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Salvar la Navidad

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Marcelo Noboa Fiallo

Este jueves, los EE.UU. de Norteamérica, rompían todos los récords imaginables en muertes desde que apareció el maldito coronavirus, 3.750 fallecidos. O lo que es lo mismo un muerto cada 35 segundos. Todos los expertos en epidemiología señalan como máximo responsable de esta carnicería al Thanksgiving Day (Día de acción de gracias) que, como sabemos, los ciudadanos estadounidenses lo tienen como una de sus principales festividades, sino la más importante. Quizás sea más exacto señalar a la movilización, que genera dicha festividad. Millones de desplazamientos, aeropuertos y carreteras colapsados, encuentros familiares entrañables que invitaban a no guardar las distancias de seguridad anti covid-19. El resultado ya lo tenemos, millones de contagios y la escalofriante cifra de 3.750 muertos en un solo día (más que en el atentado de las Torres Gemelas). ¿Debían las autoridades estadounidenses salvar el thanksgiving day o salvar vidasthanksgiving day? ¿Debían salvar la tradición o las vidas?

A fecha de hoy, cuando la vacuna ya empieza a ser una realidad, todavía la ciencia desconoce muchas cosas del maldito bicho, pero de las pocas cosas que sabemos de su comportamiento es que se transmite por contacto. A más contacto o menor distancia entre los seres humanos, mayor riesgo de transmisión. Así de sencillo, así de simple. Por eso nos confinamos entre marzo, abril y mayo (demasiado tarde, por cierto), pero no pudimos evitar lo que el coronavirus ya había hecho antes del confinamiento, capear a sus anchas, mientras los Gobiernos decidían qué hacer. Aquello era “perdonable” porque no sabíamos lo que hoy sabemos. Se dijo, y con razón, que después del verano tendríamos una segunda ola, ¿por qué?, por los desplazamientos, los contactos, las fiestas… que el estío provoca y la tuvimos. Los Gobiernos no sólo no se atrevieron, sino que, de una manera descarnada, utilizaron la pandemia como arma arrojadiza, como arma para erosionar al contrario, especialmente el partido popular acostumbrado a navegar por estas corrientes nauseabundas (política necrófila: recuérdese la utilización de las víctimas de ETA, las víctimas del Yak-42…)

Cuando el Gobierno de coalición tenía el mando único (confinamiento y desescalada), la oposición le acusaba de autoritario, de cercenar la libertad de los ciudadanos (manifestaciones con caceroladas en el barrio de Salamanca), de invadir competencias autonómicas… El Ejecutivo trasladó a las CC.AA. la capacidad de decidir sobre las medidas a tomar en sus respectivos territorios, sobre los acuerdos tomados en las reuniones de los Consejos Interterritoriales (17 representantes de las autonomías). Empezó el caos y la batalla en el territorio de la baja política, la política cutre, liderada por Casado/Ayuso: “El Gobierno abandona a las CC.AA. a su suerte”; “El Gobierno hace dejación de funciones”, mientras el Covid-19 continuaba extendiéndose y matando en todos los territorios.

Empezamos hablar de una tercera ola para después de Navidades, sin haber terminado con la segunda porque, por medio se metió el “puente de la Constitución”, cuyos efectos los empezamos a tener en estos días ya que las medidas fueron muy laxas, en unos casos y, en otros, descaradamente antiMoncloa (Ayuso).

¿Alguien da más? Pues sí. Ahora tenemos que “salvar la Navidad”. No se nos vaya a olvidar que “Ya es Navidad en el Corte Inglés”. Ni el Gobierno de coalición ni los Gobiernos autonómicos se atreven a decir que este año no hay navidades porque sencillamente la prioridad es salvar vidas. (como lo ha hecho una gobernanta de derechas, Ángela Merkel) ¿es tan difícil?. La mayoría de los ciudadanos (el 74% según todas las encuestas) eran partidarios hace unas semanas de medidas más restrictivas y de “sacrificar” las navidades. Entonces, ¿a quién sirven los Gobiernos, al Corte Inglés?

Criterio: todos los gobiernos autonómicos han adoptado el criterio de que se tomaran medidas según suban o bajen los contagios. Así, tal cual. ¿cabe mayor irresponsabilidad? No quieren asumir que su obligación es evitar las reuniones familiares con los no convivientes, los desplazamientos, las medidas anticovid-19 para supermercados y restaurantes (verdaderos focos de contagios) similares a las tomadas durante el confinamiento. Pero qué podemos esperar cuando el ministro de Sanidad habla de “familiares y allegados”, con ello se abrió la veda, “ancha es Castilla”, mientras los epidemiólogos claman que hay que cancelar las navidades ante el aumento del virus y que estas se restrinjan al núcleo de convivencia y no se permita viajar. No hay otra alternativa si queremos evitar la tercera ola. Pero ya es tarde. Esto se tenía que decir hace 15 días. A día de hoy, quien más quien menos ya tiene programadas sus navidades… ¡que sea lo que Dios quiera! (lo dice un ateo… tomarlo como una frase hecha).

Cabe recordar que en Alemania que capeó el temporal de la primera ola de manera bastante acertada, pero que generó una falsa sensación de seguridad entre sus ciudadanos con medidas demasiado suaves, hoy sufre las consecuencias que han obligado a su canciller católica, Ángela Merkel, a decir: “no hay navidades en Alemania”.

Y en Sevilla, qué decir de Sevilla. No hay mayor evento festivo para los sevillanos (por encima de las navidades) que su sacrosanta Feria de Abril y ahí están, sacrificando un año más (por primera vez en su historia, desde 1847) su fiesta grande. Han declarado que éste año tampoco habrá Feria de Abril ¡cuatro meses antes del evento!!, porque ni siquiera la vacuna (que para esas fechas sólo el 30% estarán vacunados) les garantiza todavía la inmunidad. El evento le supone a Sevilla el 3% de su PIB.

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Mientras tanto, a menos de una semana de la Navidad, en la Moncloa y en las sedes de los Gobiernos autonómicos, discutiendo si son galgos o podencos. La respuesta ya sabemos cuál será. La tercera ola será inevitable, miles de muertos tendremos para la tercera semana de enero, como está sucediendo en EE.UU por salvar el thanksgiving day.

No me decepciona la derecha de éste país, es lo más impresentable de Europa. Les conocemos. Me decepciona el Gobierno de Pedro Sánchez.

Marcelo Noboa Fiallo es socio de infoLibre

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