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Cambio climático

El clima podría decidir la cancillería en Alemania con los verdes y liberales a años luz

La copresidenta del Partido Verde y candidata a las elecciones federales, Annalena Baerbock, y el colíder del Partido Verde alemán, Robert Habeck, este lunes en Berlín.

Los resultados de las elecciones en Alemania ofrecen, en principio, dos posibilidades para formar Gobierno. Una, la llamada coalición semáforo, por los colores de los partidos que la formarían: rojo (los socialdemócratas del SPD, ganadores), verde (Die Grünen, la opción ambientalista) y el amarillo de los liberales del FDP. Otra, la coalición Jamaica, cambiando el rojo por el negro conservador de la CDU y la CSU. Lo que parece claro es que tanto verdes como liberales formarán parte de la opción ganadora, a no ser que se imponga una gran coalición que, por ahora, parece poco probable. De hecho, ambas formaciones han empezado a negociar por su cuenta.

No son tan irreconciliables como podría pensarse desde España, con otra cultura política, pero sí que cuentan con diferencias cuya resolución podría marcar el futuro del país germano en cuanto a su acción climática: ¿inyección de dinero público para la transición ecológica o business as usual, confiando en la magia del mercado para resolver el problema? Los ecologistas de todo el mundo, dada la influencia de Alemania en la Unión Europea y el Norte Global en general, esperan con interés el acuerdo final y celebran la mejora de los resultados de Los Verdes, aunque muy por debajo de las expectativas que ofrecieron los sondeos. Los más radicales, habida cuenta de la trayectoria ambigua de Die Grünen, no esperan milagros. 

Los Verdes alemanes proponen una inyección de dinero público de hasta 50.000 millones de euros cada año para paliar la crisis climática. La cifra es mucho mayor que los 8.000 millones de euros que el actual Gobierno alemán, ya en funciones, anunció que invertiría en junio de 2021 para reforzar su compromiso medioambiental. Las inundaciones sufridas un mes después, en julio, pusieron el cambio climático en la agenda y en el debate electoral con un protagonismo sorprendente: el medioambiente suele quedar relegado cuando la batalla política se encarniza. El 46% de los alemanes cree que el cambio climático es el tema más importante del que se debe encargar el futuro Gobierno. 

"Lanzaremos un programa inmediato de protección climática que iniciará inmediatamente medidas efectivas en todos los sectores, eliminará los obstáculos existentes para la expansión de las energías renovables e implementará oportunidades obvias de ahorro. Revisaremos la ley de cambio climático, muy inadecuada y elevaremos el objetivo climático alemán para 2030 al menos al 70%", promete Die Grünen en su programa para las elecciones del pasado domingo. La formación propone instalar 1,5 millones de techos solares en un país con una generación fotovoltaica muy distribuida, a diferencia de España, donde los grandes parques solares siguen en manos de grandes eléctricas y el autoconsumo aún espera el despegue.

También defienden cambiar el sistema energético, y poner fin en 2030 a los vehículos emisores y al carbón. Los combustibles fósiles son un asunto delicado en Alemania; con el 14% de generación eléctrica procedente de las centrales térmicas, tanto el sucísimo carbón como el gas natural siguen siendo protagonistas en el mix germano tras el cierre nuclear promovido a partir de 2011 tras la histeria generada por el accidente de Fukushima. 

No hay ninguna medida que no pueda caber en un Gobierno clásicamente socialdemócrata. Aun así, Los Verdes son conscientes de que su programa puede generar miedo y ser percibido como demasiado radical, y la transversalidad con la que optaron a la Cancillería dependía de unos votantes conservadores con ganas de abandonar la CDU. "El cambio crea estabilidad", defiende la formación, no incertidumbre: "y conduce a lo mejor: una prosperidad respetuosa con el clima, como base para un futuro digno de ser vivido". 

Esas son las ideas que quieren poner sobre la mesa del futuro Ejecutivo germano. Saben gobernar (ya lo hacen en varios länders y ya lo hicieron a nivel federal) y quieren gobernar. Pero el primer escollo no se ha hecho esperar: los liberales de FDP, referencia para Ciudadanos por su modelo económico –y por bascular continuamente entre el progresismo en lo social y el conservadurismo–, no quieren hablar de más gasto público. Tampoco en el clima, un ámbito en el que el consenso llama a más y mejor iniciativa estatal. 

"Queremos un país al que le gusten más los inventos que las prohibiciones. Solo así podremos combatir eficazmente el cambio climático. Deseamos un reinicio de la política climática con objetivos claros, más compromiso y, al mismo tiempo, una mayor disposición a solucionar los problemas tecnológicos para reducir las emisiones de CO2", se puede leer en su programa, que deja poco espacio a la interpretación. Acto seguido hacen una loa a la "sostenibilidad", pero no a la ambiental, sino a la de las pensiones. 

Curiosamente, Die Grünen y FDP coinciden en la pertinencia de una medida climática: la creación de una renta para repartir el dinero resultante del mercado de emisiones de CO2 entre todos los ciudadanos para paliar los impactos de la transición ecológica entre los más vulnerables. Una propuesta que también recoge Más País en España y que gana adeptos tanto entre los ecologistas como en los defensores del libre mercado en otras partes del mundo, como se analiza aquí. Unos, porque temen la impopularidad de una transformación dura que afecte el modo de vida de la mayoría; otros, encantados de que un impuesto se destine al capital de las clases medias, en vez de extraerles renta. 

La temida equidistancia verde

Es evidente que Los Verdes prefieren hacer canciller al socialdemócrata Olaf Scholz, actual vicepresidente y ministro de Finanzas. Muchos analistas climáticos lo dan por hecho, celebrando que el candidato del SPD también cuente con un programa expansionista de vertebrar un "proyecto industrial climático" para hacer la transición sin lastrar el crecimiento. E incluso consideran que, sea cual sea la coalición resultante, la ambición contra el calentamiento global del país dará un paso adelante, dada la importancia que ha disfrutado el tema en el debate.

"Todos los partidos principales prometieron una política climática más ambiciosa durante la campaña: reducir las emisiones en dos tercios para 2030 y alcanzar la neutralidad climática para 2045, acelerar masivamente el despliegue de energías renovables y hacer la parte que le corresponde a Alemania para mantener el límite de 1,5 °C. Sea quien sea el próximo gobierno de coalición, los votantes y la sociedad civil les exigirán que cumplan estas promesas", considera el director de Política de la ONG Germanwatch, Christoph Bals. Según el observatorio Climate Action Tracker, las promesas climáticas del país a corto y medio plazo aún son insuficientes para cumplir con el Acuerdo de París, como las de casi todo el mundo desarrollado en términos industriales.  

Sin embargo, la posibilidad de un Gobierno resultante más moderado con respecto a la acción climática que lo que esperan los ecologistas más comprometidos es real. En primer lugar, por las tensiones ya analizadas que provocará un acuerdo con los liberales que no quieren ni oír hablar de más dinero público. En segundo lugar, por las tensiones propias de la negociación con el SPD, la opción más probable. Scholz quiere desprenderse del carbón en 2038: Los Verdes, en 2030. Ocho años son muchos años, dada la urgencia. Y en tercer lugar, porque no se puede descartar aún una coalición Jamaica. Die Grünen no ha puesto ninguna línea roja a los conservadores: sería extraño, dado que ya gobiernan con ellos en varios Ejecutivos regionales y porque los sondeos, a falta de datos definitivos, apuntan que exvotantes de CDU y CSU han propiciado la subida verde del 8% al 15%. 

"Es obvio que dejan todas las puertas abiertas", asegura el diputado de Más Madrid y coautor de Qué hacer en caso de incendio, Héctor Tejero, que añade que "no es una cosa incomprensible". Para Tejero, una de las cabezas pensantes principales de Más País a nivel climático, no es un problema que su formación tenga de referencia a unos verdes alemanes abiertos a pactar con los conservadores. "La derecha alemana no es la derecha española. Está todo menos polarizado". Interpreta que, para Die Grünen, la posibilidad de ser palanca de cambio en las políticas públicas pesa más que las lealtades ideológicas. 

Esa intención de influir a derecha y a izquierda, sin vetos hacia los dos principales partidos, ha traído no pocos sinsabores a Los Verdes. Su participación en Gobiernos de clara tendencia liberal en décadas posteriores provocó la salida del partido de los militantes más escorados hacia el progresismo. Y sus figuras siempre se han mantenido en la ambivalencia, una estrategia común a otras formaciones ecologistas de Europa: tan pronto aseguran que no tienen miedo "a liderar el centroizquierda" como declaran que el cambio climático no es ni de izquierdas ni de derechas. 

"No lo hagáis", piden columnistas a Los Verdes en la prensa progresista alemana. Advierte el periodista Stefan Kuzmany: a pesar de los trasvases de voto, "la mayoría de la base verde está mucho más ligada a los viejos ideales del partido", más izquierdistas, "que la dirección del partido" que mira hacia todos lados. "Solo el 15% de los partidarios de los Verdes considera deseable una coalición con la CDU y el FDP". 

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¿Es esto un 'Green New Deal'?

La propuesta de Los Verdes de incrementar la inversión climática en 50.000 millones de euros al año entronca con la política ambiental imperante tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos, bajo el mandato de Joe Biden: más dinero para ejecutar una transformación que, sin tocar los cimientos del sistema económico, palie la crisis climática y genere puestos de trabajo de calidad. En el país norteamericano, el ala progresista del partido demócrata ha acuñado el término Green New Deal para defender un paquete de medidas que conjugue el crecimiento con la justicia social. Pero, como todo concepto político que se populariza, sus connotaciones se diluyen: lo mismo lo reivindica la presidenta de la Comisión Europea para proponer objetivos insuficientes con el Acuerdo de París como lo abandera el Sunrise Movement estadounidense, que apuesta por la desobediencia civil.

"El Green New Deal es un conjunto de políticas ambiciosas que cuentan con dinero público, pero no solo. Lo público guía y lo privado acompaña. Es un horizonte en el que se pone la justicia social por delante y un horizonte de transformación a largo plazo, no solo una transición técnica" de cambiar carbón por renovables y coche diésel por eléctrico, reivindica Tejero. A su juicio, el programa de Los Verdes alemanes cuenta con esas características. Está por ver si logran hacerlas realidad: a partir de este lunes, las negociaciones dirimirán no solo el futuro del país, sino el de la Unión Europea y el de la acción climática global. 

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