28A | Elecciones generales

26 años de debates en torno a crisis, corrupción y desempleo

Representantes de los principales partidos antes del debate electoral en TVE.

Hace exactamente 26 años todo el país permanecía expectante y con la vista puesta en el 6 de junio. Aquel día de 1993 se celebrarían en España elecciones generales para iniciar la V Legislatura. Los partidos calentaban motores en la carrera hacia la campaña electoral y las cadenas televisivas se proponían como espacio para un debate electoral entre los candidatos a gobernar el país. Hoy, con una nueva cita electoral a la vuelta de la esquina y la regulación de los debates en boca de todos, infoLibre repasa los cara a cara que se celebraron desde entonces.

  1993: el primer debate de la historia

En 1993, Felipe González y José María Aznar protagonizaron los primeros debates en un plató televisivo. El primero fue en Antena 3, el encuentro duró cerca de hora y media y el encargado de llevar la batuta fue Manuel Campo Vidal. Ambas formaciones, socialista y conservadora, "han decidido por primera vez en la historia que sus candidatos a la Presidencia discutan los problemas del país ante las cámaras de la televisión y además, de paso, ante los micrófonos de la radio española", introducía el periodista.

El debate lo abrió un asunto que, más de dos décadas después, retorna como una de las principales cuestiones que siguen marcando las líneas discursivas de los candidatos: el proyecto de país. "La idea de España global que tienen los dos candidatos, hacia dónde quieren conducir ustedes nuestro país", planteaba Campo Vidal. Y como respuesta, Aznar comenzaba tratando un asunto que, de nuevo, se demuestra cíclico: la crisis económica. El conservador hablaba de la incertidumbre de las personas desempleadas, la inestabilidad de quienes sí tenían un puesto de trabajo y las dificultades para llegar a fin de mes. Y se refería igualmente a "los jóvenes, hoy desorientados, desanimados, porque no encuentran un empleo, porque el precio de la vivienda es muy alto, o simplemente porque no tienen la motivación para abrirse un camino de futuro".

Por su parte, González traía a colación la necesidad de un "sistema de pensiones universal" que no estuviera limitado para las personas que hubieran cotizado. Y reivindicaba una "España abierta al mundo" y europea. Un proyecto, decía, "ilusionante" que debía pasar por encima de una crisis económica a la que el entonces presidente restaba peso.

El resultado fue, dicen los cronistas y analistas del momento, evidente: la balanza se inclinó en favor de los conservadores. Triunfo claro de Aznar en el primer debate, titulaba El País. El diario daba cuenta de que "el primer debate televisado entre los más cualificados aspirantes a la Presidencia del Gobierno" se había "saldado con una nítida victoria de José María Aznar sobre Felipe González". De acuerdo con un sondeo realizado por el propio medio, Aznar resultó más creíble (50%) que su oponente (26%) y para una mayoría del 50% fue el ganador del cara a cara, frente a un 21% de los espectadores que dio la victoria a González. En el año 2008, La Sexta emitió un reportaje analizando los primeros debates electorales, en el que el socialista José María Maravall reconocía que González "no había preparado en absoluto" el encuentro. Años después de su emisión, se reveló que el líder socialista había sido víctima de un accidente aéreo la noche anterior.

Pero González tuvo una segunda oportunidad. Fue ante las cámaras de Telecinco y el resultado apuntó un tanto en el marcador de los socialistas. Con Luis Mariñas como moderador, la disputa se libró apenas cinco días antes de los comicios. Y González salió victorioso. "Felipe González, candidato socialista, golpeó esta vez con fuerza en la indefinición que ha arropado a Aznar en sus dos comparecencias, y pareció desarmarle cuando expresó que el programa electoral del Partido Popular ni siquiera habla de las ayudas a los desempleados", resumía el diario El País.

Aquel encuentro, que superó las dos horas de duración, arrinconó un asunto que había sido emblema de la oposición: la corrupción. "La palabra Filesa no fue citada en ningún momento", recogía El País. La baza de González consistió en plantear un proyecto de Gobierno progresista alimentado con propuestas específicas de las que el líder conservador carecía. El entonces presidente del Ejecutivo prometió una renovación construida sobre la base de "hombres nuevos, mujeres nuevas" y personas "independientes".

Aquel debate dio la victoria al líder socialista y aquel éxito supuso, al menos en parte, el trampolín para reeditar su papel al frente del Gobierno. Esta vez, eso sí, sin el respaldo de la mayoría absoluta.

  2008: crisis, inmigración y unidad territorial

Hubo que esperar nada menos que quince años para volver a seguir un debate electoral en la pequeña pantalla. Fue entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Aquel año los dos principales candidatos a la Presidencia del Gobierno protagonizaron, de nuevo, dos debates televisivos y el primero de ellos pasó a la historia como el más visto de todos los tiempos.

Con una duración ligeramente inferior a las dos horas y bajo la gestión de Campo Vidal –esta vez emitido de forma simultánea en una veintena de cadenas–, el duelo se libró a menos de dos semanas de las elecciones que se celebrarían en marzo de aquel año. "Han pasado casi quince años desde aquellos cara a cara Felipe González-Aznar, y por fin recuperamos los ciudadanos la oportunidad de escuchar frente a frente a los candidatos de las dos formaciones políticas con mayor representación parlamentaria", decía el periodista, que por vez primera saludaba además a "los internautas".

La economía y el empleo coparon el primer gran bloque que abordaron los candidatos. Rajoy se esforzó por subrayar, en ese sentido, el encarecimiento de la vivienda y la subida de precios: "En los últimos tiempos han subido los precios, las hipotecas, la tasa de desempleo y hay muchos españoles que tienen dificultades para llegar a fin de mes y tienen que apretarse muy mucho el cinturón", decía. Un diagnóstico al que Zapatero respondía pidiendo "confianza" para poder pulir un proyecto "que está en pleno desarrollo". El entonces líder socialista se escudó especialmente en sus políticas sociales y apeló a la defensa de las mujeres a través de su "histórica Ley de Igualdad" o al blindaje de las ayudas a la dependencia a través de la norma estatal.

Rajoy, por su parte, puso el acento en otro asunto que regularmente sobrevuela los discursos de los líderes políticos. "Hay que poner orden y control en el fenómeno migratorio. Somos el segundo país del mundo a la hora de entrar ciudadanos extranjeros y no está controlado. Es una avalancha y usted no ha hecho más que complicar las cosas provocando un efecto llamada", lanzó el conservador. Aquel primer debate se zanjó con la recordada niña de Rajoy: "Yo quiero que la niña que nace en España tenga una familia y una vivienda y unos padres con trabajo", cerraba el gallego. Los sondeos televisivos otorgaron la victoria a Zapatero.

Recién estrenado el mes de marzo, ambos candidatos volvieron a enfrentarse, con la periodista Olga Viza al frente de la moderación. "Seis días para esas elecciones, estamos en la fase decisiva y ante el debate definitivo", presentaba Viza, quien aseguraba que "la expectación" era "indudable". Comenzaba el debate una vez más con la ya tradicional pregunta respecto a la "idea de país" que defendía cada uno de los dos candidatos. Con las zarpas de una crisis económica que comenzaba a amenazar a los ciudadanos, Zapatero prometía construir un "país que debe continuar creciendo económicamente" y que "juntos empresarios, sindicatos y Gobierno podrán superar" para crear "dos millones de empleos en los próximos cuatro años, la mitad de ellos para mujeres".

La ofensiva de Rajoy giró en torno a la subida de precios y su receta se basó en la "bajadas de impuestos", concretamente el IRPF y el Impuesto de Sociedades. De nuevo, el conservador aseguró que, consecuencia de las políticas frente a la inmigración, "los derechos de muchos españoles se ven perjudicados, por tanto hay que poner orden y control para que no se perjudiquen sus derechos sociales". El entonces líder conservador introducía además un tema de plena actualidad: "Se nos dice que España está más unida y cohesionada que nunca, pero tenemos un referéndum de separación convocado para este año y tenemos uno anunciado para el futuro". La semilla del debate secesionista se gestaba en Euskadi y no en Cataluña.

Una vez más, Zapatero volvía a ganarse la confianza de los espectadores. Según una encuesta de Sigma Dos para El Mundo, el 49% de los encuestados le otorgaron el triunfo, frente al 40,2% que se inclinaba por Rajoy. El socialista iniciaba su segundo mandato tras las elecciones de 2008.

  2011: recetas contra la crisis

De cara a unas elecciones que se precipitaron a noviembre de 2011 y con, una vez más, Campo Vidal en el centro, Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba protagonizaron el quinto debate televisado de la historia, que duró cerca de dos horas.

Rajoy tenía todos los elementos a su favor para realizar una ofensiva y así lo hizo. "Estamos hoy aquí porque el Gobierno se ha visto obligado a adelantar las elecciones", comenzaba y añadía que "la situación ha llegado a un extremo insostenible y hay que ponerle remedio". Una situación, relataba el conservador, que ha dejado a "cinco millones de personas en España que no pueden trabajar", producto de las "deudas acumuladas y el daño que ha sufrido la economía". Pero, agregaba, "sobre todo se ha hecho insostenible porque el Gobierno no es capaz de corregir la situación".

Rubalcaba reconocía lo complejo de esa situación y asumía el reto de repararla. "España está sufriendo una crisis profunda –afirmaba–, son millones los españoles que han perdido sus puestos de trabajo después de la crisis que se inició en EEUU hace ya casi tres años". Para el socialista, el escenario exigía "nueva medidas", de manera que su compromiso pasaba por tres pilares: un acuerdo para el empleo, una reorientación de la economía y la garantía de la seguridad de los españoles en cuanto a servicios básicos –sanidad, pensiones, educación y protección al desempleo–.

Como no podía ser de otra manera, la crisis económica monopolizó el combate entre candidatos. El socialista la afrontó a través de nuevas propuestas, mientras que el conservador arremetió fundamentalmente contra un Gobierno incapaz de encarar los problemas económicos que asolaban a la sociedad española. Rajoy reprochó a Rubalcaba no haber aplicado las medidas que ahora detallaba durante el mandato socialista, mientras que Rubalcaba cuestionó la falta de planteamientos relativos a cuestiones clave como la sanidad pública en el programa del PP.

El balance final dibujó una victoria para el candidato conservador, que según una encuesta de Metroscopia para El País, superó a su rival por la mínima. El líder de la oposición logró el apoyo del 46% de los encuestados, frente a un 41% que apostó por el candidato socialista. Esa victoria televisiva se proyectó poco después en las urnas, llevando a Mariano Rajoy a la Moncloa con mayoría absoluta.

  2015: el multipartidismo entra en juego

El 7 de diciembre de 2015 se producía una escena atípica. Lejos quedaban los debates a dos entre los principales candidatos. Por primera vez, el debate electoral reservaba cuatro atriles para los cuatro principales partidos: PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos.

No fue la única novedad. También por vez primera una mujer participaba en el debate, pero no como candidata. Soraya Sáenz de Santamaría acudió en representación del PP al duelo contra Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Albert Rivera. El tiempo del candidato conservador, Mariano Rajoy, no era "de chicle", justificó el que fuera vicesecretario de comunicación del PP, Pablo Casado. Fue bautizado como 7D: El debate decisivo, y tuvo lugar en el estudio de Atresmedia. Sus cadenas, de televisión y de radio, emitieron simultáneamente el programa presentado por Vicente Vallés y Ana Pastor.

Pero no fue el único debate electoral previo a los comicios del 20 de diciembre: el formato tradicional flaqueaba pero no moría. El 15 de diciembre se emitió un cara a cara, con la moderación de Manuel Campo Vidal, entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, en la televisión pública.

El socialista hizo entonces de la corrupción el eje de la batalla. "El presidente del Gobierno tiene que ser una persona decente. Y usted no lo ha sido", lanzaba Sánchez. La grave sentencia del entonces líder de la oposición había venido precedida de un enorme listado de acusaciones: los mensajes con Bárcenas, la polémica de María Dolores de Cospedal con el despido "en diferido" del extesorero del partido, los pagos en B para las obras de la sede nacional del PP, unas vacaciones pagadas por Francisco Correa –el cabecilla de la trama Gürtel–, la destrucción del disco duro del ordenador...

Ante tal galería de reproches, la salida de Rajoy fue la de acusar a su oponente, el único candidato al que se ha querido enfrentar en un plató, de ser "ruin, mezquino y deleznable".

  2016: fin del cara a cara

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Con la imposibilidad de formar Gobierno, las elecciones de diciembre de 2015 cayeron en saco roto y junio fue el mes elegido para repetirlas al año siguiente. Por primera vez, no hubo cara a cara. Al menos, no tal y como se había dado durante la campaña electoral de otras elecciones generales. Sólo se emitió un debate a dos, pero no enfrentó a los candidatos del PP y del PSOE y no se produjo durante los quince días previos a la celebración de los comicios. Tuvo lugar el 5 de junio y enfrentó en el programa Salvados, de Jordi Évole, al líder de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, y al presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. Dos candidatos a la Moncloa que, más tarde, volverían a encontrarse.

Lo hicieron el día 13 de junio en un debate organizado por Atresmedia, Mediaset y, en esta ocasión, también RTVE. Lo presentaron, también, tres periodistas: Ana Blanco, Vicente Vallés y Pedro Piqueras. Y esta vez sí participó el candidato a la Presidencia de los conservadores, Mariano Rajoy, quien además rechazó rotundamente someterse a un cara a cara con el líder de los socialistas. Según argumentaron, el formato clásico ya no tenía sentido. Uno con varios candidatos, en cambio, reflejaba mejor la pluralidad parlamentaria. En el debate participaron los candidatos de las cuatro principales fuerzas políticas: Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera. Los pactos postelectorales y la corrupción del PP protagonizaron el encuentro.

Fue este el punto final de un formato tradicional que se abría paso en la televisión hace ahora 26 años. Y aunque el modelo evoluciona, persisten los asuntos predilectos: corrupción, empleo, crisis económica o inmigración son algunas de las cuestiones que cada cuatro años entran por las pantallas de los ciudadanos en forma de batalla dialéctica.

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