El líder favorito de Vox da aire a Putin

El primer ministro húngaro, Viktor Orban, da una rueda de prensa.

Tensiones en la respuesta europea ante la guerra. Justo cuanto la Unión Europea (UE) se enfrenta al mayor desafío a su unidad desde que empezó la invasión de Ucrania, Víctor Orbán refuerza en las urnas su papel de aliado de Vladimir Putin. Con el aplauso de Vox, que el lunes sobresalió entre las extremas derechas europeas en la celebración del triunfo de Orbán, el primer ministro húngaro amenaza la unidad de la UE en un momento crítico. Y lanza señales inéditas: en pleno conflicto bélico, señala como "adversario" a Volodímir Zelenski, el presidente del país agredido, y este mismo miércoles cita al embajador de Ucrania con estas explicaciones de su ministro de Exteriores, Péter Szijjártó: “Es hora de que los dirigentes ucranianos dejen de insultar a Hungría”. Orbán dio este miércoles otra vuelta de tuerca a su actitud anunciando en primera persona su oposición a aprobar sanciones energéticas y ofreciéndose a pagar a Rusia en rublos. La unidad de acción de la UE está amenazada por el líder favorito de Vox, tercera fuerza política en España.

La cohesión de los 27 ante la ofensiva de Putin encara sus mayores dificultades por el alargamiento de la guerra y porque las sanciones se adentran ahora en un terreno que desata las discrepancias: la energía. De momento, y como muestra de las dificultades para endurecer la posición de la UE, el gas y el petróleo se quedan fuera de las nuevas sanciones que prepara la Comisión Europea.

Una laboriosa unidad en peligro

La unidad europea tras la invasión de Ucrania, el 24 de febrero, fue fruto de un trabajo previo en el seno de la UE. La imagen de reacción fulminante y sobre la marcha era inexacta. Hubo un laborioso trabajo previo, explica Ana Gascón, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad de Zaragoza, que se materializó tras la invasión en un acuerdo rápido "sobre aquello en lo que era más fácil ponerse de acuerdo". "Conforme la guerra se alarga, hay un desgaste dentro de la UE, porque las medidas no dan todos los resultados esperados", añade Gascón, que prevé que en adelante entremos en una fase de "compromisos de mínimos" sobre medidas de más difícil acuerdo.

A la dificultad del "desgaste" se suma el reforzamiento de Orbán. El primer ministro, a pesar de su "relación especial" con Putin, "no podía" durante su campaña electoral decir "nada excesivamente antieuropeo", analiza Gascón. "Ahora que ha ganado las elecciones va a estar más tranquilo a la hora de plantear problemas", añade la profesora, si bien recalca que la Comisión cuenta como "herramienta de presión" con los fondos comunitarios. Este mismo martes la UE activó el proceso, avalado por la justicia europea, para bloquear fondos a Hungría por vulneraciones del Estado de derecho.

Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano, señala que la entrada de las sanciones en el terreno de la energía hace "improbable" la "unanimidad", porque cualquier intervención tiene "efectos asimétricos" sobre los distintos países. Además, afirma que el alargamiento de la guerra, así como una posible desaparición de la sensación de "peligro", podrían ser también factores que erosionasen la "solidaridad" en la respuesta.

En cuanto Hungría, el también profesor del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado de la UNED cuestiona muy seriamente que vaya a a permitir sanciones en materia energética, dado el "impacto diferenciado" de tales medidas en su economía. Pero, ¿no se podría decir lo mismo en Alemania, con una economía también muy dependiente del gas ruso? Hasta cierto punto, responde Arteaga, ya que en Alemania "el liderazgo" va justamente en la dirección opuesta a la que marca en Hungría. Mientras en Alemania –explica– el discurso oficial apunta a que, llegado el caso, podría ser necesario asumir medidas aún más duras, en Hungría el no va por delante y ya está advertido a la Comisión. Arteaga cree que es probable que Hungría acabe siendo un obstáculo para la "acción concertada".

Momentos decisivos

Son momentos decisivos para la posición europea ante la guerra. Tras conocer la masacre de Bucha, la Comisión trabaja en un quinto paquete de sanciones contra Rusia. Bruselas prevé que esta vez las medidas alcancen a las compras de energía. Pero, ¿hasta dónde? He ahí la clave. Porque la energía es terreno minado.

Los diferentes grados de dependencia del gas ruso condicionan las posiciones. Ahora mismo rechazan la desconexión del gas ruso Alemania, Austria y Hungría. En cuanto a los países favorables a la interrupción del gas, destacan "Polonia y los bálticos", en referencia a Estonia, Letonia y Lituania, estandartes de la línea más otanista y antirrusa dentro de la UE, explica Pablo del Amo, codirector de Descifrando la Guerra. Es tal el "frentismo" de estos países ante Rusia, explica, que defienden una sanción que tendría un impacto negativo muy significativo para sus propias economías.

Ni el gas ni el petróleo

Los movimientos en Bruselas evidencian que, ante la división existente, la hipótesis de una desconexión del gas ruso se aleja. El vicepresidente de la Comisión Valdis Dombrovskis afirmó este martes que incluir en las sanciones el carbón y el petróleo es "una opción", pero no el gas. Más tarde, la presidenta, Ursula Von der Leyen, descartó también el petróleo, al menos por ahora.

La medida propuesta por Von der Leyen es un embargo al carbón ruso que supondría 4.000 millones de euros en un año. Esta ronda de sanciones incluiría –si se aprueba– más restricciones al sector bancario, un veto a la entrada de barcos rusos y otro a los operadores de transporte por carretera.

Fin del "shock inicial"

¿Saldrán adelantes las sanciones, una vez excluido el gas y el petróleo? El procedimiento para su aprobación no es sencillo. La Comisión debe elaborar una propuesta, que es revisada por los diferentes Estados y finalmente llevada para su aprobación al Consejo de la UE, donde están los 27 miembros. Allí debe aprobarse por unanimidad.

Del Amo (Descifrando la Guerra) afirma que ahora mismo, "pasado el shock" del inicio de la guerra, es más difícil que la UE adopte "una posición unitaria fuerte". El analista cree que, en un escenario de economías desgastadas, entramos en una fase de mayor protagonismo de las estrategias nacionales.

Zelenski, entre los "adversarios" de Orbán

El factor Orbán gana peso tras las elecciones del domingo, en las que este referente de la familia ultraderechista se impuso con claridad. La importancia de su victoria va más allá de los casi 10 millones de habitantes de Hungría. El Gobierno de Orbán, que ya ha advertido de que bloqueará cualquier sanción que "ponga en peligro la seguridad del suministro energético de Hungría", mantiene con Rusia una relación de "pragmático compromiso" que se traduce en que Putin tiene en Orbán a su principal aliado en la UE.

Ambos líderes, Putin y Orbán, se reunieron en Moscú el 1 de febrero, ya en plena crisis prebélica, exhibiendo sintonía. Orbán se presentaba en aquella visita como enviado para una "misión de paz", equidistante entre la UE y Rusia. Ya con Ucrania invadida por Rusia, Orbán ha mantenido una posición de cierta ambigüedad. Su país, que hace frontera con Ucrania, ha acogido refugiados y ha firmado las sanciones, pero no ha enviado armas ni ha permitido el paso de las mismas. No obstante, el salto cualitativo se produjo el domingo tras su victoria, cuando Orbán encuadró a Zelenski en la constelación de adversarios a los que había tenido que superar para conseguir su victoria junto a "los burócratas en Bruselas", entre otros.

Orbán respondía así a los llamamientos que Zelenski le ha hecho, dirigiéndose a él, para que colabore con Ucrania. Este jueves, Hungría aceleró su escalada convocando a la embajador ucraniano por las acusaciones del Gobierno de Zelenski de mantener una actitud que supone una colaboración con Rusia. “¡Nadie puede permitirse desacreditar la decisión democrática del pueblo húngaro! Las declaraciones sobre el establecimiento de regímenes totalitarios, sobre la complicidad en la guerra son inaceptables”, enfatizó Szijjártó.

Putin, por su parte, felicitó el mismo lunes a Orbán tras su victoria con el envío de un telegrama en el que afirmaba que, “pese a la compleja situación internacional, el desarrollo de las relaciones bilaterales responden en su totalidad a los intereses de Rusia y Hungría”. Una valoración propia de un aliado.

Los futuros movimientos

Pablo del Amo ve elocuente que Orbán haya incluido a Zelenski entre sus adversarios, lo que aconseja a estar atento a sus movimientos en el futuro. A juicio del analista de Descifrando la Guerra, es improbable que Orbán, reforzado tras su victoria electoral del domingo, acepte sanciones fuertes contra Rusia, "por su estrecha unión no sólo económica sino política con Rusia".

El historiador Steven Forti, autor de Extrema Derecha 2.0 (Siglo XXI, 2021), cree que Orbán "jugará sus cartas" y "tirará de la cuerda", pero no ve probable que haya una ruptura de su posición de relativa colaboración, sobre todo porque tanto Hungría como Polonia "han aprovechado la crisis" para suavizar la presión de la Comisión con las sanciones.

Diego López Garrido, vicepresidente de la Fundación Alternativas, ve evidente que la victoria de Orbán es "negativa" para la unidad de la respuesta de la UE y considera "tremenda" la alusión contra Zelenski en plena ofensiva contra su país. No obstante, cree que en el actual contexto Orbán "no ganaría nada" obstaculizando una posible unanimidad, más aún cuando hay fondos europeos en juego. El doble juego de Orbán entre Bruselas y Moscú le ha dado resultado en las urnas, opina López Garrido, ya que el electorado no ha visto en riesgo la salida de la UE al mismo tiempo que ha percibido que existía una relación con Rusia que le evitaba problemas con el gigante del este.

A juicio de López Garrido, es cierto que ahora "es más difícil mantener la unidad", pero la UE es "imprescindible" para al menos cuatro desafíos: 1) Acordar una "estrategia a medio-largo plazo de desenganche del gas ruso". 2) Ajustar la transición ecológica a dicha estrategia. 3) Resolver el debate sobre la continuidad del envío de material bélico a Hungría en una guerra que se alarga. 4) Adoptar una "pacto europeo de inmigración y asilo".

Apoyos a Orbán en la extrema derecha

De modo que la Unión se enfrenta a notables desafíos con un referente de la extrema derecha recién reforzado en las urnas: Orbán. A pesar de la felicitación de Putin y del mensaje contra Zelenski, parte de la extrema derecha europea se ha lanzado a la felicitación entusiasta. Lanzó un mensaje de nítido apoyo Marine Le Pen, en plena recta final de una campaña en su caso financiada por un banco húngaro.

Al igual que Le Pen, Matteo Salvini, líder de La Lega, lleva desde la invasión minimizando su largo historial de relaciones con el Kremlin. Ahora, no esconde su entusiasmo por la victoria de Orbán.

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No todos los líderes de la extrema derecha en la UE exhiben satisfacción. Muestran perfil bajo en relación con el triunfo de Orbán el francés Eric Zemmour y la alemana Alice Weidel.

¿Y Vox? El partido español ha expresado una adhesión a Orbán que sorprende a quienes siguen sus movimientos. La formación de Santiago Abascal no se ha quedado en un tuit elogioso.

El vicepresidente de Vox, Jorge Buxadé, siguió la jornada electoral desde Budapest y al día siguiente valoró con euforia los resultados: "Se consolida una Europa distinta a la de los globalistas y burócratas de Bruselas". El eurodiputado de Vox Hermann Tertsch también se desplazó a la capital húngara. Tanto despliegue llama la atención de Steven Forti, especialista en esta familia política, sobre todo porque Vox forma parte del grupo europeo de Conservadores y Reformistas, que reúne a los países más contrarios al Kremlin, con Polonia a la cabeza. Es pronto para conocer las claves de la reacción de Vox, que quizás se encuentren en el futuro juego de alianzas entre sectores de la ultraderecha europea. De momento, Vox no tiene problema en descorchar champán con el triunfo de quien mete a Zelenski en el grupo de sus "adversarios".

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