Feijóo se queda sin discurso en el País Vasco y lo fía todo a ser clave para que Bildu no gobierne

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, el pasado viernes en Vitoria (Araba).

Abandonar la irrelevancia. Ese es el objetivo que Alberto Núñez Feijóo se ha fijado en las elecciones vascas, en la esperanza de que una victoria de EH Bildu y un resultado corto del PNV y el PSE, que ahora mismo las encuestas consideran muy improbable, pongan en valor los escaños del Partido Popular con la excusa de impedir la investidura del candidato de la izquierda abertzale.

Feijóo, a excepción de las elecciones generales, que ganó, pero no con apoyo suficiente para gobernar, acumula éxitos en las urnas desde que llegó a Génova para sustituir a Pablo Casado. El PP alcanzó mayoría absoluta en Andalucía, en Madrid y La Rioja, revalidó la de Galicia por quinta vez consecutiva, con la ayuda de Vox, se hizo con las presidencias de Aragón, Balears, Comunitat Valenciana, Murcia y Extremadura y, con el respaldo de los regionalistas, alcanzó la de Cantabria.

Para mantener ese escenario de éxito, a las puertas de las elecciones catalanas y a poco más de un mes de las europeas de junio, el PP necesita mejorar. Y eso significa contar para algo en un Parlamento en el que no decide desde que en 2009 los conservadores hicieron lehendakari al socialista Patxi López. Y en el que, elección tras elección, ha ido perdiendo peso.

En Génova echan cuentas y confían en que, si no consiguen decidir nada, al menos puedan sumar algún escaño creciendo en Araba (las encuestas predicen que obtendrán seis diputados, los mismos que lograron en 2020 en coalición con Ciudadanos) o incrementar su porcentaje de voto, que hace cuatro años se quedó en un raquítico 6,7%.

Feijóo confía en conseguirlo. Y se esfuerza en tratar de movilizar a los votantes que consiguió en las generales de julio (133.466), un 27% más que en las generales de 2019, a sabiendas de que el voto dual hace imposibles las comparaciones.

“El voto útil de los vascos”

Para ello, el líder del PP trata de atraer votantes del PSE y del PNV supuestamente descontentos con Pedro Sánchez —apela al antisanchismo en todas sus intervenciones— y azuza el miedo que, según él, despierta la posibilidad de una victoria de EH Bildu que, afirma, únicamente su partido se compromete a parar. “Yo vengo aquí a pedir el voto útil de los vascos”, dice, sin rodeos.

“Quiero pedir el voto a todos los votantes del PNV cansados de que su partido sea un mero apéndice de Sánchez”, resume Feijóo en sus mítines, en los que se refugia en el debate nacional y evita cualquier asunto que tenga que ver con la situación en el País Vasco. “Y le pido el voto también a los votantes del PSOE que están hartos de que el PSOE haya tenido que renunciar a la Constitución, a la igualdad y al Estado de derecho para mantener a Sánchez en el Gobierno de España”.

Su empeño ha conseguido, de momento, que ser decisivo para cortar el paso a la izquierda abertzale vaya a convertirse la medida del éxito o del fracaso de su campaña, más allá de que pueda disimular el resultado con un escaño más o algo más de porcentaje de voto (el PP parte de su peor resultado histórico en el País Vasco).

Los conservadores de Euskadi llevan años en caída libre, elección tras elección, desde el techo electoral que cosecharon en 2001.Los 19 escaños de entonces se convirtieron en 15 en 2005, en 13 en 2009, en 10 en 2012, en 9 en 2016 y en 6 (cuatro propios y dos de Cs) en 2020. El mero hecho de cambiar esa tendencia, si ocurre, serviría a Génova para dar por bueno el resultado. 

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Ese compromiso, votar para impedir que la izquierda abertzale se hagan con la Lehendakaritza, lo expresó Feijóo en persona el primer día de campaña en Vitoria. “Nosotros hemos dado una palabra: no queremos que Bildu gobierne esta tierra. Y la hemos cumplido”, subrayó haciendo referencia a la Alcaldía de Vitoria, que ocupa una socialista gracias al PP, y comprometiéndose, por extensión, a hacer lo mismo en el parlamento Vasco si sus votos cuentan. 

“Si realmente un vasco no quiere que gobierne Bildu, el voto al Partido Popular de Euskadi es la única garantía”, asegura. “Vamos a ser una fuerza decisiva, como lo hemos sido en el Ayuntamiento de Vitoria”. “El voto al PP sirve para incomodar a Bildu porque sabe que con un voto del PP jamás va a poder llegar a las instituciones”, insistió en Getxo esta semana. 

“Lo que está claro es que el Partido Popular jamás votará a Bildu. Y nosotros lo que decimos lo hemos cumplido. Hay unos que le deben la Presidencia del Gobierno. Esa es la gran diferencia entre nuestro partido y el Partido Socialista”.

A falta de otras propuestas, cortar el paso a Bildu y tratar de desacreditar a PSE y PNV, son sus principales reclamos de una campaña en la que, pese a sus bajas expectativas electorales, sostiene que el PP es “la única alternativa a la amalgama de partidos que se presentan en Euskadi para ser lo mismo”. Solo hay “dos proyectos”, razona el líder del PP. “El de todos los partidos de Euskadi que están abrazados a Sánchez” y “el nuestro”. 

Un ‘procés’ a la vasca

Ese es el primer argumento. El otro es que, supuestamente, PNV y EH Bildu planean “abrir un proceso de separatismo en esta tierra”. “Un proceso a la vasca”.

El idilio de la sociedad vasca con sus políticos

Pero no hay mucho más. Feijóo cree que puede morder en el electorado del PSE e insiste constantemente en ese marco. “Estas elecciones son cosa de tres partidos”, dice. “De Bildu, del PNV y del PP. No hay más”, porque “el Partido Socialista es un partido bisagrista”. “Este PSOE ha mutado, se ha convertido en el Partido Sanchista y, lamentablemente, ya no es aquel PSOE que defendía la Constitución”.

Al cabo de la primera semana de campaña, las encuestas no pintan bien, y su efecto desmovilizador alimenta el temor de Génova. Por eso Feijóo insiste en sus intervenciones públicas en que los candidatos y los militantes no se pongan techo. “No miréis las encuestas, si nos dan dos más, uno más, tres más”, les pide. 

El lunes no se resistió a la metáfora futbolística aprovechando la victoria de Athletic en la final de Copa. “No fue fácil. En la primera parte se perdió. La segunda se equiparó, pero en los últimos minutos podía pasar cualquier cosa. Llegamos a los penaltis. ¿Sabéis una cosa? Que el Partido Popular de Euskadi va a llegar a los penaltis el 21 de abril”.

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