Y, ¿si todo estuviese planificado, fomentado, acuciado, controlado…?
Por ver de sacar mayor tajada a la desgracia ajena, de acuerdo a la naturaleza del carroñero merodeador e implacable que husmea la vulnerabilidad. Con tal de engordar más y más al poderoso, y enriquecer su ambición y su codicia. Y si no, acuérdense cuando ya se decía que convenía que se hundiese España para que pudiesen llegar ellos, los de la derecha insaciable, para reconstruirla y sacar tajada a mansalva. Son especialistas.
Recuerden, en todo caso, que en 2008 estalló una enésima tormenta perfecta. Se hundió el banco tramposo de los Lehman Brothers, y se extendió el reguero de la autodestrucción del Sistema a marchas forzadas, sin dar un resquicio a la más mínima esperanza de frenar el desastre, machacando en primer lugar a quienes menos tenían, a quienes más confiaron, a aquellos que aceptaban, por ejemplo, la financiación del cien por cien, con una palmadita venida de las entretelas de su entidad bancaria. Pues claro, si se las prometieron felices.
Y, de repente, nada valía nada, y se sucedieron, a miles, los desahucios, los impagos, los hundimientos de las economías domésticas, ¿se acuerdan del “copago farmacéutico"? Y así, antes de que nos diésemos cuenta, el 25% de la población se empobreció hasta extremos insostenibles. Aún hoy en día sigue habiendo del orden de 100 desahucios diarios que nadie echa en cuenta, frente a 9.600 “okupaciones” anuales. Entre otras cosas porque no hubo responsabilidad a cargo de quienes nos dirigían y nos animaban a “invertir” a lo grande, ¿se acuerdan? “Por encima de nuestras posibilidades”, más escarnio para infelices. De hecho, aún hoy “nuestras entidades” financieras deben más de 50.000 millones de euros a cuenta, que nunca pagarán, de las ayudas públicas recibidas. Porque una cosa es que se arruinaran los de costumbre y otra que se fuera a la mierda el chiringuito de los poderosos. Y eso sí que no.
Y gobernó la derecha, y esquilmó a los más desfavorecidos, tras haber sacado mayoría absolutísima, y subieron los impuestos, los directos y los indirectos, y “los bajadores mentirosos de impuestos” hicieron “su agosto”, con su doctrina de la evasión legalizada fiscal, que la dejaron para más adelante, y gravaron los medicamentos, y vaciaron la hucha de los pensionistas, y concedieron una “amnistía fiscal” a los defraudadores de altos rumbos, y nada se hacía sostenible si no se escaldaban las pequeñas economías de los vulnerables, mientras se enriquecían los de arriba y la desigualdad se afianzaba y crecía, crecía, y la corrupción se desbocó, y todo era rapiña, negada, disimulada o ni eso, hasta emponzoñar la vida pública y lograr que la degradación desanimara a la ciudadanía de a pie. Hasta nuestros días. Para que una vez que se consiguió la contumacia en la desconfianza, para que nadie de abajo fuera a confiar en quien estuviera por encima de él, clase política en el alero de los testaferros del poder y los cómplices necesarios para los de “el día al día”. Y El cuento de la criada dejó de ser pura ficción. Y el más ejemplar “del rey abajo ninguno”, pues entonces la ilusión de fe en la ejemplaridad se nos hizo añicos.
Y fue, al fin, desalojada del poder, la derecha, por nauseabunda peste, y no lo perdonaron, porque esa gente “ni olvida, ni perdona”, y aún siguen hoy en día negando la mayor y la menor de sus tropelías, que son muchas y se van solventando, “por la puerta de atrás” de una Justicia demasiado complaciente.
Y ahora toca el asunto del agua, que no hay, que la sequía se ha plantado “pertinaz” y devastadora en 21 provincias en las que no ha caído ni una sola gota en abril, que la emergencia climática es un hecho, aunque haya que negarla o ningunearla, a merced de contentar a corto plazo a amigos y compinches, pan para hoy, hambre para mañana, a cuenta de convertir, si fuera preciso, en un secarral al propio país, bajo un toldo de fullerías sin fin.
Ahora toca el asunto del agua, que no hay, que la sequía se ha plantado “pertinaz” y devastadora en 21 provincias en las que no ha caído ni una sola gota en abril
Y así andan con “las aguas superficiales” en Doñana, con el gambito de que las del fondo no se tocarán, mientras nadie se cree la argumentación, y Doñana se seca, si no lo está ya, “seca e irrecuperable”, y los cultivadores de cereal ya han dicho que la mitad de la mitad, y los de la fruta en Lleida, y los de los cultivos tropicales en la Axarquía… más de lo mismo, pero y qué más dará si se consigue el poder y la desigualdad forma parte del nuevo paisaje. Porque “es su naturaleza”, es su única aspiración, porque estaremos muy equivocados si permitimos que procedan con cálculo frío y despiadado a salirse de nuevo con los intereses a favor de “sus amos y señores”. Aunque vayan a Europa y hagan el paripé, y les digan allá en Bruselas que nada de nada de seguir esquilmando Doñana, que las multas nos amenazan a todos.
Pero ya han decidido hundir al país, con la artimaña de siempre, aquella que juzgaba y sentenciaba a quienes supieron y quisieron luchar por la legalidad “democrática y republicana”… acusados de “adhesión a la sublevación”. Puro escarnio, vil y cobarde, de entonces, de siempre. Porque no hay mejor acusación que utilizar la propia falta y ponérsela de montera al adversario. Porque también es así su naturaleza. Maliciosa y cainita.
Y así repiten y repiten que este Gobierno central "sólo quiere hundir al país”, frente a todas las evidencias contrarias, frente a la deslealtad flagrante de una oposición de derechas que no ha sabido ni ha querido estar a la altura de las necesidades de su ciudadanía.
Porque corremos el peligro de volver a caer en la inopia de que tales y viles dirigentes sólo saben moverse entre escombros y deshechos. Porque son carroñeros y no cejarán en su estrategia destructiva en medio de una sequía, de una emergencia climática, de una evolución global a la que está sabiendo adaptarse nuestro país, pero que no quieren ver, aunque al final la tozudez de los hechos marque el paso a generaciones futuras, próximas, y no para bien… víctimas de la codicia y la estupidez de los machos alfa con mando en plaza.
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Antonio García Gómez es socio de infoLibre.