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“Los rojos no llevan sombrero”. Sombrerería Brave

Antonio García Gómez

“Es más fácil decir que 'Pedro Sánchez impone normas como en los regímenes totalitarios', a asumir que el ahorro energético es para romper lazos con el régimen autocrático de Putin. Ganar en libertad, en este caso real, de autonomía frente al chantaje. Europa, a excepción de Hungría, lo ha entendido. Ayuso no”. Pilar Velasco. 

Antaño los fascistas de pistola al cinto, cara al sol y camisa azul, paseaban por nuestras ciudades marcando territorio, sombrero de medio lado, como señoritos de mucho alcance, para distinguirse de los rojos perdedores y astrosos. Tras la santa cruzada el tipo chulapón de los fascistas de nuevo cuño y de los arrimados por conveniencia lucían apostura con sombrero incluido, formando parte de su espíritu vencedor y vengativo.

Frente a las gorrillas de poco fuste y yugo asumido, por la cuenta que pudiera caérseles encima, de tanto rojo perdedor, de tanto desgraciado, purgado, teniendo que aprender a sobrevivir tragando quina, aceite de ricino y orgullo pisoteado.

Ahora, los meritorios de la derecha, “mala gente que va pudriendo la tierra”, han decidido “distinguirse” de nuevo, con su complejo de inferioridad que no los abandona a cuestas, y ya han decidido algunos ir con corbata hasta a la piscina, se supone que privada, con tal de que no se les distinga con la “gentuza” que anda en el gobierno dictando normas, en este caso, para luchar, con mayor o menor acierto, contra la crisis climática, por ejemplo.

Vaya papelón y vaya pérfida entraña capaz de correr el ridículo más ensombrecido de pútrida laya y peor inquina.

Pero son como son, y cualquier oportunidad les vale para volver a vomitar el odio que les impele a regurgitar la bilis que no han sido capaces de digerir.

Y, por eso mismo, también van a poner todas las trabas posibles ante cualquier restricción, más o menos acertada y oportuna, venida del actual gobierno “socialcomunista”, ante la sombría realidad que nos abruma. A pesar de estos hombrones, machos o hembras, capaces de echar la culpa a cualquier “rojo” sin sombrero y con algo de poder ganado en las urnas.

Y harán rogativas para “que no llueva” y se siga hundiendo el futuro incierto, y correrán a visitar los escaparates iluminados de madrugada, y los monumentos los engalanarán de lucecitas, y se negarán al mínimo ejercicio de lealtad, negacionistas y “bocachanclas” de cuanto pueda perjudicar más a los vulnerables, porque “cuanto peor mejor para… ellos”.

Porque de ellos es “el caballo y la pistola”, como decía el poeta, el sombrero y la corbata, la pasta y la trampa, el engaño y la cruz forrada de oro, al servicio del poder insaciable, porque va en su naturaleza, porque “ellos y ellas llevarán sombrero de fieltro” y no verán pobres, ni echarán en falta las luces apagadas en los barrios más olvidados, y echarán la culpa a los ecologistas… y dirán que “no queremos obedecer”, siquiera por enturbiar un poco más si cabe, el patio interior nuestro de cada día, tirando a dar donde más nos duela y perjudique a todos y todas.  

Y harán bromas y el escarnio rondará su discurso, como ya ha comentado el Consejero de turno, afirmando que si se obliga a apagar las luces a las diez, un segundo después podrán volver a encenderlas y ya “habrán cumplido la ley”.

Y sólo estamos hablando de reducir el gasto energético un 7%.

Ahora resulta que mantener los escaparates encendidos va a servir para “proteger a las mujeres”.

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Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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