¿Puede convivir la democracia en el mercado?

César Moya Villasante

El tiempo actual que vivimos es de un cambio profundísimo en todas las áreas de la vida del ser humano. La política, la economía, la religión, el empleo, la educación…… todo está en entredicho por varios factores que lo hacen necesario, la tecnología digital, la globalización y el mercado que ha convertido el dinero en el único objetivo de toda la humanidad y por derivación la pérdida total de valores que ha generado esto último. 

En esas nos encontramos cuando la política sufre el mayor deterioro de la historia en todos los países. El comunismo o el fascismo en sus versiones extremas ya pasaron y se adaptaron hace años a la mal llamada democracia, que a ninguna de esas ideologías le gustaba. Primer capítulo para deteriorar las democracias actuales. La derecha de hoy se encuentra feliz en el mundo del mercado que es lo suyo, el objetivo del beneficio empresarial, pero creando una desigualdad universal inevitable al no existir ya las leyes que podrían evitar el egoísmo humano, pero es que el mercado ha acabado también con ellas. A su vez, a esa derecha, que incluye al antiguo fascismo adaptado, se unen aquellos que son más valorados por hacerles el trabajo sucio, en España lo vemos en la judicatura o el periodismo malentendidos ambos, pero adaptados para sobrevivir, ya que el propio mercado les puede barrer del mapa si actúan como su profesión les obliga. Por eso se adaptan al sistema, para sobrevivir, quizá sin valorar mucho la dignidad personal, lo único que nos queda ya. La izquierda anda perdida en este maremágnum económico en donde hacer política social, que no socialista, es casi imposible porque te pueden hundir si no te da el presupuesto que desean los poderosos de ese mercado. En España aguantamos bien de momento porque la política su nutre de ciertos emolumentos en virtud del voto y hace posible que tengamos presupuestos aún algo sensibles mientras gobierne el PSOE, pero... ¿cuanto durará? 

Porque todo depende de los grupos económicos geopolíticos, como OTAN, CE, BRICS y los que se generen posteriormente y que están soportados por grandes fondos buitre que acaparan la riqueza sin contemplaciones. Ya se habla del fondo BlackRock como el verdadero duelo del mundo por la liquidez que se concentra en el de las empresas más fuertes del mundo o parte de ellas. Todo esto lo ha entendido bien el presidente español que en Davos ha señalado el abuso del mercado que impide cada vez más moverse dentro del Estado. Y le han entendido muy bien todos con un inglés de diez que ya era hora que tuviéramos un representante en las instituciones mundiales capaz de explicarse con rotundidad. Aunque en España le pongan a parir los del “yes, it is" y la banderita en la muñeca.

Trump encaramado de nuevo como presidente sería el nuevo puntal para acabar con Europa, que fue ya su objetivo teniendo en este continente muñecos a los que manejar como Abascal, Ayuso y tantos otros que son meros activistas sin ningún nivel intelectual

Y en estas estamos cuando es necesario pensar si es posible la democracia. Porque la lucha cuerpo a cuerpo entre derechas e izquierdas tiene detrás una historia que nos llevó a guerras que es mejor no recordar del siglo pasado en Europa. Porque aquí se concentra la parte mayor de historia del desarrollo humano y de la cultura conocida, no obviando otras culturas más aisladas del proceso democrático. Y vemos que las derechas están cada día más fuertes, y si el mercado no lo remedia, Trump, encaramado de nuevo como presidente, sería el nuevo puntal para acabar con Europa, que fue ya su objetivo teniendo en este continente muñecos a los que manejar como Abascal, Ayuso y tantos otros que son meros activistas sin ningún nivel intelectual, pero son los más fáciles de manejar para campañas soterradas distribuidoras de su papel, que es acabar con las democracias e instaurar dictaduras ultras que nada arreglan pero eliminan discusiones democráticas que por su lentitud y opacidad muchas veces hacen posible que los votos huyan a los extremos. Y el populismo de derechas fascistoide suele arroyar en gente sin mucho que ganar y demasiado perdidos. El problema es aquella frase de Julio Anguita, un politico con valores, que dijo aquello de que perder la dignidad es perderlo todo. Ya sea humana o profesional o política. La dignidad hay que defenderla mucho más que esa Patria que algunos quieren definir porque el mercado barre su papel. Y la dignidad ya la ha perdido demasiada gente que lo manipula todo para defender a una banda de corruptos de la derecha española que ahora aflora en informaciones veraces que hacen palidecer y sentir vergüenza de ser español. Por eso y todo lo anterior escrito, ya dudo si en España hemos conocido la democracia real de la que tanto hablan algunos que presumen de Constitución y que la patean cada año que pasa sin pudor.

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César Moya Villasante es socio de infoLibre.

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