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Humor al cubo

Ana Milán y el ataque de risa de ocho minutos con Carmen Machi en escena

Nacida en Torrevieja (Alicante), Ana Milán tenía pensado ser periodista cuando se licenció en la universidad. Cuando vino a Madrid empezó a colaborar en televisión y en el mundo de la moda. Poco después empezó a conseguir papeles en populares series de los 90, como Policías o Compañeros. Sin embargo, un giro del destino la llevó a introducirse en el mundo de los monólogos trabajando con el equipo de El club de la comedia. Se enroló, en 2002, en uno de los primeros grandes éxitos de espectáculo de monólogos en España: 5mujeres.com. Aún recuerda aquellos años.

PREGUNTA: ¿Cómo te diste cuenta de que eras graciosa?

RESPUESTA: Yo me di cuenta de que tenía capacidad de hacer reír por mi madre. Porque mi madre no era una mujer con un gran sentido del humor, pero cuando dabas en el blanco se reía de una manera absolutamente contagiosa y además nos la contagiaba a todos y yo era especialista en casa en hacerla reír. Después de ella estaba toda mi familia, hacía reír a mi padre, hacía reír a mi hermana, a mis sobrinos, a todos.

P: Y en el colegio o en la adolescencia, ¿también eras conocida como la divertida del grupo?

R: En el cole, no. Sé que hay muchos que lo descubren en el cole. Yo para nada, al contrario. Las había mucho más graciosas. En la adolescencia, cuando empecé a salir un poco por la noche, como con 17 años, me di cuenta de que estaba contando una historia muy cotidiana, muy de El club de la comedia, muy de: “Venía para acá y no sabéis lo que me ha pasado” y había carcajadas. Fue entonces cuando pensé: “Pues oye, a ver si es que voy a tener mi gracia”.

P: ¿Y cómo diste el paso de ver que funcionaba con los amigos a pensar que podías ser profesional?

R: Ese paso ocurre en una especie de carambola maravillosa de la vida en la que Ana Rivas y José Miguel Contreras confían en mi para hacer 5 Mujeres.com, a pesar de que yo era totalmente desconocida y el elenco era muy famoso y muy prestigioso. Tuve la suerte de entrar en un sitio donde me puedo fijar en cinco cómicas brutales que sabían hacer las cosas y fue increíble. A la vez yo era la cover, que quiere decir que cuando una se pone mala, ahí apareces tú como sustituta. Así que yo me sabía todos los monólogos junto con Marta Fernández de Vega. Marta y yo hacíamos la presentación del espectáculo y éramos cover.

P: ¿Tuviste que subir muchas veces a escena como suplente?

R: Empecé a subirme al escenario cuando alguna fallaba porque estaba malita o tenía rodaje, y la cosa funcionaba. Recuerdo la primera vez que hice el monólogo, que funcionó muy bien y cuando entré me dijo Beatriz Carvajal: “¡Ven aquí, bonita! No te puedes mover a esa velocidad por el escenario. Quédate clavada. Mañana cuando hagas el monólogo te quedas en el centro y clavada. Yo le dije que vale. Tan clavada me quedé que, cuando acabé, me dijo Beatriz: “Te puedes mover un poquito, hija, que todo te lo tomas al pie de la letra”. He estado con gente con la que he aprendido un montón.

P: ¿Cuánto tiempo estuviste haciendo 5mujeres.com?

R: Fue un superaprendizaje porque, además, 5mujeres.com estuvo dos años en Madrid más dos de gira. Ya está. Un supermaster. Fue increíble y me di cuenta de que funcionaba. Independientemente de que fuera conocida o no. Al principio había más frialdad. “¿Quién es esta?”, decía la gente cuando salía a escena. Recuerdo un día en el que salí al escenario y había dos señoras en la primera o segunda fila. Yo tengo oído de tísica. Oigo muchísimo y las escucho susurrar. “¿Quién es esta?”, y le contesta la otra: “¡Antonia Dell´Atte!”. Y casi me da un terententén, ahí pensando: “¡Pobre señora, cuando se entere de que ni siquiera soy Antonia Dell´Atte!”.

P: En 5mujeres.com estaban actrices espectaculares como Pilar Bardem, Beatriz Carvajal, Nuria González o Carmen Machi. ¿Cómo era compartir escenario con ellas?5mujeres.com

R: Recuerdo alguna historia inolvidable con ellas. Por ejemplo, trabajar con Carmen Machi me ha dado muchas alegrías, pero también un ataque de risa que duró ocho minutos encima de un escenario con ella y ninguna de las dos podíamos hablar y ninguna de las dos podíamos respirar.

P: ¿Cómo surgió el ataque de risa?

R: Empezó porque yo le puse una cara a Carmen y Carmen me puso otra a mí. Ya no recuerdo cómo fue aquello porque el ataque de risa se comió todo lo demás. No recuerdo más, una cara por una cosa que has dicho, otra cara por lo que ella me ha dicho a mí. Pim pam pum y ¡jajá, jajá, jajá!, y ¡joder, joder, joder! ¡Esto se nos va de las manos! Y se nos fue. Además, el público automáticamente se hizo pegatina con nosotras, empatizó con ese ataque de risa y estábamos todos a carcajadas menos la regidora, Alba. Era una mujer menudita, maravillosa, con el pelo corto, con un carácter increíble. La recuerdo mirándonos con la cara de mayor terror de la historia, con cara de: “¡O paráis o tengo que echar el telón!”, pero no podía echar el telón. Yo recuerdo que le pasé una botella de agua a una señora de las primeras filas porque se ahogaba de risa. Fue un despropósito absoluto. El teatro Alcázar estaba lleno, con lo cual, de esto hay testigos, y seguro que lo recuerdan, cómo no, a día de hoy.

P: ¿Cómo conseguisteis salir del bucle?

R: La gente empezó a ahogarse de risa y no sabíamos cómo salir de la situación y yo pensaba: “Si no sabe salir Carmen, que es toda una dama de la escena, ¿cómo mierda voy a salir yo?”. ¡Ocho minutos encima de un escenario es la vida entera! No podíamos respirar y, cuando Carmen Machi consiguió parar, fue la primera que pudo decir algo. Respiró, me miró y me dijo: “¡Idiota!”. Todavía fue peor. No supe salir de esa situación. Trabajar con Carmen es una de las mejores cosas que te pueden pasar, pero es un deporte de alto riesgo.

P: ¿Qué es para ti el humor?

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R: Para mí, es importante que el humor no hiera porque creo que todos estamos librando una batalla muy dura y cuando el humor hace reír a 20 pero hay dos que no, o uno, a mí me pone mal. Alex O'Dogherty, en su espectáculo Imbécil –así se llama el espectáculo, no es que mi amigo Alex sea imbécil, que también lo es, un poco, afortunadamente, como todos– lo dice muy bien: “Si es una broma es porque nos reímos los dos”. Esto de que me río de ti, pero después me excuso: “¡Tío, que era una broma!”. No. Tío, que era una broma, no, porque a lo mejor has hecho daño, porque a lo mejor has herido. Me parece que el humor es muy amplio y hay ciertas cosas que no se tocan.

P: ¿Dónde está el límite?

R: Yo no lo sé. Me parece que cada uno debe tener su límite personal y moral. Yo lo tengo. Y hay cosas de las que no me río y cosas con las que no intento hacer humor. Pero no seré yo la que le diga a otro cómo tiene que usar su humor. Cada uno es libre. El libre albedrío a mí me parece que está muy bien porque le traslada la responsabilidad al que lo ejerce. Yo no quiero ser la policía de lo apropiado. Yo soy policía de lo apropiado para mí y hay cosas de las que yo no me río.

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