Cumbre del clima de Madrid

La movilización climática española se plantea su futuro

Varios activistas alzan sus puños después de la sesión plenaria de la Cumbre Climática.

"El movimiento ecologista lleva años, pero nunca había llegado a este nicho de población al que hemos llegado". No es un ataque, es una valoración y una evidencia: España y muchos países disfrutan de una movilización climática sin precedentes. En cada convocatoria de manifestación se baten récords, los jóvenes cada vez están más y mejor organizados, surgen organizaciones, plataformas y acciones como setas. Las palabras son de Marta, activista de Fridays for Future, una de las organizaciones que llevan trabajando más de un mes a destajo, desde que se anunció que la cumbre del clima de Chile pasaba a celebrarse en Madrid. A pesar del escepticismo inicial, ante la creencia de que el movimiento ocultaba y blanqueaba la represión del Ejecutivo de Piñera contra el pueblo chileno en las protestas, el traslado del encuentro a España está sirviendo para dar visibilidad a centenares de activistas que, sin importar que lleven décadas o meses en el ajo, están dando todo de sí en tiempos de emergencia. Muchos de ellos están ocupados por la convocatoria de la Cumbre Social por el Clima, un espacio de charlas, mesas de debate, conferencias y talleres de todo el activismo que, por decisión propia o ajena, se ha quedado fuera de la COP25 oficial.

El programa es extenuante: varios eventos se celebran a la vez en los espacios con los que cuenta la Cumbre Social por el Clima, entre otros la Facultad de Derecho, el Edificio de Usos Múltiples y una carpa propia instalada en el campus de la Universidad Complutense de Madrid. Con una gran presencia y relevancia de los movimientos indígenas, siendo la COP25 una conferencia dedicada –en teoría– a los retos de América Latina, los encuentros intentan ir más allá de lo que la cumbre de Ifema se atreve a ir. Se habla de extractivismo –cómo empresas transnacionales basan su modelo de negocio en extraer los recursos de poblaciones a los que ni se les consulta ni se tienen en cuenta sus derechos–, de veganismo como palanca de cambio del modelo agroalimentario, de las conexiones eléctricas entre países que exportan e importan energía sucia, de ecofeminismo, de oposición feroz a las grandes compañías contaminadoras y a las energías nucleares, de casos de ecocidio en territorios concretos, de colonialismo... la lista es casi interminable. También se reflexiona, como no podía ser de otra manera, sobre los retos, el pasado, el presente y el futuro del activismo climático. No es fácil crecer tanto como se ha crecido en los últimos años, y es aún más difícil mantenerse y llegar a colectivos sociales a los que nunca se había llegado o que no están nada predispuestos a oír hablar y a moverse por la crisis climática. 

En ese sentido, la carpa social de la Cumbre Social por el Clima acogió este martes un encuentro entre activistas climáticos en el que se reflexionaba sobre ello. Una vez la movilización climática ha prendido, ¿cómo lograr una llama estable, que incorpore a sectores que no son los de siempre? Juanjo, de Ecologistas en Acción y Trabajadoras por el Clima, tiene claro que "esto no puede ser solo nuestro". "No solo basta con apelar a los mayores, a los que no son jóvenes, sino de incorporarlos. El viernes pasado tuvimos un ejemplo de que eso ya se estaba consiguiendo. La mayoría social al margen del espectro juvenil ya está ahí, y eso es un cambio enorme. Pero ese cambio tiene que avanzar bastante más". 

"Para empezar a plantearnos transformaciones de verdad necesitamos una movilización muy amplia. Se trata de conseguir articular un pueblo organizado con una idea transformadora. Que las trabajadoras encuentren respuesta a sus demandas en ese nuevo contexto de movilización", reflexionó el activista, que llamó a los jóvenes movilizados tras el ejemplo y la inspiración de Greta Thunberg –que el pasado lunes visitó por sorpresa el espacio– a repensar sus relaciones con las organizaciones ecologistas clásicas, con las que ya tienen espacios de colaboración conjuntos, pero también con sindicatos y partidos políticos. Reconoció que los sindicatos mayoritarios han despertado muchas suspicacias entre los jóvenes por sus negativas a convocar huelgas laborales, pero defendió que para este tipo de organizaciones "un fracaso en una huelga es un fracaso muy importante" y no pueden sumarse así como así. Con los partidos, hay también dificultades: "Hay algunos que quieren entrar pero no se relacionan muy bien, porque en general la movilización no se relaciona muy bien con el ámbito de partido". Para conseguir que la acción climática con vocación de calentar la calle durante un 2020 que se prevé clave sea transversal y realmente mayoritaria, hay que resolver esos puntos de fricción, opinó. 

El futuro, para variar, está lleno de incertidumbres. ¿Qué van a hacer esos jóvenes que ahora tienen tiempo, una red de seguridad familiar o ambas cosas para movilizarse casi continuamente, pero que dentro de poco deberán incorporarse al mercado laboral y sus estrecheces? La pregunta ya revolotea por las cabezas de los activistas de Fridays for Future y organizaciones similares, atestiguó Juan, estudiante de Ingeniería Química presente en la charla. Y más que respuestas, aportó más inquietudes: "¿Cuáles son los empleos que nos esperan? El 50% de mi currículum está relacionado con la industria petroquímica. Si queremos hacer esta transición energética y social, no estárán estos empleos. Pero nos están formando para ellos. ¿Me están educando para los trabajos de ahora o del futuro?", cuestionó. 

Por su parte, Yetta Aguado, de Madres por el Clima, expuso su visión del asunto desde sus ámbitos: la maternidad y el contexto educativo. "Nos gustaría llegar a un espectro muy, muy amplio. La comunidad educativa es diversa" y para atraer a mayorías no se pueden usar determinados mensajes: es el precio a pagar, explicó. "Nos aprovechamos y estamos creciendo a partir de la red que existe en los propios centros", aseguró, tanto de asociaciones de familias como de profesores. Hay sustento a partir del cual trabajar y presionar para una de sus principales demandas: que el cambio climático y la sensibilización ambiental estén más presentes en los currículos educativos. 

La Cumbre Social por el Clima ya está en marcha

La Cumbre Social por el Clima ya está en marcha

Más actividades

Esta tarde se ha celebrado un evento que resume bien el espíritu de la Cumbre Social por el Clima: un debate sobre el extractivismo "como falsa solución al cambio climático en España, en Europa y a nivel global". La revolución renovable que se plantea para descarbonizar la economía exige extracción de minerales como litio, cobre y wolframio... incompatible, en ocasiones, con los derechos de las poblaciones bajo cuya tierra se esconde el tesoro. Sorprende, en esta y en todas las actividades, la diversidad de orígenes, procedencias y plataformas de lucha: este encuentro contó con activistas de Reino Unido, de África, de observatorios latinoamericanos en la misma mesa. A las 19 horas de este martes comienza una asamblea abierta en la que participarán "activistas de comunidades de base que luchan en primera línea contra los combustibles fósiles y megaproyectos destructivos", así como "defensoras y defensores de derechos humanos" de todas partes del mundo. 

El programa sigue igual de cargado hasta el viernes, día de clausura –en principio– de la COP25. Para este miércoles se esperan charlas de Extinction Rebellion –muchos rebeldes de esta plataforma de otros países del mundo han acudido a Madrid para trabajar, para aportar y para protestar–, de apoyo al pueblo de Rojava, de migraciones climáticas, de agroecologismo, de activistas de Uganda, de economía social y solidaria como respuesta al oligopolio eléctrico... hay mucho, y muy interesante, donde elegir.

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