Librepensadores
Greenpeace, ¿hay remedio?
¿Qué cree que va a conseguir, a menos que sean suscripciones lo que busca, Greenpeace, sobrecogiéndonos a diario el ánimo del común de los mortales con estampas atroces del Ártico deshelado y los osos polares depauperados, en vías de extinción?
El deshielo del Ártico y el sufrimiento progresivo de su fauna es un síntoma. Pero un síntoma que se une a decenas de otros síntomas de la degeneración biológica que padece el planeta y ya grandes partes de la humanidad. Los demás síntomas están en amplísimas regiones del globo donde ya no hay agua, en la Amazonía deforestada. Y, al igual que la metástasis con que culmina su proceso aniquilador el cáncer significa que la carcoma se extiende a todos los órganos del cuerpo, el fin próximo e inevitable del hielo en el Ártico es otra manifestación más del desastre global.
Por esta razón, Greenpeace debiera dirigir sus llamamientos a los gobernantes del mundo, no a nosotros que nada podemos hacer al respecto. Ya sabemos que los gobernantes del mundo se conducen por un sentido completamente distinto al nuestro, pues en lugar de potenciar al máximo la energía solar de una insolación que parece haberse ya enseñoreado del planeta, lo que hacen es disputarse o repartirse los depósitos de petróleo que hay en el Ártico. Pero en tales condiciones, ya nos dirá Greenpeace, por muy loables y nobles que sean sus propósitos, qué podemos hacer 6 o 7 mil millones de seres que no contamos para nada en esto como en casi todo.
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Los miles o millones que deciden en todas las naciones, y los centenares que rigen los destinos de las grandes potencias, ni ven ni quieren ver lo que ve Greenpeace ni lo que a su través vemos nosotros. Los que deciden asuntos gravísimos como éste de una humanidad abocada al apocalipsis prematuro principalmente por la sus acciones necias, nos obligan a presenciar la extinción del oso polar del Ártico que tanto preocupa a Greenpeace, pero también, las migraciones del sur al norte de quienes ya ni pueden beber, y las que nos esperan, y también, la desecación galopante de todo el planeta. Y deciden a contrapelo del sentido común y de los intereses vitales del globo terráqueo y de la humanidad.
Clame Greenpeace contra ellos, agite la conciencia de los gobernantes desde la bandera de la paz verde que enarbola. Vuelva el foco hacia esos miles o millones de locos de los que depende el destino del mundo, por la muy dudosa posibilidad de estar aún a tiempo de salvarnos, pero dejen de amargarnos la vida. ___________
Jaime Richart es socio de infoLibre