CRISPACIÓN POLÍTICA

Obviar los ataques o responder al fango: el gran dilema de la izquierda sin respuesta clara

Sánchez, Montero y Díaz

“Lamentable”. Aitor Esteban, portavoz del PNV, salía resoplando del Hemiciclo este miércoles tras la sesión de control. Hacía esa confesión ante los periodistas antes de abandonar el pasillo. Detrás dejaba los duros enfrentamientos entre el Gobierno y la oposición en el Congreso durante horas, en las que los populares sacaron su lado más duro mezclando en sus acusaciones prostitución, cocaína, corrupción y la mujer del jefe del Ejecutivo.

La batalla en el Congreso se recrudece cada día más. El líder de la oposición ha llegado a amenazar al presidente del Gobierno con crear una comisión de investigación sobre un supuesto tráfico de influencias de Begoña Gómez e incluso llevarla a los tribunales a pesar del archivo de la denuncia presentada por Génova 13 ante la Oficina de Conflictos de Intereses.

La estrategia del Gobierno ante las duras acusaciones de los populares, al menos desde la parte socialista, es la de contestar. No piensan quedarse callados, como señalan fuentes de La Moncloa y de Ferraz, y quieren poner a los populares “ante el espejo”. En el Ejecutivo han aprendido, y lo reconocen, que no sirve la estrategia de la campaña de las municipales y autonómicas del 28M, cuando intentaron obviar el fango del Partido Popular contra ellos. Por eso, ahora van a contestar a todas las acusaciones y denunciar los bulos y fake news. Asimismo, quieren poner en primera línea los ataques contra las instituciones del PP y contra los periodistas, como está sucediendo con el jefe de gabinete de Isabel Diaz Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez. El tono también es duro para contestar con figuras del primer nivel socialista como María Jesús Montero, Félix Bolaños, Óscar Puente y Ana Redondo.

Además, lamentan en el PSOE que ahora en muchos medios se hable de barrizal, cuando señalan que han sido los populares los que han pasado líneas rojas. En Ferraz consideran que la estrategia del pasado 23 de julio fue un éxito. Encontes, Pedro Sánchez se enfrentó directamente a las críticas que se vertían contra él en los medios de la derecha. Un alto dirigente de Ferraz hace este símil: “Es como cuando en el patio del colegio siempre una pandilla le quita a un niño el bocadillo. Este espera que paren. Pero nunca pasa. Pues un día ese niño se planta y responde”.

Esta estrategia de confrontación suscita muchas dudas en los socios de Gobierno de Sumar, donde creen que habría que rebajar el tono y no entrar en la línea del Partido Popular. Entienden fuentes de este espacio que esto puede llevar a un efecto contrario: la desafección de los votantes de izquierdas reacios al “y tú más” y la reactivación, en cambio, del electorado de derechas que eleva a Díaz Ayuso a categoría de ídolo. Un dilema que se repite también en otras democracias, especialmente en la norteamericana, sobre cómo enfrentarse al discurso extremo de la derecha. ¿Se debe entrar en ese cuerpo a cuerpo? ¿Se puede contaminar el tono? ¿Es mejor obviar las acusaciones y poner el foco en otras cuestiones?

"El dilema del prisionero"

José Ramón Rojo, analista de la Fundación Alternativas, define la situación como “el dilema del prisionero”. “Si tu rival está hablando con ese tono y tú no lo haces, al final pierdes”, resume. “La situación ideal para el Gobierno y la oposición sería que todos se traten bien, se lleguen a acuerdos y que la política funcione como tiene que funcionar. El problema es que eso necesita colaboración de las dos partes. Pero ninguna va a dar el primer paso. Y, además, se ha visto casos en la izquierda muy claros como los de Ángel Gabilondo y Juan Lobato, a los que nadie gana en educación, pero que perdieron de manera aplastante contra la crispación”, explica. 

“En una situación de inestabilidad parlamentaria y sin presupuestos, hay que elevar el tono para no ir a rebufo. Si te llaman felón, indigno, etarra… Entiendo que la actitud debe ser la de responder. Si te están combatiendo con bulos, insultos y mentiras, una posición pasiva no te lleva a ningún lado. Esto puede entorpecer la labor legislativa, pero la dinámica es la que es. Aquí hay una parte que ha cruzado primero la línea roja, se han apaleado hasta muñecos en la puerta de Ferraz”, recuerda.

Además, subraya que, a pesar de las polémicas, el nombramiento de Óscar Puente como ministro y su intervención en la fallida investidura de Núñez Feijóo han tenido “un efecto positivo interno en el PSOE”: “Subió los ánimos en un momento difícil. Es un acercamiento pragmático ante lo que hay. Al Gobierno no le dejan otra opción entre comillas, porque la de callar no da resultado”.

"Las zonas grises de consenso se han limitado"

Gabriela Ortega, consultora política y profesora de la Universidad Camilo José Cela, cree que los parlamentos son lugares de discusión, debate y de contraposición de ideas, pero actualmente están dominados por la crispación por varias causas a lo largo del tiempo, como, por ejemplo, la polarización inicial ya desde las campañas electorales: “Se ha simplificado el mensaje y se ha llevado a la dicotomía. Conmigo o contra mí. Las zonas grises y de consenso se han limitado y son muy pocas. Esa narrativa es difícil de solventar”.

Dibuja así la escena actual: “Los parlamentarios tienen un discurso en el que buscan titulares y no un debate que trascienda. Ni consenso ni diálogo. Se ha mediatizado la política. Y, además, con los casos de corrupción se aumenta el factor de la crispación. Pero no es una cuestión aislada, que pase sólo en España. Sólo hay que ver la campaña en Estados Unidos, donde Donald Trump insulta a Joe Biden y no pasa nada. Se ha normalizado”.

¿Y cómo debe ser la respuesta? Ortega señala tajantemente que no debe ser el “y tú más”. Censura que los dos grandes partidos estén en el “ataque personal”: “No hay nada más triste que un circo sin gente y ya nadie les escucha porque ese debate no aporta a los problemas del día a día”. “Y luego nos preguntaremos por qué la gente cada vez es más apática…”, se pregunta.

"Hay que contestar las noticias falsas"

Toni Rodón, profesor de la Universitat Pompeu Fabra, no tiene una respuesta clara. Ahora mismo se da una situación de “polarización afectiva”, según él: “Antes se discrepaba si querías más impuestos o no. Pero, ahora, además se odia”. “Cuando los partidos polarizan mucho lo que hacen es movilizar a su electorado, como se pudo ver durante las elecciones del 23 de julio. Pero polarizar todo el rato y en muchos sitios es muy difícil. Y el PSOE tiene ese dilema clásico: irse al centro y apelar a la mayoría de votantes o virar e ir al barro”. "A casi todo el electorado de izquierdas no le importa que haya una respuesta a todos los ataques”, reconoce.

“Pero siempre hay una paradoja. Es como con la democracia interna de los partidos: los votantes están de acuerdo con que haya primarias pero luego se critica la división. Pues aquí lo mismo: muchos ciudadanos quieren que los partidos contesten, pero cuando lo hacen los acusan de aumentar la polarización”, según él.

Rodón advierte de que la política española camina hacia la “americanización”, hacia "crear estanques cerrados sin ningún tipo de conexión entre los dos principales actores del sistema”. Además, esto supone que cada vez haya menos pactos: “Al enemigo ni agua, incluso aunque estés de acuerdo en algo”. Todo ello en un momento también de crecientes noticias falsas, de nuevo como ha pasado en Estados Unidos. Ese camino acaba de una forma clara. “La toxicidad política se traslada luego a la vida cotidiana”, opina.

"La democracia que no se defiende muere"

Se adentra en el debate Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos y profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense, que explica: “En la biografía de Antonio Scurati sobre Mussolini queda muy claro que el ascenso del fascismo tuvo mucho que ver con que no les pararon los pies cuando pudieron. En Argentina, desde que ha ganado Milei están volviendo a amenazar de muerte a gente y entrando en sus casas a aterrorizarles”.

“La democracia que no se defiende se muere. Y la polarización siempre viene o cuando los partidos dejan de responder a las demandas básicas de la población -que es cuando nació Podemos- o cuando la derecha se queda fuera del poder. Algo que nunca aceptan de buena gana. En conclusión, claro que hay que responderles. El problema es cuando el que acusa tiene los mismos problemas que el acusado”, apostilla Monedero.

"No hay respuesta total"

La politóloga Verónica Fumanal desliza estas ideas: “No hay respuestas totales ni cien por cien efectivas. Todo tiene sus pros y sus contras. Cuando se realiza una estrategia de comunicación, en determinadas ocasiones el resultado es donde menos se pierde, no donde menos se gana. Esto es precisamente lo que hay que valorar en este debate sobre si entrar a responder o no”.

La crispación de la política o la política de la crispación. Una conversación entre José María Maravall e Íñigo Errejón

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“Ahora mismo los electorados de la derecha y de la izquierda obviamente están muy polarizados y son completamente diferentes. No podemos pensar que lo que les gusta a unos es igual para otros. Y en este momento de polarización no habría que seguir los impulsos de lo que visceralmente te apetece sino plantear lo que es políticamente más rentable. Hay que diferenciar electorado de militancia. Estamos en un momento donde la estrategia se guía más por el hígado que por el cerebro”, sostiene la experta en comunicación política.

El politólogo Nacho Corredor no está a favor del enfrentamiento a cara de perro. “Cuando José Luis Rodríguez Zapatero era presidente ya dijo aquello de ‘frente al ruido, una sonrisa”. Pero no hay que irse tan atrás. “Salvador Illa es otra expresión de responder al ruido con calma, hasta el punto de que la tranquilidad es su principal activo político”. “En la navegación, cuando hay tormentas, lo fundamental es saber dónde está tu destino. De lo contrario, acabas hundido”, sostiene Corredor, que pone sobre el tapete lo siguiente: “En cualquier democracia Gobierno y oposición tratan de marcar y condicionar o priorizar los temas en la agenda. Gana el que logra que el otro hable de los suyos”.

Corredor incide en otra cuestión de vital importancia en estos momentos de polarización: “El riesgo de construir la agenda en base a acción-reacción-sobrerreacción es que se daña el conjunto del sistema. La mejor manera de liderar la agenda es tener la tuya propia, no construirla en base a los condicionantes de los demás”, según él.

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