Pros y contras del cordón sanitario total a los ultras que el PSOE ofrece al PP a cambio de Castilla y León

La noche electoral en Castilla y León alumbró un escenario claro: la derecha se impuso con claridad y la suma de procuradores de PP y Vox, tras el ascenso fulgurante de los de Abascal, arrojó una mayoría estable para un gobierno. Los planes de los populares, sin embargo, no pasaban por ahí cuando precipitaron la convocatoria de elecciones. El objetivo de Pablo Casado y Alfonso Fernández Mañueco era el de una amplia mayoría que les permitiera gobernar en solitario. Ahora, tras ver frustradas esas expectativas, sus supuestas reticencias a compartir Ejecutivo con la extrema derecha han trasladado un debate al PSOE: ¿deberían facilitar la investidura al PP para que no gobierne Vox?
La reflexión en el PSOE
“El planteamiento es una trampa”, asegura un veterano dirigente socialista que tiene claro que “lo único que quiere el PP es que le regalemos la investidura para seguir gobernando con Vox”. En la calle Ferraz es prácticamente unánime este planteamiento, aunque la reflexión se ha dado desde la noche del domingo en los foros de discusión interna de los socialistas. La posibilidad de ser una herramienta útil para el cordón sanitario a la extrema derecha ha planeado sobre el PSOE en las últimas horas, e incluso lo han llegado a plantear en público voces como las del alcalde socialista de Valladolid, Óscar Puente. “El PSOE siempre está para hacer país y para mejorar las cosas, claro que lo hemos pensado”, reconocen fuentes socialistas que, sin embargo, apostillan: “Lo que no podemos es ser unos pagafantas”.
¿Quiere el PP un cordón sanitario?
Sobre esa hipotética abstención del PSOE en Castilla y León para facilitar la investidura a Mañueco surgen varias dudas. La primera es si, a estas alturas, resulta creíble que el PP se esté planteando un cordón sanitario a la extrema derecha. Responde Amelia Martínez, directora de proyectos de la Fundación Rosa Luxemburgo en España y editora de De los neocon a los neonazis, la derecha radical en el estado español: “No es nada creíble que el PP de Castilla y León o Pablo Casado se estén planteando un cordón sanitario a Vox mientras gobiernan con ellos o gracias a ellos en Murcia, Andalucía o Madrid. Y, en cualquier caso, es demasiado tarde para eso”.
Lo cierto es que ni el propio PP ha llegado a hablar de ese cordón sanitario y tan solo ha planteado públicamente al PSOE que le facilite la investidura. En la sesión de control del Senado, Pedro Sánchez le planteó al portavoz de los populares que "si quieren la abstención porque quieren poner un cordón sanitario a la extrema derecha para proteger los derechos de las mujeres, dígalo, que a lo mejor nos podemos entender”, dijo el presidente antes de advertir: “Pero dígaselo también a quienes gobiernan en Madrid, Andalucía y Murcia para que rompan con ellos".
Vox, aliado de Casado
En esos otros territorios donde el PP ha convertido a la extrema derecha en un actor válido e imprescindible para gobernar pone precisamente el foco Marga León, profesora de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Barcelona: “Lo del cordón sanitario no tiene mucho sentido hablarlo ahora porque Vox ya ha entrado en otros gobiernos, así que ese cordón ya se ha roto, si es que en algún momento hubo esa discusión”. Comparte ese análisis la profesora de Ciencia Política en la Universidad de Valencia Aida Vizcaíno: “A menos que fuera un cambio de rumbo real por parte del PP exportable a otros territorios, en el que Castilla y León fuera el inicio, sirve de más bien de poco establecer esas líneas rojas. El recorrido discursivo y la actuación del PP desde la moción de censura no es coherente con esas líneas rojas por lo que no sería aventurado pensar que responde más a un juego dialéctico de trasvase de responsabilidad política hacia el PSOE que a un cambio de rumbo”, concluye.
¿Son útiles los cordones sanitarios?
Marga León también reflexiona sobre la utilidad de ese hipotético cordón sanitario y las consecuencias electorales que podría tener a medio plazo: “Es que tampoco hay ninguna evidencia de que los cordones funcionen. A veces lo que hacen es fortalecer aún más las opciones de extrema derecha que no tienen responsabilidad de gobierno. Sí hay evidencias, por el contrario, de que cuando se comprometen con la acción de gobernar se desarman sus postulados”. Amelia Martínez subraya que mientras en Alemania “ha sido la propia CDU y la propia Merkel quienes han aislado a la extrema derecha y a los neonazis, en España no cuela que este PP se esté planteando algo así después de los vínculos y las filias que ha demostrado tener con Vox”.
Vizcaíno cree que, a estas alturas, “la extrema derecha tiene ganado parte del relato y no le sería muy complicado asumir ese rol victimista que reforzaría el mantra de la conspiración mediática, que tan bien sabe explotar. La dialéctica del PP durante la campaña ha creado un escenario propicio tanto si se da un gobierno conjunto como si opta por un gobierno en minoría sin la extrema derecha”.
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A la politóloga Marga León sí le parece acertada, desde un punto de vista estratégico, la postura del PSOE: “Lo más seguro es que el PP no lo acepte, claro, pero el PSOE se puede situar en un buen lugar de cara a la opinión pública si deja de lado la contienda política y ofrece que no entre a gobernar la extrema derecha a cambio de unas condiciones muy concretas”.
La directora de la Fundación Rosa Luxemburgo en España no ve “ningún incentivo” para que el PSOE facilite un gobierno del PP en Castilla y León. “Supondría regalar la investidura a un partido que tiene problemas con la justicia por financiación ilegal y que luego, con toda probabilidad, desempeñaría su acción de gobierno apoyándose en la extrema derecha y de espaldas a políticas sociales o a inversiones en sanidad pública. ¿Qué gana el PSOE? Yo creo que nada”.
Aida Vizcaíno cree que el único incentivo del PSOE sería abanderar un "sentido de estado" e influir por primera vez en las políticas de Castilla y León: “En términos de competición electoral estatal, podría arrinconar más a los partidos a su izquierda”, opina, aunque alerta de que “el riesgo de apoyar un gobierno del PP para evitar a la extrema derecha es, primero, aceptar el relato del PP y, segundo, hipotecar su credibilidad a futuro en el caso de un mayor protagonismo de la corrupción”. En el PSOE tienen claro que no ocurrirá, aunque retan a Casado: “Que rompa con Vox y que luego nos pida la abstención. Entonces vemos”.