Festival de Cannes
Aplausos para Villeneuve y su 'Sicario' y patinazo de Donzelli con 'Marguerite et Julien'
En una coincidencia sonrojante, el Festival de Cannes programó este martes el drama de acción fronterizo Sicario, del canadiense Dennis Villenueve, apluadido nuevo trabajo del autor de Incendies, y la pantomima francesa de Valérie Donzelli con Marguerite et Julien, una protestada provocación al espectador en varios niveles que roza el ridículo.
La tóxica situación del negocio de la droga, en el que no hay precisamente menos daños colaterales que en una guerra tradicional, es narrada por Villenueve en Sicario, a través de la historia de una idealista y escasamente experimentada agente del FBI (espléndida Emily Blunt) que se ve mezclada en una sucia operación de la CIA contra el narcotráfico, a caballo entre Estados Unidos y México. El puertorriqueño Benicio del Toro (aquí colombiano) y Josh Brolin completan el trío que encabeza esta cinta coral muy bien narrada por el cineasta canadiense, que con rigor se está haciendo un hueco en Hollywood. Se puede hacer un cine de acción que no sea pura pirotecnia, como prueba el guión del primerizo Taylor Sheridan, antes conocido por su faceta de actor.
Huyendo del frecuente concepto en el género de buenos y malos, Sicario está llena de sombras y matices, que arropan a la brillantez de las imágenes. Lo único que se le puede achacar a la cinta es que es una más de un microgénero de lucha contra el narcotráfico, y que podría ser algo más reflexivo, pero está por encima de unas cuantas de las cintas ya vistas en esta carrera por la Palma de Oro.
Sin ir más lejos en una galaxia muy lejana si la comparamos con su compañera de cartelera este martes, la fantasía romántico-erótica de Valérie Donzelli Marguerite et Julien, historia que se desarrolla supuestamente en el siglo XVII, aunque aparezcan ropas de varias épocas, automóviles, gramófonos y transistores, en el trasfondo de esta historia de amor incestuoso entre dos hermanos, muy unidos desde la infancia, cuyas hormonas estallan al llegar a la juventud.
No hay el menor cuestionamiento moral de parte de la cineasta francesa, que no teme al ridículo, más bien lo busca. De ahí que habláramos de provocaciones en esta historieta pop de difícil justificación en un festival que presume de ser el más riguroso del mundo, pero cuyas exigencias se evaporan cuando se trata de producciones francesas, o de películas de reconocidos cineastas por malas que sean (léase The Sea of Trees, de Gus van Sant).
© Carolina G.Guerrero (Cannes)-NOTICINE.com