Librepensadores

Religión y política

Cesar Moya Villasante

Ante todo he de decir que no soy religioso, quizá escéptico o agnóstico pero le doy al espíritu del sentimiento un gran valor. Y la religión cristiana nos ha proporcionado un enorme capital cultural . El arte que se ha desarrollado bajo su sombra es gigantesco. Obras pictóricas o esculturas o música, así como edificios catedralicios nos proporcionan unos momentos del espíritu maravillosos. El escuchar La Pasión según San Mateo es algo que eleva al hombre o estar dentro de la catedral de Burgos o ver la Capilla Sixtina nos elevan a algo más que ese vivir cotidiano en donde las noticias nos fustigan cada día con guerras o resultados económicos. Yo no creo en esos axiomas de la iglesia que nos han contado, como la resurrección de la carne o la virginidad de María, pero sí creo que su legado se debería de tener en cuenta pues encierra los únicos valores o principios del ser humano que debemos conservar. La ética, para ellos moral, o la dignidad del ser humano, o la solidaridad con el humilde o el valor puro del hombre son conceptos que hoy se han abandonado y que todo lo reduce al mercado, en función de la teoría neoliberal que acaba con todos estos valores sin importarles para nada el ser humano como tal, con sus virtudes y defectos pero con obligación de conservar esos principios sin los cuales el futuro no existe pues el planeta se convertirá, como ya lo está haciendo en una selva incontrolable.

Quizá el que haya leído hasta aquí me pueda considerar algo antiguo o cursi pero este razonamiento no lo hubiera escrito yo hace 20 años, cuando murió el comunismo y solo se quedó en el mundo la ideología liberal que algunos convirtieron en su parte “neo” que es la que destroza los valores que cito de todos conocidos. Pero ahora creo necesario revolver nuestras conciencias y hacer pensar que así no se puede seguir. En un mundo en que personajes como Trump, triunfan sin saber por qué, o el mismo Rajoy que no ha dado nada positivo a la gran parte de la sociedad, aunque sí a sus amigos de ideología. Quizá porque sus votantes consideran que es lo menos malo que nos puede pasar porque están absortos en querer conservar lo poco que tienen y así lo ven más seguro. La verdad es que yo no lo entiendo. Pero tampoco es el momento de que la izquierda tenga un hueco en la vida porque esta “política” que la entrecomillo porque es la “no política”, dejando todo en manos de los mercados, tiene herramientas suficientes para destrozar a todo aquel que intente un apoyo al débil, por diversos motivos, y no pueda producir en los niveles requeridos por este mundo moderno. Por ello la izquierda se debate ahora en su propia existencia no encontrando un sitio en que actuar. Pero ese es el problema de aquellos que se insertan en la profesión política, y queriendo subsistir en ella, no se atreven a mirar a futuro, queriendo cubrir unos años para seguir en ese mundo y cuando se hacen cosas mirando a ese futuro la gente quizá no lo entienda porque quiere mejorar siempre y la política a largo plazo no proporciona beneficios a corto.

Por eso quisiera pedir a los políticos de una y otra parte que el año próximo se reciclen y nos hablen da algo más sustancial que la contabilidad diaria que, además encierra muchas mentiras pues cada uno entiende la economía a su gusto y la adapta a sus textos que cada vez valen menos por la poca credibilidad que tienen todos. No hay más que escuchar al parlamento para darse cuenta que hay poquísimos que llaman la atención por el interés que puedan despertar, pero es tan escaso que cada vez se convierte más en una toma y daca absurdo y sin beneficio para nadie. Y que ha conducido a que la mayoría silenciosa se ha convencido que nada se arreglara ante un mundo tan cambiante en donde habría que estar hablando de las cosas importantes que nos llegan, como el paro derivado de la tecnología, el pacto de una formación nueva adaptada a esas tecnologías, el nuevo concepto del dinero, necesario para acabar con la corrupción, como por ejemplo, la eliminación de la moneda corriente, afrontar el problema gravísimo de la migración , la demografía tan distinta entre unos pueblos y otros que hará una globalización imposible, la creación de un plan de ecología necesario para el futuro eliminado los combustibles sólidos, la defensa de los profesionales que ejercen su labor pero son presionados para hacerlo todo de forma competitiva o del low cost, lo que rebaja la calidad hasta términos peligrosos en muchos casos etc., etc. Pero estos son los problemas de los que nadie habla y se limitan a tirarse los trastos unos a otros aburriendo al personal porque, además de no saber cómo solucionarlos, no se quieren debatir pues podrían disminuir la consecución de votos, que se hace con otros procedimientos más sutiles. Como la utilización de Rajoy de la unidad de España, manteniendo a la larga sus dos comunidades enemigas y no queriendo arreglar el problema de forma política, o pasando a los jueces el muerto de la corrupción que ellos saben manejar muy bien poniendo obstáculos o todo lo que allí se habla para que dure el tiempo necesario para que todo caduque.

Alguien podrá preguntarse: ¿Y qué ideas nos ofreces tú para mejorar todo lo que dices? Pero es que yo nunca entré en política porque no valdría para ello y, los que entran, tienen la obligación de mejorar a la sociedad y no de empobrecerla y abandonarla a eso que llaman los mercados. Y para eso hay que recordar el principio de mi texto: existen valores que hay que defender, existen seres que no pueden competir por muchas circunstancias, existe el arte y la cultura que nos hace mejores y ahora se penaliza, existen muchas cosas para hacer esa política que ya no se hace porque el dinero lo ha podrido todo. Pero salir de la basura es una obligación política. ¿O no?

 

César Moya Villasante es socio de infoLibre

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