Oriente Medio

El PP convierte la política exterior en un campo de batalla aunque esté de acuerdo con Sánchez

Alberto Núñez Feijóo conversa el pasado 25 de enero con la embajadora de Israel en España en presencia del vicesecretario general del partido Elías Bendodo.

La dirección del Partido Popular está convencida de que Pedro Sánchez está utilizando la política exterior de España para desviar la atención sobre la situación política dentro del país, en particular en relación con su debilidad parlamentaria, que le ha hecho renunciar a la tramitación de los presupuestos de este año y el caso Koldo.

Para tratar de desbaratar esa estrategia, Alberto Núñez Feijóo combate todas y cada una de las iniciativas del Gobierno fuera de España, incluso aquellas en las que, sobre el papel, no existe una discrepancia de fondo. Ese es el caso, por ejemplo, del ataque lanzado por Irán contra Israel. Feijóo, igual que Sánchez, condena la agresión, que puede desestabilizar Oriente Medio. Pero el líder del PP echa en falta un lenguaje más firme y ha criticado que el presidente no fuese de los primeros en pronunciarse.

Lo hizo en un mitin en Bilbao este domingo. Según él, España no condenó de forma “firme y determinante” los ataques contra Israel cuando estos se iniciaron y fue el último país de la UE en hacerlo. “El PP”, se jactó, “lo hizo en el primer instante; el Gobierno, no. Y lo hizo ‘sin matices ni titubeos’ porque ‘es nuestro deber defender las democracias en el mundo’”, remarcó.

Génova habla de “ridículo internacional de España y de su gobierno, en un momento en el que Pedro Sánchez quiere vender su agenda exterior para huir de la realidad y de los problemas que tienen los españoles”. “La política exterior para Pedro Sánchez se ha convertido en un truco, en una estrategia para escapar del rechazo de los españoles”.

La condena de Sánchez

La verdad es que el presidente había publicado un tuit sobre el ataque en el que aseguraba que “el Gobierno de España lo condena, como ha condenado y condenará siempre toda forma de violencia que atente contra la seguridad y el bienestar de civiles inocentes”, y pedía “responsabilidad y contención. Debemos aprender de la historia y hallar una forma de resolver los conflictos por la vía diplomática, evitando a toda costa una escalada aún mayor”. Muy en línea, por cierto, con los principales líderes mundiales, preocupados por que la respuesta israelí derive en una guerra abierta en la zona.

Al PP estas palabras le parecieron “equidistantes”. “España no puede ser equidistante entre el terror de Hamás y dictaduras como la de Irán y una democracia como es Israel”, sostuvo este lunes el portavoz del partido, Borja Sémper. Según él, una parte del Gobierno, en referencia a los ministros de Sumar, se niega a condenar lo ocurrido o lo han hecho, desde su punto de vista, “de una manera tibia”. “¿De qué lado está el gobierno de España?”, se preguntó.

Otro buen ejemplo de un asunto clave de política exterior en el que la posición del PP no es muy diferente de la del Gobierno, pero que Feijóo utiliza para alimentar la confrontación política, es la idea de que el conflicto israelo-palestino no se solucionará mientras Palestina no sea reconocida como Estado. El líder del PP afirma defender que España dé ese paso, pero exige que no lo haga sola y deje a otros países abrir ese camino. Argumenta que hace falta una “masa crítica” suficiente para que el reconocimiento sea efectivo.

Esa estrategia es, casi exactamente, la que está siguiendo Sánchez, que desde hace semanas busca el compromiso de un número suficiente de países en Europa para hacer posible ese reconocimiento.

El gas ruso

Algo muy parecido sucede con Ucrania. Feijóo se mostró a favor, desde el primer momento, de que España diese todo el apoyo posible a este país, especialmente en el terreno militar, alineándose claramente con el Gobierno. Pero, también en este caso, el líder del PP no tardó en mostrar reservas al considerar insuficiente el compromiso de Sánchez con Volodímir Zelenski.

Para minar la posición española en este asunto, Feijóo trata a menudo de culpar al Gobierno del incremento en las importaciones de gas ruso, una transacción comercial que no depende del Ejecutivo, sino de las empresas energéticas españolas, que son las que mantienen vivos sus acuerdos de importación con las plantas de extracción de Rusia. La semana pasada, el líder del PP no dudó en utilizar esta afirmación para volver a acusar a Sánchez de estar financiando la ofensiva de Vladímir Putin contra Ucrania.

La contestación del PP a la política exterior de Sánchez se ha extendido en los dos últimos años a todas sus iniciativas, en particular a Marruecos y el Sáhara. Aquí sí hay discrepancias de fondo. Feijóo ha defendido el mantenimiento del consenso histórico compartido hasta hace poco por su partido y por el PSOE en defensa de una solución para la antigua colonia española en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas, que el Gobierno de Sánchez rompió al mostrar su preferencia por el proyecto marroquí de resolver el conflicto convirtiendo el Sáhara en un territorio autónomo, pero no independiente.

Génova ha combatido no solo esas posiciones del Ejecutivo sino las que defiende en el marco de soberanía compartida de la Unión Europea, en particular la que, de común acuerdo con Portugal, dio lugar a la llamada excepción ibérica que facilitó el control de los precios del gas en España en plena crisis energética.

Sin perfil internacional

Feijóo, que jamás ha tenido un perfil internacional pese a su larga trayectoria política y cuyos contactos se limitan a los que está empezando a desarrollar en el ámbito del Partido Popular Europeo y de los aliados de esta formación en América, nunca se ha mostrado particularmente interesado por la política exterior. Su principal asesor en la dirección del partido para esta materia sigue siendo Esteban González Pons, cuya experiencia se centra sobre todo en la política europea.

Aún así, en su equipo se quejan, desde el primer momento, de la ausencia absoluta de diálogo con Sánchez en esta materia. Critican, sobre todo, que el presidente no descuelgue el teléfono para hablar con Feijóo para tratar de consensuar “la política internacional, algo extremadamente serio y que debe ser compartida con el principal grupo de la oposición”.

“Hay determinadas materias en política que son políticas de Estado, y que, por lo tanto, deben de ser compartidas desde el Gobierno con la oposición”, alegó este lunes Sémper desde la sede del partido en la calle Génova. “Y una de esas materias que son extremadamente sensibles, y que son políticas de Estado con mayúsculas, es la política exterior”.

Toda la información que tienen, asegura el PP pasando por alto los debates celebrados en el Congreso en esta materia, que se han ido ocupando sucesivamente de la guerra en Ucrania, de la invasión de Gaza o de las difíciles relaciones con Marruecos, les llega, aseguran, “a través de lo que leemos al presidente del Gobierno en Twitter”.

Los bulos

En su afán por tratar de desacreditar la política exterior del Gobierno, el PP ha recuperado incluso el incidente con la vicepresidente de Venezuela en el aeropuerto de Barajas, que la justicia ya archivó después de que el Tribunal Supremo estimase probado que Delcy Rodríguez pasó la noche del 19 al 20 de enero de 2020 en las zonas de tránsito del aeropuerto de Madrid, sin que se incurriera en incumplimiento alguno de la prohibición de que accediera a territorio comunitario. Un asunto sobre el que también la Audiencia de Madrid concluyó que “no se da conducta prevaricadora ni de otro carácter delictivo” cuando desestimó los recursos de apelación de Vox.

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Pero los conservadores, en plena ofensiva para imputar corrupción al Gobierno, lo han recuperado dando incluso pábulo a la teoría de la conspiración de la extrema derecha, política y mediática, según la cual Rodríguez entregó maletas con un valioso contenido secreto al entonces ministro de Fomento, José Luis Ábalos. El propio Feijóo en persona lo utilizó la semana pasada en un debate con Sánchez en el Congreso.

No es la primera vez que el PP adopta esta línea argumental. El propio Feijóo trata de extender la idea de que Sánchez simpatiza con Hamás y otros grupos terroristas, relacionándola además con la decisión del PSOE de normalizar las negociaciones políticas con EH Bildu.

Tampoco es la única teoría de conspiración a la que Feijóo se ha apuntado para tratar de cuestionar la política exterior de Sánchez. La semana pasada también especuló con la idea de que, en sus relaciones con Marruecos, Sánchez está siendo chantajeado por los servicios secretos de Rabat bajo amenaza de divulgar supuesta información sensible presuntamente robada de su teléfono móvil cuando fue atacado con el software de espionaje Pegasus.

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