La lideresa del PP extremeño pone en evidencia a Feijóo al negarse a asumir las políticas negacionistas de Vox

María Guardiola y Alberto Núñez Feijóo, en un acto del PP en Badajoz.

“Yo no puedo dejar entrar en el gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quiénes están deshumanizando a los inmigrantes, y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI”. La contundencia de la candidata del PP a la Presidencia de Extremadura, María Guardiola, a la hora de negar a Vox responsabilidades en un gobierno compartido ha terminado de poner en evidencia a su jefe de filas, Alberto Nuñez Feijóo, cuya tibieza a la hora de marcar distancias con la ultraderecha, a la que ni siquiera califica como tal, le ha valido duras críticas en las últimas horas por parte de todos los partidos políticos.

Feijóo, al contrario que Guardiola, confirmó en la noche del martes, en una entrevista en la Cadena Ser, que pactará con Vox si gana las elecciones, no tiene mayoría absoluta y el PSOE no le hace presidente. “Es evidente”, respondió cuando le preguntaron si una negativa de los socialistas a facilitar su investidura equivaldría a “imponerle” un pacto con Vox. 

La apuesta de Guardiola por “una Extremadura inclusiva, moderna, respetuosa y solidaria donde el amor no admita matices” contrasta con el visto bueno que Feijóo ha dado a los acuerdos firmados por el PP con Vox en Castilla y León, la Comunitat Valenciana, Illes Balears y 140 municipios de toda España, entre ellos varios de capitales de provincia.

Abascal, “señor feudal”

Nadie en el PP se ha referido con más dureza a Vox que Guardiola, que llamó “señor feudal” a su líder, Santiago Abascal, y “capataz” a su enviado a la sesión constitutiva del Parlamento, Jorge Buxadé. Los ultras “han antepuesto sus ansias de poder y su soberbia al cambio”, acusó. “La política no debería servir para ocupar sillones, sino para mejorar la vida de los demás” y ella está dispuesta, subrayó, a primar sus “principios, ideas y compromiso”. “Una cosa es negociar y otra muy distinta es mercadear con la ilusión de Extremadura. Yo no voy a regalar consejerías ni voy a entrar en batallas culturales que están superadas, porque se trata de solucionar el futuro de los extremeños”. Lo único que ha encontrado en Vox, remarcó, “han sido zancadillas, desunión y ansia”. Sin citar a su colega valenciano, Carlos Mazón, que sí se ha plegado a las exigencias de Vox, Guardiola afirmó que “el camino más fácil hubiera sido ceder y ser presidenta a cualquier precio y traicionar a mi tierra y lo que prometí en campaña”. Pero “esa no soy yo”.

El desacuerdo entre las dos formaciones de la derecha ha supuesto una pequeña victoria para el PSOE extremeño, que con la ayuda de Unidas Podemos no sólo se ha hecho con la Presidencia del Parlamento autonómico sino con el control de la Mesa de la Cámara. Todo lo contrario de lo que ha pasado en Illes Balears, donde el PP ha entregado la Presidencia del Parlamento a un dirigente de Vox bien conocido por negar el cambio climático y la violencia machista. Y lo ha hecho sin conseguir nada a cambio: las negociaciones para compartir gobierno en la comunidad todavía no han llegado a buen puerto.

La firmeza de la lideresa extremeña del PP ha puesto en evidencia, probablemente sin quererlo, las cesiones del partido para conquistar presidencias autonómicas y alcaldías, así como los planes del propio Feijóo de pactar con la ultraderecha para gobernar España si después del 23J ambas fuerzas suman mayoría absoluta. El acuerdo en la Comunitat Valenciana entierra el concepto de violencia machista, a petición de Vox, y lo sustituye por el de “violencia doméstica” igualándola con la que sufren niños y ancianos para negar que exista una violencia contra las mujeres por el mejor hecho de serlo.

Esta cuestión se ha cruzado en la precampaña de Feijóo y le ha obligado a tratar de excusar sobre la marcha los acuerdos que sus dirigentes territoriales y locales han empezado firmar con Vox y que amenazan con ir a peor. El último ejemplo lo ha ofrecido la decisión adoptada por el Ayuntamiento der Náquera (València), controlado por Vox y PP, que ha decidido prohibir las banderas LGTBI en edificios municipales y su utilización e concentraciones contra la violencia machista. Pero también el acuerdo que dará al PP la Presidencia de la Comunitat Valenciana y que sustituye la lucha contra la violencia machista por un compromiso genérico en defensa de “los derechos de las familias” de “políticas que perseguirán erradicar la violencia intrafamiliar, en especial las que sufren mujeres y niños, garantizando la igualdad entre todas las víctimas”.

En los últimos días, Feijóo sólo ha dado bandazos en este tema. De repetir que “nadie espere que vayamos a dar un paso atrás en la lucha por la igualdad y contra la violencia machista” prometer que no derogará “las propias leyes que ha hecho el Partido Popular” contra la violencia machista, que es lo que exige Vox, ha pasado a defender los acuerdos con la ultraderecha en esta materia y a minimizar el pasado de violencia machista del líder ultra valenciano, Carlos Flores, al destacar que se trata de un catedrático de Constitucional, que los hechos ocurrieron “hace 20 años” y que la condena fue por “abuso verbal contra su exmujer” en el transcurso de “un duro divorcio”.

Una obviedad

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Según él no hay “una sola coma del acuerdo” que han cerrado el PP y Vox en la Comunitat Valenciana que "cuestione la violencia machista”. La violencia machista ”es una obviedad” y, por lo tanto, “lo obvio” no debe llamar la atención que “no esté en los textos”, alegó para justificar el acuerdo hable de violencia intrafamiliar y no de violencia machista.

Con todo, la preocupación en el equipo de campaña de Génova por este asunto, que puede afectar al voto femenino, es evidente. El PP programó este martes a Feijóo un acto organizado por la fundación del partido fuera de la agenda oficial, sin periodistas, sobre los supuestos riesgos para los menores y el feminismo que se derivan, según los organizadores, del “espejismo queer” y la explotación sexual.

Vox, sin embargo, sigue dando muestras de su voluntad de combatir las políticas contra la violencia machista. Su portavoz en Les Corts Valencianes, Ana Vega, insistió este martes en que el género es un “concepto ideológico”, que es el argumento que la extrema derecha utiliza para decir que no existe.

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