Portada de mañana
Ver
La tierra de nadie del periodismo español: la desregulación deja el código deontológico en papel mojado

Dios y Munilla se equivocan

Verónica Barcina

En tanto que se trata de una creación netamente humana, se puede afirmar con rotundidad, sin ningún género de duda, que dios se equivoca. Es más, dios es una equivocación, un error humano, uno más de la especie que se apellida Sapiens y se autoproclama superior a todas las demás. ¿Existe un error más tonto y peligroso, más humano, que sustituir el uso de la razón, que diferencia al ser humano de animales, plantas y minerales, por algo tan irracional como la fe? Capaz de hacer costumbre el hecho de tropezar dos y más veces en la misma piedra, el ser humano persiste en el error y lo hace seña de identidad.

En torno a dios, como idea equívoca, se generan otras muchas equivocaciones. Todas las religiones se apoyan en creencias, dogmas, veneración, temor, normas para la conducta individual y colectiva, condenas, castigos, perdón y rituales como la oración y el sacrificio. Este constructo ideológico no es más que un mecanismo de dominación de un grupúsculo de humanos sobre la sociedad en su conjunto apelando al elemento menos racional del individuo. El engranaje permite que, a lo largo de la historia, se sucedan unas religiones a otras y que unos dioses ocupen el lugar de otros.

El grupúsculo de hombres (las religiones son misóginas) que dictan las normas se arrogan la capacidad de interpretarlas y la potestad de imponer premios y castigos por el grado de su cumplimiento. Se establece así una jerarquía de dominio que va desde el Papa hasta el último hereje y cada escalafón comete sus propios errores que se transmiten en sentido descendente. Habiendo quedado claro que dios es un error humano, se da la paradoja de que en su nombre justifican papas, obispos, arzobispos, cardenales y sacerdotes toda una serie de errores que claman al cielo.

Oímos a Munilla en el mitin urbi et orbi de Lisboa cargar contra el progreso social y contra los derechos cívicos individuales y colectivos. Nada raro en la Iglesia Católica y menos aún en un obispo reincidente y militante de la más extrema de las derechas

Oímos a Munilla en el mitin urbi et orbi de Lisboa cargar contra el progreso social y contra los derechos cívicos individuales y colectivos. Nada raro en la Iglesia Católica y menos aún en un obispo reincidente y militante de la más extrema de las derechas, como muchos otros miembros de la Conferencia Episcopal que conspiran contra el Papa Francisco sin renunciar a sus treinta monedas de plata. Atila mitrado, donde mete la pata Munilla no vuelve a crecer la hierba. Munilla es de la estirpe del cardenal trabucaire Gomá (“Paz, sí. Pero cuando no quede un adversario vivo”), del cura Vendrell (llevaba un crucifijo del 9 largo al cinto) y del retratado en el poema:

Muy de mañana, aún de noche,

antes de tocar diana,

como presagio funesto

cruza el patio la sotana.

¡Más negro, más, que la noche,

menos negro que su alma

el cura verdugo de Ocaña!

Munilla y su dios se equivocan. Cambia este obispo la doctrina católica por la de Vox, ideologías ambas no cristianas. ¿Qué sabe el señor obispo de sexo y de placer?, ¿cómo se atreve? ¿Qué sabe su santidad de cuerpos equivocados?, ¿qué de mascotas?, ¿de familia?, ¿cómo osa su eminencia? ¿Qué sabe de derechos en su universo privilegiado?, ¿de austeridad en su abundancia mundana? La vida de Munilla es un catálogo de equivocaciones. ¿Acaso no es error contra natura el celibato, más grave que empastillarse, que priva de nacer a tantas niñas y tantos niños? ¿Acaso no es dicho estado contrario a formar familia? Se equivoca dios con sus siervos que persisten en su error humano.

El obispo, ante la aberrante práctica pederasta en sacristías, ¿derrama lágrimas? Conocedor de quienes la ocultan amparados en las sotanas, ¿por qué calla? Se equivoca dios con sus ministros: son errores de naturaleza insana. Niega derechos Munilla, los critica con odio y rabia: derechos de las mujeres, de los emigrantes, de quien de forma diferente ama. Desprecia el obispo el aire, los ríos, los mares, las montañas, no le preocupan los peces, las aves, los perros, las plantas. Se equivocan dios y Munilla, seres de otro planeta, de otra galaxia.

--------------------------------------------

Verónica Barcina es socia de infoLibre.

Más sobre este tema
stats