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La tierra de nadie del periodismo español: la desregulación deja el código deontológico en papel mojado

A cuentas de la razón de ser del neoliberalismo…

Antonio García Gómez

Es decir del capitalismo salvaje, del de siempre, del insaciable, codicioso y cruel.

Solía decirme mi padre: “Hijo, si tú eres capaz de ser tan feliz gastando el dinero como yo lo he sido ganándolo me sentiré satisfecho”. Mi padre trabajó toda su vida, doce horas diarias o más para prosperar y hasta convertirse en un hombre acomodado, él y su familia.

En otro orden, mi madre, tras el fallecimiento de mi padre, me comentó, con más rabia que pena: “Hijo, tu padre se pasó toda su vida trabajando ¡para el diablo!”

La víspera del anterior puente festero, a cuentas de la celebración del primero de mayo y otras festividades oportunas, como el dos de mayo, las cruces de mayo… la entidad bancaria que guarda mis escasos fondos me envió un mensaje “publicitario y personal” para anunciarme que: “Mi crédito me había sido autoconcedido, sin necesidad de papeleo para obtenerlo”. Naturalmente, un crédito que yo no había solicitado, ni tenía la menor intención de conseguirlo. Pero la tentación había llamado a mi puerta, y como a la mía supongo que a la de miles de otras tantas.

La traslación del verdadero rostro del neocapitalismo, sin duda, es la promoción desmesurada del consumismo, abrazado con fruición.

Trasladado, en gran parte, al turisteo desbocado, que llena destinos de consumidores ansiosos y “retratistas”, vía instantáneas a través del móvil “a todo trapo”, de todo cuanto se pueda inmortalizar, a la carrera, para poder enviar a quienes no hayan podido, por ejemplo, viajar. Para que se enteren de que ellos y ellas, viajando, no dejarán de tener mediáticamente informados al ¿resto del mundo?... si hace falta.

Ayer escuché que el club de fútbol Barcelona ha presentado para la siguiente campaña unas subidas en los precios de los abonos disparados para socios y seguidores, que irán desde el 40% al 100%.

Parece ser que la respuesta de los socios ha sido reacia a aceptar esas subidas y, por esa razón, ya muchos/as han presentado su intención de no renovar tales abonos.

Pero el comentario, a continuación de esa reacción, es que tal determinación no preocuparía al club, porque parece que preferirá sacar las entradas mucho más caras, semana a semana, para el volumen de turistas que, por una vez en la vida, una o varias, no pondrán pegas a pagar una pasta por poder ver a los ídolos del momento, porque, en definitiva, obtendría más dinero. Es lo que hay.

En los tiempos antediluvianos del capitalismo y la industrialización, las grandes empresas no pagaban con dinero. Lo hacían con vales para que los explotados trabajadores pudieran cambiarlos por productos de primera necesidad para que todo quedara en casa.

La traslación del verdadero rostro del neocapitalismo, sin duda, es la promoción desmesurada del consumismo, abrazado con fruición

De hecho la razón de los economatos posteriores adscritos a las distintas empresas prácticamente era la misma. Se trataría de que “los magros sueldos” que tuviesen que pagar regresasen a “casa” cuanto antes y se añadieran a las plusvalías ya contabilizadas. Exactamente igual que ahora, cuando todo el alambicado del neocapitalismo trataría de volver a sacar de los bolsillos, cuanto antes, incluso a mediados de mes, el dinero regateado, cicateado, de los jornales pagados, incluso por ley, por las insaciables macroempresas, esas mismas que obtienen millonarios dividendos y luego se ponen de los nervios cuando les exigen subir un 3% de sueldo a sus trabajadores.

Hace poco, cuando el confinamiento y el retraimiento del turismo, se habló del error de “poner todos los huevos en una sola cesta”. Parece que no se ha aprendido nada, al menos en nuestro país, cegados los codiciosos por los torrentes de dinero que calculan que traerán consigo los turistas… al menos para unos pocos, mientras las varices crecen y crecen en las piernas de camareros/as, guías, limpiadores/as… y otros serviciales empleados y empleadas del escalafón más bajo.

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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