Cambio climático

Un estudio internacional constata que el plan de España para combatir el cambio climático es el mejor de la UE

El presidente, Pedro Sánchez, posa junto a ministras de su gabinete en la presentación del Marco de Energía y Clima.

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima que España remitió a la Unión Europea en febrero de este año es el mejor y el más ambicioso de todos los planes que cada Estado miembro ha remitido a Bruselas, aunque aprueba por los pelos. Así lo asegura un grupo de investigadores europeos que, bajo el mando de la European Climate Foundation, han examinado en un informe publicado este jueves los compromisos en cuanto a la lucha contra el cambio climático de todos los países del club comunitario, y los de España son los únicos que obtienen el aprobado (52,4 sobre 100). Los segundos en el ranking, Francia, suspenden con 46.9 puntos.  Los expertos, así, dan un espaldarazo al Ministerio para la Transición Ecológica, comandado ahora en funciones por Teresa Ribera, aunque advierten: hay mucho (más) que hacer.

El detallado informe basa su análisis en tres ámbitos a medir: los objetivos (de reducción de emisiones y de implantación de energías renovables, principalmente), las políticas y el grado de detalle de esas políticas para alcanzar las metas, y la calidad y el carácter inclusivo del proceso de redacción. Todos los países de la Unión Europea estaban obligados a remitir a la Comisión Europea estos planes aquí analizados, por lo que se trata de documentos con los que se puede comparar, de manera fácil, el grado de ambición de cada Estado. Y España, pese a ser el país que más tarde entregó los deberes, sale ganando en comparación con sus vecinos. Paradójicamente, la mayor crítica del estudio al Plan de Energía y Clima español es que se ha entregado con mucho retraso: aunque, con claroscuros, la espera mereció la pena.

El análisis comienza elogiando a España por sus objetivos de reducción de emisiones de cara a 2030 para los sectores que están a su control: los que no dependen del mercado de emisiones. Es decir, todo lo que no es gran industria: la calefacción de los edificios, la agricultura o el transporte. El compromiso del Ejecutivo de Sánchez, de reducción de 37 puntos porcentuales de estos gases de efecto invernadero dentro de una década, es el segundo más ambicioso de la UE: solo por detrás del de Luxemburgo. Ambos países, junto a Suecia, son los únicos que se han atrevido a establecer reducciones más allá de las obligatorias por mandato de Bruselas: para los expertos, se trata de "un ejemplo de buenas y positivas prácticas que puede ser utilizado como aprendizaje por el resto de Estados miembro".

El informe valora, también, que el país se ponga un objetivo nacional de reducción de emisiones para 2050, aunque advierte: las metas de 2030 no son coherentes con las de mitad de siglo. Hay que esforzarse más. En cuanto a los objetivos de implantación de energías renovables, de un 20% de energía total de procedencia renovable para 2020 y un 42% en el 2030, España saca la segunda mejor nota, solo por debajo de Estonia. El único apartado en el que el país no puntúa es en el relativo a los objetivos de eficiencia energética para 2030: el Plan de Energía y Clima no los contempla.

 

Resultados de España en el test de la European Climate Foundation.

En el ámbito energético es donde España se lleva los mayores elogios, pero también algunas críticas. La apuesta por las energías limpias es una de las banderas del Ejecutivo socialista de Sánchez, y el sector de las renovables está a las puertas de un boom histórico. El análisis de los investigadores europeos señala que no solo los objetivos de España en este ámbito son prometedores, sino que las políticas para llegar a ellos son coherentes con la ambición. En general, el estudio alaba la cantidad de "detalles" del plan español sobre sus políticas existentes y sobre las futuras, y señala que es uno de los pocos países que ha detallado las "necesidades financieras y de inversión" para su descarbonización.

Sin embargo, uno de los puntos en el que flaquea el plan del Gobierno de Sánchez es en el relativo al carbón. Dentro de las políticas para cumplir los objetivos, la mayoría de países puntúa en lo relativo al calendario para poner fin a la sucísima generación de electricidad con este combustible, estableciendo una fecha para la clausura de todas las centrales. Sin embargo, el gabinete de Ribera se ha negado a calendarizarlo: confía en que la mayoría de las instalaciones, apuradas por las exigencias de las directivas anticontaminación y el precio del CO2, acabarán clausurando motu proprio. Este laissez faire le cuesta a España no puntuar en este punto del particular examen.

Aprobado, aunque sin sobresaliente

Por ahora, España encabeza una clasificación deshonrosa, en general, para la Unión Europea, dado que 27 de los 28 países suspenden el test. Francia, Grecia y Suecia lideran junto a nuestro país la clasificación. El plan del Gobierno de Sánchez, según el análisis, es muy superior a vecinos como Portugal (30.3 puntos sobre 100) e Italia (26.9), y aún mejor que los de grandes potencias como Reino Unido (21.1) o Alemania, atascada ante el fin del carbón (12,5 puntos, el tercero por la cola).

"Esta evaluación concluye que, si bien los proyectos de planes climáticos nacionales indican que los países están tomando medidas para actuar en el ámbito del clima de aquí a 2030, todavía no están a la altura de las ambiciones establecidas por los legisladores de la UE y el Acuerdo de París", aseguran desde la European Climate Foundation. Hay margen para el cambio de rumbo, ya que los Países miembro tienen hasta final de año para revisar sus planes y adoptar las recomendaciones de la Comisión Europea.

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Una de las investigadoras que ha contribuido al informe es Lara Lázaro, del Real Instituto Elcano. Celebra el primer puesto de España en el ranking de los PNIEC, aunque considera que "no debería ser motivo para la autocomplacencia". Apunta a algunas de las tareas pendientes del trabajo español: la ausencia de un comité científico independiente, la falta de presupuestos de carbono, y las dudas sobre "si se pueden cumplir los objetivos de eficiencia energética y si seremos capaces de movilizar más de 200.000 millones de euros durante la próxima década, entre otras", como prometió el Gobierno en la presentación del informe.

En todo caso, el trabajo de la organización internacional representa un fuerte respaldo a la gestión del Gobierno de Sánchez de la incipiente crisis climática y, en concreto, a la gestión del Ministerio para la Transición Ecológica. La labor de Teresa Ribera al frente de esta nueva cartera, con competencias de Energía y de Medio Ambiente, quedó empañada con el final abrupto de la legislatura: la Ley de Cambio Climático se quedó sin su trámite parlamentario y el resto de medidas, a expensas de que un posible cambio de manos del Gobierno los convirtiera en papel mojado.

La izquierda a la izquierda del PSOE y los ecologistas achacaron a la ministra que llegaba tarde: ahora, un estudio asegura que, al menos, ha llegado bien. Tras años de absoluta inacción climática por parte del Ejecutivo español, es un alivio.

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