Las memorias del poder, los políticos y la escritura en TintaLibre de febrero

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La degradación del lenguaje político es una de las consecuencias, una más, de la crispación que vive el sistema parlamentario. El discurso vive sus horas más bajas y no parece importar demasiado que los tribunos no estén a la altura de las exigencias que demanda el relato. En febrero TintaLibre toma la palabra y lo hace con la de aquellos que han escritos discursos para sí mismos o para otros y quienes, al correr de los años, han destilado sus confesiones y recuerdos en libros a veces también escritos de su pluma y letra y otros empleando al tan socorrido ghostwriter de nuestros días.

Empezamos el menú con un conversatorio que no dejará indiferente al lector. Tanto Carmen Calvo, diputada del PSOE, como Cayetana Álvarez de Toledo, diputada por el PP,  son dos ejemplos que siempre han procurado mimar el lenguaje político más allá de que compartamos o no sus ideas y ambas abundan en nuestras páginas en muchas reflexiones que parten de la base que la leyenda negra del pensamiento político español, aunque menos frecuente y rico que el inglés o el francés, no desmerece tanto como pensamos. Los ejemplos van desde las memorias de Azaña o las del franquista Dionisio Ridruejo, un arco a veces tensado por la natural aversión ideológica que no empaña el buen hacer literario. Sostiene Cayetana que “lo importante es recuperar en el discurso público la belleza y la verdad que han sido aniquiladas en los últimos años “ y Carmen Calvo, por su parte, apunta: “me sobra el estilete rápido, la frase ingeniosa destructiva que no te lleva a ningún sitio más allá que a quien te la suelta le haya subido la adrenalina”.

Algunos de nuestros invitados cuentan la experiencia de escribir para otros, como Lina Gálvez, Adrià Porta o José María Lassalle, un asunto poco conocido que abunda en esclarecer los secretos y meandros de ese “algo más que una autoría escondida” como lo define el propio Lassalle. De las memorias de distinto signo se encargan Juan Rodríguez Teruel (PSOE), Maximiliano Fuentes (Vox), Ignacio Peyró (PP) y Jordi Gracia (Podemos), a los que se añade la crónica de esas “memorias imposibles del Caudillo” que sirven a Rafael Rojas para reflexionar sobre Latinoamérica. Un prisma completo del memorialismo que se produce en nuestra lengua, de esas “memorias del poder” como dice nuestra portada de febrero con la ilustración de Riki Blanco.

España se rompe... por Madrid, en TintaLibre de enero

En los primeros días de febrero de 2012 se celebró en Sevilla el Congreso del PSOE en el que Rubalcaba derrotó por sólo 22 votos a Carme Chacón después de una noche de 'cuchillos largos' y presiones sin cuento a los delegados partidarios de la renovación. Jordi Amat escribe la crónica (o contracrónica) probablemente más descarnada y fidedigna de aquel cambio frustrado. Uno de los protagonistas de aquel intento fue Miguel Barroso, entonces marido de Chacón, fallecido de un infarto hace un par de semanas.

El frente cultural de febrero (TL es una revista de cultura y pensamiento) está protagonizado por ese retorno de la “mitad oculta” de Luis Martín-Santos, el autor de Tiempo de Silencio. Nuevos inéditos que tratan de potenciar las luces sobre un autor, malogrado tras un accidente de automóvil en 1964, y de cuyo nacimiento se cumple ahora el centenario. Lo cuenta Domingo Ródenas de Moya, coordinador de las nuevas entregas.

Otras dos invitaciones. A Máximo Pradera no le ha gustado el Maestro de Bradley Cooper pese a estar muy nominada a los Oscar. Una ocasión desperdiciada para acercarse al gran Leonard Bernstein, afirma. El que sí habla con cariño del maestro Jorge Herralde, fundador de la editorial Anagrama, es el escritor Ignacio Martínez de Pisón, que cuenta sus inicios literarios en aquella Barcelona que rompió definitivamente con la España del franquismo y sus clichés habituales. 

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