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Una crisis global

La UE estudia un 'plan Marshall' contra el covid en plena disputa entre el norte y el sur

El presidente del Consejo, Charles Michel, y la jefa de la Comisión, Ursula von der Leyen.

Las Veintisiete capitales vuelven a sentarse frente a frente para avanzar en el diseño de un plan de reconstrucción comunitario que permita dar una salida a la compleja crisis que el coronavirus ha dejado en el Viejo Continente. La cumbre europea de este jueves, la cuarta por videoconferencia desde que la pandemia comenzó a azotar con fuerza a la región, servirá previsiblemente para dar el visto bueno a las medidas de emergencia pactadas a comienzos de mes por el Eurogrupo. Pero también permitirá abordar el debate sobre la puesta en marcha de un nuevo fondo de recuperación que ayude a reactivar la economía tras la crisis sanitaria. De nuevo, el fantasma de la fragmentación entre Norte y Sur amenaza con bloquear un posible acuerdo durante la reunión. Un cónclave al que España se presenta con un plan debajo del brazo que pretende servir como puente de unión entre los dos bloques. Algunos de los economistas consultados por infoLibre ven interesante la propuesta, aunque no se atreven a aventurar si servirá para convencer a los países que se han mostrado más beligerantes con los llamados coronabonos. La clave del éxito o del fracaso, apuntan, estará en Berlín.

El nuevo encuentro vuelve a presentarse como decisivo. Es la segunda vez en apenas un mes que los Estados miembros tienen que hacer equilibrios para intentar alcanzar punto de entendimiento. La primera bola de partido consiguieron salvarla hace apenas dos semanas, cuando los ministros de Economía y Finanzas de los Veintisiete cerraron un acuerdo para movilizar 540.000 millones de euros en préstamos para amortiguar el impacto económico: 240.000 millones vía MEDE a los Estados, otros 200.000 millones para empresas a través del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y 100.000 millones más mediante el fondo de desempleo propuesto por el Ejecutivo comunitario. Sin embargo, los países son conscientes de que este paquete, que recibirá previsiblemente luz verde este jueves, no es suficiente. Por eso, durante aquella reunión también se planteó la necesidad de poner en marcha un plan europeo de reconstrucción para la época postcoronavirus. Herramienta sobre cuyo diseño girará buena parte de la nueva cumbre.

El debate no será sencillo. El volumen de dinero, su procedencia, el reparto de los fondos o la duración en el tiempo vuelve a generar diferencias. Por eso, en su carta de invitación a los jefes de Estado y de Gobierno, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, propuso simplemente que se acuerde trabajar para la creación de ese instrumento “lo antes posible”. “Debe ser de una magnitud suficiente, ir dirigido a los sectores y zonas geográficas más afectados de Europa y ser específico para abordar esta crisis sin precedentes”, señaló el belga. En la misma línea se pronunció el presidente del Eurogrupo, el portugués Mário Centeno, que pidió “medidas extraordinarias” e instó a los países a alejarse del “camino trillado de las viejas líneas rojas” para centrarse “en lo que sea que funcione para resolver el problema”. Pragmatismo y mente abierta como receta para superar escollos.

Deuda perpetua

En la búsqueda de soluciones que puedan evitar el bloqueo, el Gobierno español ha decidido adquirir protagonismo y ha planteado la creación de un Fondo de Recuperación Económica financiado con deuda perpetua común. En un documento adelantado por El País, el Ejecutivo de Pedro Sánchez propone que dicho instrumento esté operativo desde el 1 de enero de 2021 y se mantenga durante dos o tres años. “Su tamaño debería ser suficientemente grande para tener un impacto macroeconómico y atajar el golpe de la crisis. Muchos expertos lo estiman entre 1 y 1,5 billones de euros”, reza el documento de trabajo elaborado. Además, plantea que sea financiado con deuda perpetua –solo se abonarían los intereses– “respaldada por los mecanismos legales existentes”, de forma que gozaría de la calificación triple A que tienen las instituciones comunitarias en los mercados. Este fondo debería estar incluido, a ojos del Ejecutivo, dentro del Marco Financiero Plurianual. Un presupuesto comunitario que debe ser acordado “lo antes posible” con un tamaño “proporcional a la magnitud de la crisis sin precedentes”.

El documento también propone que los intereses de esa deuda perpetua emitida se afronten con cargo a nuevos impuestos europeos, como por ejemplo uno que grave las emisiones de CO2. En cuanto a los fondos recaudados, plantea que se distribuyan en forma de transferencias entre los países siguiendo un modelo de reparto basado en el impacto de la pandemia. Es decir, apoyándose sobre indicadores como el porcentaje de población afectada, el retroceso de la economía nacional o el aumento del desempleo. Una propuesta intermedia, en definitiva, que pensada para intentar tender puentes entre aquellos Estados que exigen medidas mucho más ambiciosas –Italia o Francia– y los que se niegan en redondo a la puesta en marcha de los famosos coronabonos –Alemania u Holanda–. Diarios económicos de referencia como el Financial Times ya han aplaudido la idea, al igual que países como Portugal. “Veo el papel presentado por España como un esfuerzo honesto por buscar un terreno intermedio”, señaló en una entrevista a comienzos de semana el vicepresidente primero de la Comisión, Frans Timmermans.

Santiago Carbó, catedrático de Economía de Cunef, cree que la herramienta que ha puesto sobre la mesa España es “interesante”. Principalmente, explica, porque “no es una deuda mutualizada entre países” sino que va directamente al presupuesto de la Unión Europea. “Puede que tenga una mayor viabilidad”, señala al otro lado del teléfono. Pero también porque la propuesta de 1,5 billones de euros “no se queda corta”. Es, en su opinión, una buena baza. “Los coronabonos, por ahora, parecen estar fuera del debate inmediato. Todos los países del Norte son muy reticentes a ellos”, recalca Carbó. Italia es el socio que más ha insistido en esta última cuestión. Y su primer ministro, Giuseppe Conte, ya advirtió este martes que no aceptará  “compromisos a la baja, con descuento”. “O todos ganamos o todos perdemos”, señaló durante su intervención en el Senado italiano, en la que recordó que tanto la UE como los países de la zona euro no pueden darse el lujo de “repetir los mismos errores” cometidos durante la Gran Recesión.

“La propuesta tendría visos de ser aceptada por el resto de Estados en dos escenarios opuestos. O bien ante una extrema necesidad que no pueda ser afrontada con más herramientas o bien en un contexto de total confianza hacia España. Una confianza que justo hoy no se encuentra en su mejor momento”, apunta al otro lado del teléfono el economista Javier Santacruz, recordando la corrección que ha hecho Eurostat este miércoles del dato de déficit público difundido por Hacienda a finales de marzo. En opinión de este experto, el principal problema que tiene el fondo propuesto desde Madrid es la “deuda perpetua”. “Los Estados miembros no son demasiado amigos de ella”, dice Santacruz. En este sentido, recuerda que esta opción se ha utilizado “en múltiples ocasiones, sobre todo en épocas de guerra”. “Y aquellos que la han emitido te dicen que no es precisamente un chollo y que en muchas ocasiones se convierte en algo más caro. Además, recoge un riesgo elevado y, por tanto, un tipo de interés mucho más alto de los que se manejan en los mercados”, concluye el economista.

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La Comisión busca un punto intermedio

A fin de limar al máximo posible las posiciones más enconadas, representadas por Holanda e Italia, la Comisión Europea ha articulado su propia propuesta. Una suerte de punto intermedio del punto intermedio con guiños a uno y otro lado. El proyecto del Ejecutivo comunitario plantea la creación de un Fondo de Recuperación Europeo que pasa por una ampliación temporal del techo de gasto que permita emitir más de 323.000 millones de euros en deuda, que se beneficiaría de una buena calificación crediticia. En total, esperan que a través de ese plan Marshall se puedan movilizar al menos 1,5 millones de euros. Una cantidad que se mueve en los márgenes puestos sobre la mesa por España. Eso sí, nada de deuda perpetua. Mejor periodos de entre 5 y 30 años con los que poder atraer a un mayor número de inversores. La propuesta de Bruselas, además, recoge algunas de las peticiones del Norte. Como pedía Alemania, el fondo se engancharía al presupuesto comunitario. Y para contentar a Países Bajos, contempla que algunas de las ayudas sean reembolsables.

Ahora habrá que ver si todas estas piezas consiguen encajar. Para Carbó, que señala que el nuevo encuentro es “sólo una de todas las finales que tendrán que disputarse en los próximos meses”, la clave está en Alemania. “Si no la convences, no tienes nada que hacer”, apunta. En este sentido, la canciller, Angela Merkel, abrió el pasado lunes la puerta a deudas compartidas con un límite temporal. Un mecanismo en forma de “bonos con garantías de los Estados”. Ese mismo día, los jefes de Estado y de Gobierno de España, Italia, Francia, Alemania y Países bajos mantuvieron una conversación telemática organizada por el presidente del Consejo Europeo para intentar rebajar la tensión de cara a la cumbre de este jueves. Otro importante cónclave en el que se podrá ver si Roma abandona definitivamente los coronabonos para apostar por otras fórmulas alternativas y si La Haya flexibiliza su postura para facilitar la puesta en marcha de una estrategia común. Todo ello con el objetivo principal de hacer frente a los estragos económicos y sociales que amenaza con dejar la pandemia.

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