Los inicios de los grandes juicios (casi) siempre defraudan, incluso el de Villarejo

Las expectativas que generan los juicios mediáticos suelen verse rebajadas de golpe el mismo día de su comienzo. Las vistas orales en España, y sobre todo en las que tienen lugar en la Audiencia Nacional, no son como las pintan las películas. No empiezan con un alegato contundente por parte de acusaciones y defensas, no hay ningún testigo estrella de última hora y en muchas ocasiones la declaración de los acusados se hace de rogar hasta días después del inicio. Todos los titulares de prensa anuncian que tal día empieza el juicio contra tal persona, pero rara vez la vista oral propiamente dicha da comienzo entonces. También ha ocurrido así en el primer juicio contra el comisario José Manuel Villarejo.

La expectación por este juicio –por las particularidades del personaje principal, las elevadas penas de cárcel a las que éste se enfrenta (más de cien años), la cantidad de acusados (27)– era máxima los días previos, pero el inicio de la sesión ha confirmado lo que viene ocurriendo en estas vistas orales de macrocausas instruidas en la Audiencia Nacional. Para empezar, el retraso en la conformación de la sala: en los juicios con tan elevado número de acusados, y por tanto de abogados defensores, así como de acusaciones públicas, populares y particulares provocan que la organización de unos y otros en la sala de vistas demore el comienzo más allá de la hora señalada. Si el primer juicio a Villarejo estaba previsto que empezara este miércoles a las diez de la mañana, no ha sido hasta casi una hora después cuando el tribunal ha dado el pistoletazo de salida.

Una vez que todas las partes estaban en su puesto, ha dado comienzo la lectura de los delitos y peticiones de pena a cargo de la letrada de la Administración de Justicia. Más de una hora ha tardado en dar cuenta de todas las acusaciones para los 27 acusados que se sientan en el banquillo por tres piezas de la macrocausa Tándem. Cohecho pasivo, cohecho activo, descubrimiento y revelación de secretos, tráfico de influencias, falsedad en documento mercantil, extorsión... La lista parecía no acabar nunca y al terminar no ha podido evitar exharlar un suspiro que revelaba el cansancio acumulado.

Lo previo a las cuestiones previas

En estas macrocausas, el punto siguiente del orden del día son las cuestiones previas. Apreciaciones, solicitudes y quejas de las partes suelen abarcar este momento del procedimiento. Pero es que además, en la primera sesión del juicio a Villarejo ha habido una parte "previa a las cuestiones previas", en palabras del abogado del comisario jubilado, quien ha solicitado la suspensión del juicio alegando indefensión por la reciente incorporación a la causa de un informe policial que analiza las anotaciones de los diarios personales del expolicía. La presidenta del tribunal, la magistrada Ángela Murillo, no tenía intención de dar audiencia a las partes a este respecto, pero finalmente les ha permitido pronunciarse, lo que ha dilatado la vista aún más de lo inicialmente previsto.

Otros abogados han solicitado cambios en las fechas del calendario del juicio, otro letrado ha hecho constar al tribunal que uno de los acusados no estaba presente en la sala, otros han tomado la palabra para adherirse a las pretensiones de la defensa del comisario... Tal era la cantidad de reclamaciones de las defensas que el tribunal ha tenido que salir a deliberar para emitir un pronunciamiento. Otra media hora de demora. La decisión del tribunal, que necesariamente no satisface a todas las partes por igual, ha llevado a nuevas alegaciones y protestas.

Las cuestiones previas no dejan de ser un trámite que puede resultar tedioso para todo espectador ajeno al proceso y que espera ver un inicio de juicio más dinámico y con protagonismo de los acusados. Pero en un procedimiento con 27 acusados y media docena de acusaciones, este proceso puede y suele alargarse incluso varios días si todas las partes toman la palabra. Más aún cuando cada parte ha de pronunciarse sobre las alegaciones que realizan las demás. En el primer juicio del caso Gürtel así ocurrió y no fue hasta una semana después cuando comenzaron a declarar los acusados, con Francisco Correa a la cabeza.

En las cuestiones previas, que están reguladas en el artículo 786.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECrim) y que suelen centrarse en aspectos técnicos de cara al desarrollo de la vista oral, la Fiscalía suele aprovechar para introducir algún elemento de prueba que había quedado fuera del procedimiento, ya sean informes o testigos. Otras acusaciones pueden hacer lo propio, así como las defensas de los acusados. Algunas solicitudes se deben resolver por el tribunal en el mismo momento y se transmiten a la sala in voce. Otras cuya resolución no es tan inmediata se dejan para más adelante y se argumentan en un auto que se emite posteriormente, en los días siguientes.

La primera sesión también permite a las partes situarse de cara al calendario de juicio. En muchos casos, las sesiones no se celebran de corrido, sino en días salteados, y no es extraño escuchar a abogados quejarse ante la Sala por su imposibilidad de acudir a una u otra sesión por otros compromisos profesionales, o instar a algún cambio en la agenda, o comunicar a los magistrados la presencia de un compañero que le sustituya en ciertos momentos. 

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En el caso del primer juicio a Villarejo se han cumplido los pronósticos y se han dado todas estas situaciones. La primera sesión ha terminado sobre las tres de la tarde sin que se hayan terminado de exponer las cuestiones previas, que continuarán este jueves. Y por cuestiones de calendario, la siguiente sesión no será hasta dentro de un mes, en concreto el 15 de noviembre. Y muy probablemente hasta principios de diciembre no tendrá lugar el interrogatorio de los acusados, con el comisario jubilado a la cabeza. 

Por lo general, esta es la situación que se vive en las salas de vistas de la Audiencia Nacional en los primeros días de macrojuicios. Pero también es la primera vez que se ve a todos los acusados juntos y cualquiera que eche un vistazo a la sala puede hacerse una idea de la composición del banquillo de los acusados. En el caso de Tándem, no puede ser más variopinto, como son las tres piezas que se van a juzgar conjuntamente. En primera fila se han sentado Villarejo, su socio Rafael Redondo y el comisario Enrique García Castaño, acusados comunes en las tres investigaciones. Las filas posteriores han ofrecido un panorama de lo más heterogéneo: desde la heredera de la promotora de la urbanización de lujo La Finca, Susana García-Cereceda, pasando por policías que fueron compañeros de Villarejo en el Cuerpo y que habrían colaborado con él para la realización de dossieres a cambio de dádivas y otras compensaciones, hasta el empresario Juan Muñoz, marido de la presentadora Ana Rosa Quintana.

No ha durado mucho Villarejo en la primera fila del banquillo de los acusados. Ataviado con una toga, ha hecho valer su título en Derecho para, al cabo de un rato, sentarse junto a su abogado para defenderse a sí mismo. Su intención, según informó Europa Press, es interrogar a otros acusados y a testigos. Está por ver que el tribunal se lo permita. Pero eso no será hasta dentro de unos meses, cuando dé comienzo el juicio propiamente dicho.

Las expectativas que generan los juicios mediáticos suelen verse rebajadas de golpe el mismo día de su comienzo. Las vistas orales en España, y sobre todo en las que tienen lugar en la Audiencia Nacional, no son como las pintan las películas. No empiezan con un alegato contundente por parte de acusaciones y defensas, no hay ningún testigo estrella de última hora y en muchas ocasiones la declaración de los acusados se hace de rogar hasta días después del inicio. Todos los titulares de prensa anuncian que tal día empieza el juicio contra tal persona, pero rara vez la vista oral propiamente dicha da comienzo entonces. También ha ocurrido así en el primer juicio contra el comisario José Manuel Villarejo.

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