Rompiendo las reglas, en tintaLibre febrero

Todo se está moviendo a gran velocidad en esta sociedad en la que manda la economía (y la cultura) digital. Parece que la reflexión serena es imposible. El vocerío y el torrente informativo, la trifulca y el zasca se han apoderado de un horizonte turbulento. En medio del escenario, se halla tanto la democracia (la democracia parlamentaria con todos sus defectos) y ese capitalismo que ha emprendido una operación de reciclaje a gran escala del neoliberalismo: más mercados, más desigualdad, menos servicios públicos y, por todas partes, desafíos a las instituciones que siguen apostando por una convivencia pacífica entre ciudadanos libres.

Rompiendo las reglas sitúa este mes el frente del conflicto en varios asuntos que obligan a prestar atención. En La democracia bajo mínimos, el filósofo José Luis Moreno Pestaña nos obliga a reflexionar sobre algo que está pasando y es que, según su opinión, una sociedad no es democrática si carece de valores compartidos que la sostengan. “Es normal”, sostiene el pensador, “que tengamos una democracia bajo mínimos. La hemos desterrado de la actividad económica y elevamos a la política a sujetos incapaces de cooperar de manera duradera porque, en el fondo, se comportan como unos brókeres despiadados”.

Otro asunto que merece nuestro interés es el Derecho, un poder el jurídico cada vez más polémico y controvertido que el catedrático de Derecho Constitucional Albert Noguera observa en tiempos globalización. “Los lugares concretos”, dice, “ya no importan en un discurso que ubica el centro de poder a asaltar en unos circuitos superiores del Capital, externos a nuestra cotidianidad”.

En pleno ojo del huracán están las redes sociales como agente que debería incubar las revoluciones y movimientos alternativos del presente. Gal Beckermann, otro de nuestros analistas de febrero, es crítico con el común denominador de un activismo que resulta elocuente en sus carencias: “Necesitamos producir el contenido que desencadena las sensaciones más fuertes: indignación, tristeza, repugnancia”.

Hace tiempo que el centro del sistema, y del debate, se mueven. Ya lo hacían cuando, en febrero de 1873, se proclamó en España la Primera República hasta que el general Pavía decidió ponerle fin un año más tarde irrumpiendo en la Asamblea Nacional. República y republicano son, para el historiador Xosé M. Núñez Seixas, un sinónimo de caos en el habla popular española desde ese momento. Pero no toda la ruptura de reglas, no todo el horizonte que prometen y conciben, tiene porque ser un caos o una quimera. En Bendita irreverencia, Javier Valenzuela nos habla de ese modo de pensar “que rema a contracorriente, la que molesta a reyes, sacerdotes y banqueros del momento”.

En nuestro febrero hay también personajes que han querido romper las reglas y lo han logrado a su manera. En este mes de febrero, con la entrega de los Goya, es recomendable la entrevista que le hace Karmentxu Marín al cineasta Rodrigo Sorogoyen, que con As bestas (y antes ya con El Reino) da un puñetazo sobre la mesa del cine español. Aunque si hay alguien que siempre, guste o no, ha conseguido épater les bourgeois es Louis Ferdinand Céline, al que el escritor José Ángel Mañas invita a nuestro “más acá”.

De la serie Fantasmas ilustrados de Felipe Benítez Reyes también tenemos el gusto de presentar a un personaje siempre provocador y juguetón, el poeta Carlos Edmundo de Ory en el centenario de su nacimiento. Sus versos rompieron de hecho muchas reglas.

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