Aniversarios solidarios

Fernando Granda

Unos aniversarios que es importante resaltar. Surgieron hace cuatro, cinco o seis décadas y ahora celebran singulares y significativos cumpleaños. Son las organizaciones no gubernamentales solidarias que nacieron a mitad del pasado siglo con el fin de apoyar medidas para superar y corregir la deriva humana de guerras, injusticias, desigualdades y desastres naturales o cometidos por el hombre, sus políticas, su egoísmo, sus desmesurados intereses en la mayoría de los casos. Se mantienen con las cuotas y donaciones aportadas por particulares y trabajan con el esfuerzo desinteresado de voluntarios, que en muchos casos dan su vida por socorrer a los desheredados, perseguidos y refugiados de la Tierra. Una labor solidaria que muestra las miserias de las políticas planetarias

How green was my Valley (Qué verde era mi valle) es una cinta cinematográfica que refleja la necesidad de la solidaridad y la búsqueda de una existencia más sana. Fue rodada hace casi un siglo en blanco y negro, pero aún sin color sigue mostrando las pésimas condiciones en que vivían muchas gentes. John Ford, su director, expone en ella, los problemas de los habitantes de un pueblo galés tan llanamente que el filme recibió cinco Oscar de la academia hollywoodense. Nací y crecí en una población asturiana que vivió una realidad parecida: contaminación, minas, negros problemas laborales, solidaridad…

No era factible visitar museos en aquel núcleo industrial y cuando estudiábamos el bachillerato visitábamos las minas, las industrias químicas, siderometalúrgicas, agrícolas, ganaderas… En La Felguera, Langreo, las exposiciones de arte, técnicas, agricolaganaderas eran esporádicas. En una comarca casi completamente fabril y minera las visitas escolares se dirigían mayoritariamente hacia el sector que más probablemente iba a interesar en un futuro profesional. También algunas al campo y granjas, que eran una alternativa a los aires llenos de humos y hollines que ennegrecían nuestros ríos y nuestros pulmones. 

El pasado siglo alcanzaba su mitad cuando surgieron las primeras secciones en los periódicos y revistas sobre temas ecológicos y contando las acciones de diversas organizaciones no gubernamentales enfocadas a la solidaridad y la ecología, al sostenimiento del planeta que los humanos estábamos destrozando. Y ahora algunas de estas secciones y ONG cumplen medio siglo o están muy cerca de celebrarlo. Así, publicaciones como Quercus, El Cárabo o Natura, nacieron para divulgar campañas de concienciación y denunciar excesos contra la naturaleza así como “ofrecer una iniciación a la observación del campo, una información necesaria para su formación como naturalistas”, según señalaba uno de los fundadores de estas revistas, Benigno Varillas, quien junto a la divulgadora Teresa Vicetto y Juan Caño, hoy presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, entre otros diversos miembros de organismos y entidades naturalistas, celebraron días pasados el cuadragésimo aniversario del primer número de Quercus -el 21 de diciembre de 1981- con una plantación de árboles autóctonos en una vega de la Comunidad de Madrid. Unos meses menos tiene FAPAS, el  Fondo para la Protección de los Animales Salvajes, que formó un grupo de amigos con el fin de proteger la escasa población de buitres que todavía sobrevivía en los Picos de Europa y de osos, que estaban a punto de extinguirse en la Cordillera Cantábrica y hoy admiran ecologistas de toda Europa.

Organizaciones solidarias como Greenpeace o Médicos sin Fronteras celebran ahora su medio siglo. La primera, que busca una paz verde, nació en 1971 cuando un pequeño número de activistas se lanzó a la mar para detener unas pruebas nucleares y resaltar el grave deterioro del medio ambiente en gran parte del Planeta ocasionado por la salvaje explotación de los limitados recursos naturales. Un daño que preocupa a la población mundial ya que es uno de los causantes del peligroso cambio climático sin que las potencias mundiales desarrollen programas imprescindibles y pongan los medios indispensables para detenerlo y recuperarlo.

Los sacrificados sanitarios, los humanitarios de MSF, solidarios con los desheredados del mundo, dedican su vida a socorrer a quienes sufren heridas y enfermedades, hambre, toda clase de penalidades ocasionadas por las guerras que proliferan por las tierras pobres de la Tierra, los refugiados que huyen de los conflictos emprendidos por los poderosos desde unos confortables despachos. Sesenta años cumplía hace unos meses Amnistía Internacional, organización que vela por los derechos humanos en el mundo. 

Toda una serie de entidades sin ánimo de lucro, religiosas y seglares, que responden a las necesidades que no cubren los gobiernos, organizaciones como Open Arms (reflejada en la película Mediterráneo, que ha sido premiada con cuatro premios Goya), para proteger la vida de los más vulnerables en situaciones de emergencia, Cultura Indígena, Entreculturas o World Central Kitchen, la ONG de José Andrés. Verdes como aquella canción, Green Green,  de los estadounidenses The New Christy Minstrels que en España Micky y los Tonys popularizaron a ritmo pop. “Verde como el tallo que empieza a crecer”.

Fernando Granda es socio de infoLibre

Más sobre este tema
stats