Regeneración democrática

Ramon-Jordi Moles Plaza

La baja calidad de nuestra democracia empieza a avergonzar a algunos actores, aunque parece que no preocupe, aún, a una mayoría de ciudadanos. Los últimos acontecimientos podrían indicar que una parte del espectro político es víctima de conductas deleznables de la otra parte y, sin embargo, los hechos demuestran que no hay ningún actor libre de culpa: el conjunto de partidos políticos (de todos los colores) ha demostrado que son capaces de activar mecanismos ilegítimos cuando se trata de deslegitimar a sus “competidores” para salvaguardar comederos.

Tenemos un grave problema con la calidad de nuestra democracia como consecuencia principalmente de la colonización de nuestro sistema institucional (administraciones públicas, empresas públicas, parapúblicas y algunas privadas, sindicatos y patronales) por parte de las maquinarias de los partidos políticos, que se sirven de él para alimentar a cohortes de paniaguados a las que les va el sustento en el ejercicio profesional de la política. ¡Cuánta razón tenía Alejandro Nieto cuando advertía hace años contra este fenómeno!

Parece ahora que la regeneración democrática atañe sólo a la conducta de algunos políticos, a su lenguaje y a la “limpieza” de su juego. Nada más lejos de la realidad. Atañe a todos, más aún si las medidas a adoptar pueden afectar a un número no menor de ciudadanos, por ejemplo, a quienes ocupan puestos administrativos o electivos en el sector público o parapúblico al calor del modelo imperante. Siendo aquellas cuestiones imprescindibles, no son suficientes. De nada servirán si no se acompañan de una regeneración de las estructuras políticas, de un rediseño del modelo institucional y de un cambio a mejor en nuestra galaxia comunicativa.

La regeneración de las estructuras políticas para acabar con la profesionalización de la política que conduce de manera inexorable a la creación de grupos de interés, no necesariamente ideológicos, que patrimonializan la cosa pública en su beneficio. Para que pueda primar el interés público en la gestión pública debe hacerlo también en la esfera de los partidos políticos, sindicatos y patronales: listas electorales abiertas para acabar con la obediencia caciquil, un sistema retributivo de los cargos que no implique ningún tipo de ganancia ni de pérdida respecto de la situación retributiva anterior de estos, un sistema de distribución de escaños que respete la proporcionalidad del número de habitantes de cada circunscripción, una financiación de partidos, sindicatos y patronales que dependa de sus afiliados -no del presupuesto público-.

Señor presidente Sánchez: la regeneración democrática es un nuevo modelo de país, y para ello es preciso un gran acuerdo de Estado, no sólo un pacto para acabar con la guerra sucia

Un rediseño del modelo institucional acorde con los tiempos de hoy: una Constitución para mañana, no para ayer. Un Poder Ejecutivo que pase a ser un Servicio Público con unas Administraciones Públicas profesionalizadas, más ágiles y menos costosas, al servicio del ciudadano, que concentren el papel de la función pública en el ejercicio de autoridad y que para otras funciones sin ejercicio de autoridad se basen en la contratación laboral y mercantil para dotarse de profesionales con capacidades adecuadas a nuestros tiempos. Un Poder Judicial que pase a ser un Servicio Público de Justicia al servicio de las necesidades de la sociedad. Un Poder Legislativo que reformule el papel del Senado desde la pluralidad territorial del Estado, que requiere una relectura de este mucho menos centralista. Unas instituciones que realmente respondan y actúen bajo el principio de transparencia y del registro y control de intereses privados que puedan interferir o condicionar el interés público mediante oligopolios.

Una galaxia de medios de comunicación más independientes, menos subvencionados, donde no se confundan los panfletos redactados por inteligencia artificial con los medios, donde el anonimato de la opinión no pueda ocultar campañas difamatorias, y donde el control del capital o de la política sobre los medios no constituya la doctrina editorial de estos. Una sociedad vacunada frente a la post-verdad de Internet gracias a un sistema educativo eficiente, que aporte conocimiento a unos ciudadanos suficientemente críticos como para distinguir la verdad de la mentira y evitar actuar como palmeros de los manipuladores.

Señor presidente Sánchez: la regeneración democrática es un nuevo modelo de país, y para ello es preciso un gran acuerdo de Estado, no sólo un pacto para acabar con la guerra sucia. El interés general exige otra política, que tenga por objetivo mejorar la vida de nuestros conciudadanos, no la protección de los intereses particulares de algunos mediante el uso torticero de la cosa pública. La regeneración de la guerra sucia no es posible porque la guerra siempre es sucia.

 

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Ramon-Jordi Moles Plaza es jurista y analista.  

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