar a las portadas de los periódicos y las televisiones los dramáticos efectos de la epidemia tanto sobre las vidas como las economías de los estadounidenses.

En la muy conservadora Salt Lake City –capital de Utah, Estado donde los demócratas no ganan las presidenciales desde 1964– la afroamericana y mujer Kamala Harris era consciente de la necesidad de no cometer errores, en un momento en que las encuestas sitúan al Partido Demócrata a las puertas de la Casa Blanca. Por su parte, Mike Pence, un cristiano conservador de padres irlandeses y antiguo gobernador de Indiana, tenía que aprovechar el escenario para retratar a Kamala –de ascendencia hindú y jamaicana– como una peligrosa izquierdista.

Con más de una decena de puntos de desventaja en el promedio de encuestas emitidas por las cadenas de televisión nacionales –incluída la conservadora Fox– el Partido Republicano precisaba una victoria en Utah para iniciar la remontada. Sin embargo, la desastrosa imagen transmitida en el caótico debate entre Trump y Biden desaconsejaba el choque frontal a ambos candidatos. Los electores están profundamente molestos con la crispación e insultos cruzados que se vivieron en el debate presidencial. En este sentido los aspirantes a la Vicepresidencia de EE.UU. –tanto Harris como Pence– fueron firmes e incisivos en sus discursos pero se cuidaron mucho de mantener un tono de moderación en todas sus intervenciones. El vicepresidente Mike Pence se vio claramente desbordado en la primera parte del debate –monopolizada por el impacto del coronavirus– y solo levantó la cabeza en la segunda parte con algunas intervenciones sobre la supuesta debilidad del tándem Biden/Harris ante China o la intención demócrata de una reforma fiscal. Pero el mensaje y el mejor resumen del debate quedó definido por una sentencia lapidaria de Kamala "la respuesta al covid-19 de Trump es el mayor fracaso de un presidente en la historia de EE.UU.".

Susan Page, corresponsal del diario USA Today en la Casa Blanca, fue la encargada de moderar el encuentro y plantear diversas cuestiones a los candidatos. La primera pregunta fue -obviamente- sobre la epidemia del coronavirus y su impacto en EE.UU. a partir de ahi esta cuestión dominó en la práctica la hora y media exacta del encuentro. Toda la temática estuvo vinculada -directa o indirectamente- al covid-19 desde política exterior, donde Mike Pence culpo a China y a la OMS de ser responsables de la propagación del virus, hasta la economía en la cual Kamala Harris advirtió de una crisis prolongada y devastadora frente a la promesa de una rápida recuperación del vicepresidente Pence. El Obamacare fue otro de los puntos de conflicto: Harris advirtió que Trump acabaría con el programa de asistencia sanitaria universal y dejaría a los siete millones de infectados por la epidemia indefensos ante las aseguradoras médicas privadas. Este no es un tema baladí puesto que las llamadas "enfermedades preexistentes" habían sido utilizadas para denegar o encarecer los seguros médicos privados y han arruinado a cientos de miles de familias hasta la llegada del programa Obamacare. El mismo día del debate en Utah el presidente Trump prometía en los jardines de la Casa Blanca recién salido del hospital tratamientos gratuitos y una vacuna antes de fin de año como también afirmó su vicepresidente Pence a una pregunta de la moderadora. Sin embargo, la inquietud de la ciudadanía por el alza de la curva de contagios que ahora está castigando especialmente a los estados rurales –graneros de voto republicano– está colocando cada vez más rezagado al binomio Trump/Pence en los sondeos de opinión.

Los 750 dólares que el presidente Trump pagó de impuesto sobre la renta en 2017 y las acusaciones de "perdedores" que emitio contra los soldados estadounidenses caídos en Francia fueron otros de los momentos álgidos del duelo entre republicanos y demócratas. Kamala Harris –como pudo comprobar el vicepresidente Pence durante los 90 minutos del choque– es, además de senadora, una fiscal experimentada que se ha pasado, como ella recalcó una y otra vez, media vida combatiendo en tribunales a delincuentes y criminales. Los datos y cifras estremecedores con que definió los puntos débiles de la Presidencia Trump –catástrofe sanitaria, conflicto racial, recesión económica, elusión fiscal, etc– demostró que es una mujer preparada e informada. Al mismo tiempo, en ningún momento hubo ningún ataque personal y mucho menos insultos –"estúpido" o "payaso" fueron algunos de los calificativos en el último debate presidencial– contra su oponente republicano.

Kamala Harris, icono de la 'nueva América'

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Muchos ciudadanos vieron el debate para saber si en el caso de incapacidad o fallecimiento de un presidente Biden la senadora demócrata era apta para asumir el cargo. De hecho la campaña republicana ha girado desde su nominación a principios de agosto en la convención demócrata en presentarla como una amenaza para los valores tradicionales estadounidenses con una supuesta agenda oculta de corte socialista. La impresión general fue que Kamala –una centrista del Partido Demócrata alejada del ala izquierda de Bernie Sanders– sería una presidenta solvente y sobradamente capacitada para afrontar la responsabilidad de liderar EE.UU. si se diese el caso. Donald Trump, tras su nominación en agosto, la acusó (falsamente) de no cumplir los requisitos –por ser hija de inmigrantes– para ser candidata a la Vicepresidencia de EE.UU. al igual que en su día manifestó contra el presidente Barack Obama, el cual –según la extrema derecha y grupos supremacistas– habría nacido en Kenya. Esa táctica difamatoria fracasó en 2008 y 2012 contra el presidente Obama y parece que también fracasará en 2020 contra la candidata demócrata a la Vicepresidencia. El triunfo incontestable de Kamala Harris en el debate en Utah acerca un paso más al Partido Demócrata y a su candidato presidencial Joe Biden a la Casa Blanca.

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David Balsa es presidente de la Conferencia Eurocentroamericana.

La senadora demócrata Kamala Harris se enfrentó con una pantalla de plástico por medio y en terreno claramente hostil –Utah, el estado de los mormones– al vicepresidente Mike Pence en un duelo monopolizado por la crisis del covid-19. La cadena televisiva CNN –de tendencia liberal– publicó una encuesta demoledora al finalizar el debate: 59% de votantes daban ganadora a la demócrata –con nombre de diosa hindú– frente al 38% del candidato republicano. La noticia del positivo del presidente Donald Trump en coronavirus dio un súbito interés al encuentro. El debate entre los candidatos a la Vicepresidencia de EE.UU. habitualmente era un trámite anodino de escasa influencia en las elecciones. En esta campaña sin precedentes se ha convertido en un evento central ante la posibilidad de que Trump (74 años) o el candidato demócrata Joe Biden (77 años) tengan que ser sustituídos –por enfermedad o fallecimiento– antes de terminar su mandato si son electos. Toda la nación ha sufrido una conmoción ante el anuncio inesperado de la hospitalización durante tres días en un centro médico militar del presidente Trump, afectado por la epidemia que ya ha causado mas de 210.000 víctimas. A menos de un mes de la votación del 3 de noviembre, el eje motor del discurso de la Casa Blanca –apertura del país y retorno a la normalidad– ha sufrido un durísimo golpe al regresar a las portadas de los periódicos y las televisiones los dramáticos efectos de la epidemia tanto sobre las vidas como las economías de los estadounidenses.

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