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¿Netanyahu está llevando a Israel al borde de la autodestrucción?

Unos hombres sacan el cuerpo sin vida de un niño en Gaza.

René Backmann (Mediapart)

De “histeria política" describió el ex general Benny Gantz, ministro sin cartera en el gabinete de guerra del "gobierno de emergencia y unidad nacional" de Netanyahu, la advertencia del primer ministro la semana pasada. Dijo: "Con o sin tregua en los combates para liberar a los rehenes, entraremos en Rafah para eliminar a los últimos batallones de Hamás". 

Unas horas más tarde, Netanyahu fue informado de que Hamás había aceptado las propuestas de tregua presentadas por Israel, a través de los negociadores egipcios y cataríes. Netanyahu echó por tierra las primeras esperanzas de los palestinos de Gaza y el incipiente optimismo de los círculos diplomáticos al declarar que Israel "nunca había aceptado un alto el fuego", ordenando a continuación ataques aéreos y una incursión con blindados en la ciudad fronteriza. La incursión se coronó con la llegada simbólica de dos tanques portando enormes banderas israelíes frente a los edificios abandonados de la terminal palestina del paso fronterizo con Egipto. 

“Gantz tenía razón", escribe Yossi Verter, uno de los analistas políticos de Haaretz. “Netanyahu no quiere alcanzar un acuerdo sobre los rehenes. Cuanto más se acerca, más rápido huye de él. En al menos dos ocasiones en los últimos meses, ha saboteado iniciativas decisivas a favor de un acuerdo, ya sea mediante una declaración pública o mensajes velados, o cambiando el mandato del equipo negociador. Eso es lo que acaba de hacer.” 

“Hasta el último momento", continúa Verter, "Netanyahu ha estado esperando que la propuesta egipcia, que iba mucho más lejos de lo él mismo hubiera considerado aceptable en el pasado, fuera rechazada por Hamás. Cuando, por el contrario, vio que las negociaciones tomaban un cariz favorable, se encontró en un desconcierto tal que provocó su aluvión de declaraciones". 

Y optó, como de costumbre, por sabotear las negociaciones lanzando sus tanques contra Rafah y bloqueando el paso de los convoyes de ayuda humanitaria procedentes de Egipto y Jordania. En otras palabras, dando prioridad a salvar su coalición, expuesta al chantaje de la dimisión de de los clérigos supremacistas Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, frente a la posibilidad de liberar a los rehenes. 

La advertencia americana

Lo más intrigante de este episodio no es la opción de Netanyahu, que responde al cinismo político absoluto que siempre ha guiado su comportamiento, sino la geometría variable de Gantz, por decirlo educadamente. 

Porque apenas un mes después de pedir elecciones legislativas el próximo septiembre para acabar con Netanyahu, y sólo unas horas después de denunciar el carácter "histérico" de su política, Gantz, el hombre que aspira a sucederle –¿sería esa la explicación?– justificó la operación militar contra Rafah diciendo que era "parte integrante del esfuerzo en curso y el compromiso de repatriar a los rehenes y cambiar la realidad de la seguridad en el sur". 

Y eso en un momento en que todo el mundo creía haber entendido que las principales condiciones del acuerdo de liberación de los rehenes eran el "cese al menos provisional de las hostilidades" y una "retirada de las fuerzas israelíes hacia el este, lejos de las zonas densamente pobladas". 

Washington, que temía una matanza en caso de ofensiva contra Rafah, donde se han refugiado más de un millón de personas desplazadas del resto del enclave, llevaba meses advirtiendo al gobierno israelí. Al mismo tiempo, renovaba su compromiso histórico de garantizar la seguridad y la supervivencia de Israel, y recordaba que ningún otro Estado del planeta había recibido tanta ayuda de Estados Unidos: casi 160.000 millones de dólares en los últimos 76 años. La Casa Blanca dejaba cada vez más claro que esa generosidad tenía un precio y unos límites. 

Sin cuestionar los 3.800 millones de dólares anuales de ayuda militar en el marco del "memorándum decenal" firmado por Barack Obama, ni dar marcha atrás en los 15.000 millones de dólares de ayuda adicional aprobados en abril por el Congreso y firmados recientemente por el presidente, la administración Biden no descarta la posibilidad de utilizar las entregas de armas como medio de presión. Como hizo la administración Reagan durante la guerra del Líbano, para presionar a un gobierno israelí reacio. 

La semana pasada, creyendo que ya era hora de que los dirigentes israelíes comprendieran que su paciencia tenía límites, Biden reiteró que su apoyo a Israel seguía siendo "inquebrantable", pero anunció que suspendía la entrega de 1.800 bombas de 900 kilos, 1.700 bombas de 225 kilos, sistemas de guiado por GPS JDAM (Joint Direct Attack Munition) para transformar estas municiones en proyectiles "inteligentes", y proyectiles de 120 y 155 milímetros utilizados por los tanquistas y artilleros israelíes desde el inicio de las operaciones en Gaza. 

Israel y el "abismo"

"Si tenemos que luchar solos, lucharemos solos", alardeaba Netanyahu, mientras que uno de sus ex asesores consideraba que "iría en detrimento de los intereses estratégicos de Israel que el primer ministro restara importancia o ignorara este giro o marcha atrás de su principal apoyo militar y diplomático". 

Como señaló el historiador Yuval Noah Harari, autor del bestseller mundial Sapiens, en un artículo publicado el 18 de abril, Netanyahu y sus aliados políticos han llevado a Israel, que celebró el 76 aniversario de su nacimiento este lunes 13 de mayo, al borde de la destrucción. 

Harari escribe: "Hasta ahora, no han mostrado ni arrepentimiento por sus errores pasados ni la más mínima intención de cambiar de rumbo. Si siguen así arrastrarán al abismo, junto con nosotros, a todo Oriente Próximo". 

“Tras la atroz masacre del 7 de octubre, la misión de Israel era liberar a los rehenes y desarmar a Hamás. Pero estos no eran sus únicos objetivos. Ante la amenaza existencial que suponen Irán y sus agentes del caos, Israel también tenía que profundizar en sus alianzas con las democracias occidentales, reforzar su cooperación con los países árabes moderados y trabajar para establecer un orden regional estable.” 

“El gobierno de Netanyahu ha ignorado esos objetivos, prefiriendo centrarse en la venganza. Ni ha liberado a los rehenes ni ha desarmado a Hamás. Peor aún, ha infligido deliberadamente un desastre humanitario a los 2,3 millones de palestinos de la Franja de Gaza, socavando de paso la base moral y geopolítica de la existencia de Israel". 

Confiar en la salida, voluntaria o forzada, de Netanyahu y su clan no bastará para salvar a Israel del peligro anunciado por Harari. El día del mañana el primer ministro tendrá que responder por sus decisiones irresponsables y sus crímenes. Pero la sociedad israelí en su conjunto sólo podrá vivir en paz con sus vecinos y consigo misma si deja de eludir sus responsabilidades históricas. 

Es demasiado fácil acusar de antisemitismo a quienes no quieren olvidar que el nacimiento del Estado de Israel se fundó sobre la limpieza y el exilio de los palestinos. O a quienes ven un riesgo de genocidio o limpieza étnica en el castigo colectivo masivo infligido a la población de Gaza desde hace siete meses. 

En este clima de caos político, las manifestaciones de la sociedad civil que reclamaban ayer el juicio de "Bibi el corrupto", y ahora elecciones anticipadas o una tregua para la liberación de los rehenes, son dignas y saludables, pero en gran medida inútiles. Es ilusorio imaginar que la sustitución de Netanyahu por Gantz, posible según los sondeos, pueda dar lugar a una nueva situación política. 

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Ayer, era ilusorio creer que la democracia podría protegerse de los excesos "iliberales" de Netanyahu manifestándose a favor del Tribunal Supremo. Aunque este alto tribunal se ve amenazado por los planes de reforma del primer ministro, no se ha opuesto ni a la ocupación de los territorios palestinos ni a la continuación de su colonización. Tampoco se ha opuesto a la construcción del muro de separación y anexión, ni a la ley "Israel, Estado-nación del pueblo judío" del 19 de julio de 2018, que establece de facto el apartheid en el país.

  

Traducción de Miguel López

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