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De la rendición de cuentas judicial al periodismo libre de bulos: la larga lista de reformas pendientes

La cuestión no es baladí... Y tampoco menor

Antonio García Gómez

Mientras el personal macho, enfebrecido, se enciende aún más, creyéndose impotente e indefenso, allá ellos, enrabietados, por verse, así lo perciben, humillados por tanta concesión a “sus chicas”.

Y es que se está llegando a unas situaciones insostenibles, al menos para tales innobles brutos, sometidos ahora a la previsible norma con rango de obligado cumplimiento, para conceder baja laboral a aquellas mujeres que osen mostrar “dolor insoportable y menstrual”, cosas de mujeres, como para tomarse en serio que no fueran a poder aguantárselo, en el astroso patio del patriotero corral del machismo imperante, a pesar de todo.

Abrazados, ellos, los machos, a sus derechos inatacables, que nadie pone en cuestión por otra parte. Y así resulta que a nadie se le ocurrirá negar una baja laboral a quien, en ejercicio pleno de su masculinidad arrogante, fuera a partirse la rótula, la nariz, el codo, practicando el esquí, el fútbol, el buceo, la natación, la marcha… o cualquier otra actividad, liviana, deportiva, grave, accidental… salvo que se trate solo de una actividad propia de “mujercitas”, que entonces ya se hablará de otra cosa, y es que, a menudo, las mujeres quieren parecerse tanto a los hombres....

Y ahí está el quid, y el miedo estúpido, ahora, que según aseguran, va a resultar que todas las mujeres del mundo, a la vez, a la misma hora, el mismo día, van a decidir pedir baja médica por “dolor menstrual”. El acabose. Cuando de hecho se sabe que “ellas” llevan “lo suyo” con mucha intimidad.

¿Sería una provocación? Eso temen. Y por eso tienen miedo, y por eso desprecian la singularidad de la mujer, porque tal vez interiorizaron aquello de que la mujer “en casa y con la pata quebrada”, y a su servicio y tan entera y sufriente que nadie debe enterarse de sus “quejíos” de chicas lloronas.

Exultante, por su parte, en su inanidad reincidente, la presidenta Díaz Ayuso, insiste: “Porros sí, pero un niño un bollo no”,  miente que algo queda, principalmente si el niño se puede permitir tomarse un zumito de naranja y un bollito de jamón bueno y deja el bollo para el postre. Pues claro. E insiste Díaz Ayuso que está “absolutamente en contra de las drogas” y pretende quedar de maravilla, la presidenta, adalid de los efectos malévolos de las drogadicciones, y se olvida que hizo banderín con el asunto de las cañas” y otras sustancias espirituosas que se pudieran servir en los bares de su comunidad, como productos esenciales para la población atenta a acabar con sus “monos”. Porque, parece ser que la citada lideresa hace alusión a “algunas drogas” que ¿echar en cara al gobierno?, una vez más, como causante exclusivo y demoledor de todos los males, sobreseída la ingesta de alcohol por nada dañina, según ella.

Porque, al cabo, el alcoholismo parece ser un gusto muy llevadero por la ciudadanía, o así. Aunque ay de quienes tengan que sufrir a su lado, en su casa, los efectos devastadores del alcoholismo, socialmente muy aceptado, domésticamente devastador. Pero esa es otra cuestión, ¿verdad?

Al mismo tiempo que la citada lideresa tiene a bien menospreciar a quienes, mujeres como ella, vayan a quejarse de sus “dolores menstruales”. Y es que no hay peor infame que quien toma partido en contra de los suyos, en este caso, contra las necesidades no atendidas de muchas mujeres que habrán de seguir sufriendo, aguantando… callando, como si de bizarros hombrones se tratara…

Porque la mujer y sus dolencias son asunto menor, llevadas con resignación y consentimiento. Por y para eso son mujeres… tan delicadas, tan entregadas, tan quejicas, tan incombustibles.

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre

Mientras el personal macho, enfebrecido, se enciende aún más, creyéndose impotente e indefenso, allá ellos, enrabietados, por verse, así lo perciben, humillados por tanta concesión a “sus chicas”.

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