Librepensadores

La derivada riojana

Gonzalo de Miguel Renedo

La Rioja ha cambiado de tercio político. Quizás no se hayan enterado porque algunos medios de comunicación, nacionales y locales, han andado más pendientes de los cotilleos de Podemos La Riojacotilleos que del notición que supone salir de 24 años de retroceso conservador. Es verdad. Podemos La Rioja es un desastre, además de una vergüenza para sus votantes. Nadie puede negarlo, como nadie puede negar que la sede del PP en Logroño se pagó con dinero negro, aunque ello no se aborde con la misma insistencia. Los resfriados de unos copan portadas ininterrumpidas, pero los procesos cancerígenos de otros se narran en breves. La prelación informativa. Podemos La Rioja es una formación joven que no ha progresado adecuadamente. Y lo bien que le viene esta deriva riojana a quienes anhelan satanizar al Podemos nacional en la coyuntura actual. Que, "cómo Sánchez va a poder fiarse de quienes actúan como en La Rioja", que si "mejor no pactar nada con quien solo busca sillones" (como si los demás buscaran caracoles), que si "con éstos ni a la vuelta de la esquina". Hablan así quienes dicen votar al partido con más imputados por corrupción de España, el PSOE. El otro día me interpelaba uno en Twitter pidiéndome que le citara esos casos de corrupción. Solo me faltó preguntarle si los quería por orden alfabético. La lista que le pasé ocupaba bastantes páginas. "Igual falta alguno, ya me dirás", le comentaba con sorna. Silencio en la cuevacueva. Claro que Podemos La Rioja es una jaula de grillos, lo mismo que el PP riojano, donde se llevan a matar, por más que lo silencien quienes se ponen morados cuando de airear los rifirrafes podemitas se trata. Un consejo de T.E. Lawrence, el de Arabia: “No está bien el ver los dos aspectos de un problema cuando hay que seguir uno solo (oficialmente)”. Más que periodistas algunos parecen podemólogos de empresa de sus cabeceras. ¡Disimulad un poco, coño! Lo cierto es que una mentira repetida mil veces no es una verdad, como tampoco ocultar mil veces una realidad la hace desaparecer, o mostrarla hasta la saciedad respecto de alguien la hace más exclusiva de ese alguien en concreto. Con todo, la beligerancia mediática antiPodemos no exculpa a la cúpula del Podemos riojano de su propio caos. Sus incesantes luchas internas existen, y hacen las delicias de quienes, mediante exageraciones, incorrecciones, bulos y demás metralla mediática, quieren convertir el desencuentro en la principal seña de identidad de la formación morada. Como suele ocurrir en la casa de Gran Hermano, en algunas redacciones, los sentimientos encontrados se magnifican cuando éstos huelen a Podemos, pero la anosmia es total con los efluvios apestosos de otras formaciones del sistema. Vale, es su dinero, pero que no me vengan con que solo hacen periodismo. Se les nota demasiado su basta línea editorial, tanto que ya no sabe uno si es línea o frente.

Comprendo el miedo a Podemos. La independencia siempre ha sido temida más que un nublado. Lógico. Cómo controlas a quien no debe nada a nadie ni nadie le debe nada. Ese es el verdadero drama y virtud de la formación que lidera Iglesias. Y entiendo que sus adversarios quieran desprestigiar a quien amenaza su posición, pero me cuesta más entender a quienes deben obrar como escrupulosos notarios de la actualidad. No solo los políticos temen la independencia.

En fin. Que la socialista Concha Andreu ha sido investida presidenta de La Rioja, la primera mujer que lo consigue en esta región, si bien es posible que su alianza devenga en un probable caso de transfuguismo a título póstumo. Ya veremos. Al final, se impuso la lógica ideológica y la númerica, y donde dije tres, digo una, consejería, más acorde con el peso parlamentario de su socio. Comienza una etapa prometedora para esta región, que ha soportado 24 años ininterrumpidos de gobiernos conservadores, con lo que ello comporta. Y cabe preguntarse por qué la solución riojana, repetición de la adoptada en otras comunidades y municipios importantes, no puede extenderse al gobierno central. En 2016, tras dimitir de su cargo como diputado, seguramente para ahorrarse las úlceras de Ábalos al abstenerse en la investidura de Rajoy, Pedro Sánchez declaró:  "Anuncio que a partir del lunes cojo mi coche para recorrer de nuevo todos los rincones de España y escuchar a los que no han sido escuchados, los afiliados del PSOE y los votantes de izquierdas”. Acto seguido, en una entrevista a Jordi Évole, Sánchez confesaba que si no pudo formar gobierno con Podemos fue porque entes de diversa índole, económica y mediática, amenazaron con ir en su contra. Esto lo declaró libre y abiertamente, sin nadie que le obligara. Tras su supuesta y nunca confirmada road política por esas tierras quemadas de la izquierda, el resiliente presidente en funciones ganó varias batallas: se llevó de calle las primarias intestinas, triunfó su moción de censura a Rajoy y ganó las elecciones generales por amplia pero insuficiente mayoría. Y bien, ¿qué ocurre ahora, pues? Algo no cuadra. Su negativa rotunda a formar un gobierno de progreso en coalición con Unidas Podemos hace pensar que aquellas supuestas presiones para no pactar con Iglesias, o no existieron o las compartía en el fondo. Que todo, en fin, era una cuestión de ego ofendido, de supervivencia personal, y que una vez montado en el burrito, como que en nada se diferenciaba de quienes le descabalgaron. Lo cierto, señor presidente, que va camino de ser el presidente más tiempo en funciones que funcionando, lo cierto, digo, es que las cinchas de su montura, por si no se ha dado cuenta, siguen todavía sueltas y su Presidencia en vilo, por más que quiera contar votos en el interior de la urna como quien cuenta huevos en el vientre de la gallina.

Gonzalo de Miguel Renedo es socio de infoLibre

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