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Un pequeño grupo de empresas se beneficia de la mayor parte del dinero que la UE destina a defensa

Presentación del Eurodrone en 2018, en Berlín.

Manuel Rico / Ana Curic, Paulo Pena (Investigate Europe)

"Es evidente que, con la guerra de Ucrania, las cuestiones de defensa han pasado a ocupar un lugar destacado en la agenda pública. La gente querrá saber exactamente lo que hace la UE en este ámbito: cómo se gasta el dinero, qué tipo de proyectos se planifican y cómo cambia la política". Son palabras de la Defensora del Pueblo Europeo, Emily O'Reilly, en una entrevista con el consorcio periodístico Investigate Europe.

Es cierto que la agresión de Rusia ha puesto los asuntos militares en el centro del debate público. Pero la Unión Europea lleva en realidad desde 2017 apostando por una política de rearme, que se concreta en cinco programas y estructuras para financiar proyectos de defensa, que en conjunto destinarán miles de millones de euros a las empresas de armamentos [puedes consultar aquí una información detallada al respecto]. Tres de ellos aportan dinero a través de presupuestos que tienen adjudicaciones pendientes, como el Fondo Europeo de Defensa, integrado en el marco financiero plurianual para el periodo 2021-2027. Pero los dos programas piloto que fueron precursores de dicho Fondo ya están cerrados, de forma que se conoce qué compañías recibieron financiación europea.

Investigate Europe ha analizado todos los proyectos del Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa (EDIDP por sus siglas en inglés), el más ambicioso de los dos ya ejecutados, con un presupuesto de 480 millones para los años 2019 y 2020. ¿Cuáles son las empresas beneficiarias? ¿Quiénes son los dueños de esas compañías? ¿Existen conexiones accionariales entre ellas?

El resultado de ese análisis permite llegar a varias conclusiones. Primera: hay cuatro gigantes empresariales que acaparan la mayoría de las adjudicaciones. Segunda: esas compañías comparten en su capital dos tipos de accionistas, los Estados y los grandes fondos de inversión americanos. Tercera: la concentración del mercado es cada vez mayor y resulta frecuente que los grandes grupos tengan participaciones en otras compañías del sector.

Este reportaje es la tercera entrega de una serie sobre el poder militar europeo elaborada por Investigate Europe y en la que infoLibre colabora como único medio español [puedes leer aquí y aquí las dos anteriores].

Cuatro países, cuatro empresas

El EDIDP se definía como "un programa industrial de la UE que apoya la competitividad y la capacidad de innovación de la industria de defensa de la Unión". Entre sus objetivos también se encontraba "fomentar la cooperación entre empresas y Estados miembros”, para lo que se estableció el requisito de que sólo podrían recibir financiación los proyectos de colaboración en los que participasen al menos tres entidades de tres países distintos.

Pero, en realidad, el dinero se ha repartido entre muy pocas empresas de muy pocos Estados. 

De los 41 proyectos financiados por el EDIDP, las empresas de Francia participaron en 33, las de España en 32, las de Italia en 25 y las de Alemania en 20. En cambio, hay 17 países cuyas compañías participaron en un máximo de ocho proyectos.

Esos cuatro Estados son los más poderosos económicamente de la Unión y también los que tienen una industria armamentística más desarrollada. Pero, además, son también importantes accionistas del sector. Se puede afirmar que son juez y parte.

El caso más evidente es el del Estado francés, que participa de forma directa en cinco empresas de armas financiadas por el EDIDP: Airbus (tiene el 10,9%), Thales (25,7%), Naval Group (62,2%), Safran (11,2%) y Nexter (50%). Y de forma indirecta, a través de las sociedades mencionadas, está en otras seis compañías que recibieron dinero de dicho fondo: Dassault Aviation, Ariane, MBDA France, Telespazio, Elettronica y Cy4gate.

Con menos intensidad, pero lo mismo sucede con los otros tres países. El Estado alemán es propietario del 25,1% de Hensoldt y del 10,9% de Airbus; el español cuenta con el 18,7% de Indra Sistemas y el 4,1% de Airbus, y el italiano dispone del 30,2% de Leonardo. Eso en lo que a participaciones directas se refiere. Su presencia accionarial se multiplica si nos fijamos en el control indirecto.

¿Y qué ocurrió con las empresas? De las 302 entidades que recibieron financiación del EDIDP, también hay cuatro que dominan el reparto: Thales, Airbus, Leonardo e Indra Sistemas. En diferentes combinaciones y junto a otras compañías aparecen en 23 de los 41 proyectos aprobados, que fueron financiados con 363 millones de euros del total de 480 aportados por la UE. Es decir, el 75% del total de la financiación del EDIDP se destinó a proyectos en los que participó al menos una de estas cuatro empresas. No existe un desglose por entidades en la mayoría de los casos, de forma que es imposible saber qué cantidad de dinero se embolsará cada compañía.

Comprobar la nacionalidad de estas empresas no provoca sorpresa alguna: Thales es francesa y tiene al Estado en su capital, Leonardo es italiana y tiene al Estado entre sus accionistas, Indra Sistemas es española y tiene al Estado entre sus dueños. ¿Y Airbus? Tiene su domicilio social en Países Bajos, pero básicamente por razones fiscales, puesto que sus principales propietarios son los Estados francés, alemán y español. Una elección de sede fiscal que, por cierto, también deja claro hasta qué punto se antepone el lucro a cualquier otra consideración.

En cuanto al número concreto de proyectos en los que participan, Thales está en 17, Leonardo en 15, Indra Sistemas en 13 y Airbus en 12. Varios de ellos son compartidos.

Y no es solo el número de proyectos, sino también la importancia de los mismos. El Eurodrone, que es el que más dinero ha recibido del EDIDP, lo desarrollan Airbus, Leonardo y Dassault. 

La concentración del sector

El sector vive una concentración creciente, de forma que los gigantes empresariales van adquiriendo participaciones en el capital de otras compañías medianas.

Un buen ejemplo es lo que ocurre con el grupo francés Thales, que tiene parte del capital de la sociedad francesa Naval Group y de las italianas Telespazio y Elettronica, mientras que esta última es a su vez la accionista mayoritaria de Cy4gate. Y eso fijándose únicamente en aquellas compañías participadas por Thales que recibieron financiación del programa EDIDP.

La concentración es un fenómeno que se produce en casi todos los mercados, pero en el de la defensa tiene características especiales, ante lo que podríamos considerar la trinidad de los Estados: son casi los únicos clientes de las empresas de armamento, son importantes accionistas de las mismas y alimentan su negocio a través de los presupuestos tanto nacionales como europeo.

Matt Stoller, director de investigación del American Economic Liberties Project y miembro del Open Markets Institute, se muestra crítico con esta situación. "En general, cuanto más consolidado está el sector de la defensa, menos innovación tiene y mayor es el precio que exige a los gobiernos", destaca en declaraciones a Investigate Europe. "El principal riesgo con el gasto en defensa es la corrupción, ya que el cabildeo cuando hay enormes sumas de dinero en juego tiene una rentabilidad muy alta. Con muchos competidores independientes luchando por el negocio, el riesgo de corrupción se reduce enormemente. Si hay un pequeño club de iniciados, ya sea por solapamiento de participaciones o propiedad común o simplemente por no existir muchos contratistas, el riesgo aumenta", explica Stoller, autor de un libro sobre el poder del monopolio en el siglo XX (Goliath, no hay versión española).

El papel de los fondos estadounidenses

Junto a los Estados, hay otro grupo bien definido que tiene un papel relevante en la estructura de capital de las principales empresas armamentísticas: los grandes fondos de inversión estadounidenses. Con una peculiaridad importante: son accionistas tanto de las compañías de la UE como de EEUU, rivales muchas veces entre sí para obtener grandes contratos con los Estados.

Un ejemplo claro es BlackRock, que a través de distintos fondos posee participaciones en compañías europeas como Airbus (cerca del 5%), Leonardo (casi el 3%), Thales (algo más del 1%), Indra (en torno al 1%), Safran (más del 6,5%) o MBDA France (más del 4%). Y también es accionista de sus principales competidoras estadounidenses: Boeing (3,9%), Lockheed Martin (4,9%), Raytheon Technologies (4,8%), General Dynamics (3,9%) o Northrop Grumman (4,2%).

Y la situación es similar con otros grandes fondos de inversión estadounidenses, como Capital, Vanguard o Fidelity. Este último controla, por cierto, cerca del 14% de Indra Sistemas.

En el siguiente gráfico se detallan los intereses de grandes fondos americanos en la industria armamentística, a ambos lados del Atlántico.

Matt Stoller considera que esto también es un "problema importante". Para el economista estadounidense, "la propiedad común crea incentivos para precios más altos, menos innovación y menor producción".

Este problema de la "propiedad común" se produce cuando la mayoría de las empresas de un mismo sector son en parte propiedad de los mismos accionistas. El riesgo evidente de confianza, o ausencia de competencia, aumenta si todas las compañías reciben la misma orientación estratégica de sus dueños.

Sin embargo, Stoller no está seguro de que esa sea la estrategia de los fondos americanos en el sector militar europeo. "Los fondos indexados como Blackrock y Vanguard probablemente no se dirigen al sector militar de forma específica, sino que compran de forma masiva acciones de empresas cotizadas. Pero sigue siendo un problema importante que fondos distantes controlen una parte significativa de todas las empresas de una línea de negocio concreta". 

Martin Schmalz, economista alemán y profesor en Oxford, afirma que su "intuición" es que "los intereses nacionales son mucho más importantes que la influencia (o la falta de influencia) de determinados accionistas". En su opinión, esto aumenta el riesgo: "La reciente consolidación del sector, ahora combinada con la propiedad común, hace temer que la ya débil competencia se debilite aún más".

Investigate Europe preguntó a la oficina de la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, sobre este riesgo. No hubo respuesta oficial. Fuentes de la Comisión explicaron que, aunque son conscientes de que "ciertos mercados de defensa están muy concentrados", sólo pueden actuar si "hay pruebas de conductas anticompetitivas".

Otros comisarios no ven mayor problema en la posible influencia de los accionistas. "No me preocupa", respondió a una pregunta sobre este tema Thierry Breton, comisario de Mercado Interior y responsable del Fondo Europeo de Defensa. "Siempre he enseñado a mis alumnos la diferencia entre el accionariado y las responsabilidades de una empresa y de la dirección. En Europa a menudo mezclamos las dos cosas".

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BlackRock aseguró a Investigate Europe que "las cuestiones de política militar nunca han formado parte” de su compromiso con la UE. Además, destacó que el fondo "no proporciona orientación sobre cómo deben gestionar sus negocios” las compañías donde invierte, algo que “es responsabilidad de los consejos de administración y de la dirección de las empresas".

Aunque los funcionarios de la UE y BlackRock aseguran que no hay ningún problema en cuanto a las normas de competencia, Laëtitia Sédou, de la Red Europea contra el Comercio de Armas (ENAAT, por sus siglas en inglés), sí se muestra más preocupada: "Estamos abriendo la caja de Pandora, Europa se está convirtiendo en una vaca lechera, una fuente de financiación sin restricciones".

Investigate Europe envió preguntas a los fondos y empresas mencionados en esta información. Solo Blackrock respondió de forma oficial.

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