Fracasa el desembarco de las lenguas cooficiales en la UE: “El día D no es hoy, pero está más cerca”
Dos meses después de que el resto de capitales europeas rechazasen la oficialidad del catalán, gallego y euskera en las instituciones europeas, el Gobierno volvió a plantearla en Bruselas. Y volvió a fracasar, como en las anteriores seis ocasiones, sin despejar las dudas legales o financieras de varios países y ahora encajonado por nuevo debates que capitalizarán la atención de la UE en los próximos meses.
Las perspectivas no eran positivas antes del encuentro del Consejo de Asuntos Generales, que reúne a ministros o responsables de cuestiones europeas. Así lo reconocía una alta fuente comunitaria al explicar que “lo visto en la anterior reunión es que muchos países tenían dudas sobre cuestiones presupuestaria, de practicidad o por las implicaciones legales. Para alcanzar un acuerdo, estas cuestiones deben resolverse, pero, ¿cuándo va a pasar? Francamente, no lo sé”, avanzando el desenlace negativo.
El ministro polaco de Asuntos Europeos, Adam Szlapka, habló este viernes de esos mismos problemas antes de la reunión en la que Fernando Sampedro, el quesería su homólogo español, defendió los intereses de las tres lenguas. “Hay muchas preocupaciones sobre esta cuestión entre los Estados miembros, creo que hay preocupaciones legales y que los Estados miembros necesitan más tiempo, así que no creo que vaya a haber ninguna decisión”, adelantó Szlapka.
La agenda del Consejo había rebajado en dos sentidos la importancia de la demanda española, lo que ya no apuntaba bien. Si en mayo aparecían como “adopción” los cambios del reglamento regulador de las lenguas de uso en las instituciones comunitarias, la agenda de este viernes recogía sólo un “cambio de impresiones”. De contar con la aprobación de la oficialidad a sólo debatirla. Además, el punto temático pasaba de primero a segundo en la reunión, con sólo 45 minutos de discusión.
El contexto geopolítico, los desafíos y la crisis que afronta la Unión Europea, pero también las dinámicas internas de sus debates y tiempos se sumaron para ir en contra. Lo dejó muy claro, comprensivo pero a la vez crítico, el ministro de Exteriores de Luxemburgo, Xavier Bettel, peso pesado de la política comunitaria tras haber sido antes jefe de Gobierno.
“Yo también vengo de un país donde sabemos lo que es el multilingüismo, lo apoyo plenamente, pero voy a ser muy transparente, esta semana hemos tenidos momentos muy difíciles para acordar las sanciones contra Rusia, nos ha llevado días aprobarlas”, se explayó Bettel, apuntado a las divisiones internas de la propia UE en diversos frentes. “Cuando no somos capaces todavía de tomar medidas sobre Israel y de alcanzar un alto el fuego para Palestina, que llegásemos a un acuerdo sobre el gallego, el vasco y el catalán... Al final del día la gente se preguntaría hacia dónde va Europa. Creo que el momento no es el adecuado si no somos capaces de acordar nada más”.
Esta misma semana, los 27 han derramado sangre, sudor y lágrimas para aprobar finalmente el décimo octavo paquete de sanciones contra Rusia, luego de muchas jornadas de presión sobre Eslovaquia para que levantase su veto, con el que han rebajado el tope al precio del petróleo ruso además de limitar el acceso de los bancos de Moscú a financiación internacional o atacar su flota de petroleros.
El ministro de Asuntos Europeos de Finlandia, igual que el polaco Szlapka, insistió también que la reunión debía centrarse en la primera discusión sobre la reciente propuesta de la Comisión Europea para los próximos presupuestos de la UE, cuentas que alcanzan los dos billones de euros y que Joakim Strand calificó como “simplemente demasiado altas”. Austria, Francia o Hungría también pusieron el foco en el debate sobre los futuros presupuestos de la UE y no en la cuestión lingüística española.
Se trataba, al fin y al cabo, de “las primeras reacciones preliminares” al proyecto de Marco Financiero Plurianual 2028-2034 del que dependen miles de millones de euros para los Estados miembros y donde importantes sectores económicos presionan a cada Gobierno. “Estamos al principio del proceso”, explica la alta fuente comunitaria, “todas las delegaciones necesitan tiempo para mirar las propuestas y cifras, algunas delegaciones encuentran que es un presupuesto muy grande”. A la vuelta del verano, la presidencia rotatoria del Consejo, ostentada por Dinamarca, quiere centrar los debates de este Consejo de ministros en la cuestión presupuestaria y no desviarse con otras.
España sigue sin convencer a sus socios
Igual que en mayo, no hubo votación entre los 27 sobre la cuestión española ante las dudas expresadas abiertamente por varios gobiernos, mostrando la evidente falta de unanimidad para modificar el régimen lingüístico de la UE. La ausencia de la votación dentro del Consejo revela que una minoría importante de países mantiene una firme negativa, aunque en privado fuentes del ministerio de Exteriores aseguren que “se ha dado un paso más en el camino del reconocimiento de las lenguas oficiales españolas en la UE. Un camino irrenunciable e irreversible”.
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Al menos siete países son reacios al reconocimiento del catalán, gallego y euskera, sin que la ofensiva del Gobierno parezca haber movido sus posiciones. “Finlandia siempre está dispuesta a la discusión de una manera constructiva, pero no vemos que sea suficiente en lo referente a los servicios legales, todavía hay varias cuestiones pendiente de resolverse”, aseguró el finlandés Joakim Strand.
Más dura fue la ministra para Europa de Austria, Claudia Plakolm, exigiendo al Gobierno “una propuesta sobre la mesa con la que se aclaren las cuestiones jurídicas y financieras” antes de “dar algún consentimiento”. El Gobierno alemán, que había guardado silencio público sobre la demanda española, también la rechazó categóricamente dentro de la reunión. Mientras el titular francés de Asuntos Europeos, Benjamin Haddad, fue más diplomático asegurando ser consciente de que es “una cuestión muy importante para nuestros amigos españoles”, pero “en el anterior Consejo de Asuntos Generales no hubo consenso y yo deseo seguir trabajando para encontrar una solución constructiva”.
Pese al nuevo varapalo en Bruselas, fuentes de Exteriores insisten que no tiran la toalla. “España está dispuesta a seguir trabajando con todos sobre cualquier cuestión para resolver la discriminación frente a otros Estados miembros a los que sí se les ha respetado su identidad nacional plurilingüe”, explican, situando el debate sobre la oficialidad del catalán, gallego y euskera como si fuese una guerra que librar ante los socios europeos: “El día D no es hoy, pero el día D hoy está más cerca”. De momento, el desembarco de la diplomacia española sigue sin vencer en la playa bruselense.