Choque de clases en el improbable paso de rapero a tenor: "Hay puntos en común entre la ópera y el rap"

Mohamed Belkhir y Michèle Laroque en 'Tenor'

La ópera y el rap. No hay dos géneros musicales más distantes. Una tiene su casa en imponentes palacios centenarios repartidos por las principales capitales europeas. El otro es hijo del desencanto de calles que no visitará adrede ningún turista foráneo nunca. Son dos universos paralelos desde su propia génesis, destinados no encontrarse jamás. Salvo que haya una curva inesperada en el camino y entre en juego el azar

Así es como puede darse el improbable paso de rapero a tenor, encarnado en esta película así titulada (Tenor, 9 de junio en cines) por Antoine (Mohamed Belkhir), un joven repartidor de sushi y aspirante a rapero de los suburbios parisinos que, por pura carambola, conoce a la señora Loiseau (Michèle Laroque), una una eminente profesora de la majestuosa Ópera de París. Con un pedido aleatorio de comida se produce una conexión insólita con el Palacio de Garnier como epicentro.

Un lugar histórico en el centro de la capital francesa que un chaval desubicado de las afueras nunca hubiera imaginado pisar. Pero ese es precisamente el poder de la música en general y, en este caso, de la ópera en particular: propiciar. Y es que, asombrada por el talento del joven, ella le introduce en el mundo de la ópera y le ofrece un puesto como alumno suyo. Temiendo que no le entiendan, Antoine lo oculta a sus amigos y familiares mientras descubre su propia voz no con las batallas de rimas improvisadas, sino en unas composiciones que le descubren todo un mundo de posibilidades.

"Lo que me gusta de mi personaje es que nunca le pregunta de donde viene, qué hace, a qué se dedica", explica a infoLibre Michèle Laroque, quien interpreta a la reputada profesora que, con ciertos problemas de salud y después de una vida entregada a la ópera, encuentra en este sorprendente muchacho "una forma de continuar viviendo". 

De manera que se establece así una relación recíproca en la que no solo ella le muestra la senda operística a su pupilo imprevisto, sino que él también le descubre talentos como el del mito del rap Tupac Shakur. "Es como Pavarotti", le dice en un momento dado, provocando cierta incredulidad pero, a su vez, despertando también esa curiosidad siempre necesaria para seguir manteniéndonos vivos.

Se produce así un choque de clases y mundos al estilo de Una razón brillante (Yvan Attal, 2017) y Un italiano en Noruega (Gennaro Nunziante, 2016), confrontando a esta profesora de ópera de clase alta con un rapero en ciernes sin muchas más aspiraciones que ir sobreviviendo mientras estudia contabilidad. Sin embargo, su amor por la música les unirá y cambiará sus vidas para siempre, enriqueciendo a ambos.

Así las cosas, resume Laroque que su personaje se agarra a la voz de Antoine para seguir viviendo ilusionada. "Tener curiosidad por los demás, mirarles, es una forma de vivir mejor juntos", plantea la actriz, quien defiende las bondades de "prestar atención al otro sin ningún prejuicio". La música como herramienta para construir un mundo no ya mejor, pero por lo menos sí más habitable.

El director de la cinta, Claude Zidi Jr, destaca a infoLibre que todo el poder de la música se desata al establecerse entre los dos protagonistas un "intercambio" honesto, un "auténtico encuentro" musical y artístico que va más allá de una profesora tratando de enseñar a un alumno. Es, más bien, un alimento en doble dirección que resulta por ello beneficioso para ambas partes.

"Todos los estilos musicales aportan la emoción y luego hay sensibilidades distintas en distintos estilos. Pero la música es el arte más presente en la vida de la gente, escuchamos música en todas partes. La música es incomparable, es algo en lo que todo el mundo se puede reconocer", remarca el cineasta, quien añade que la música es, asimismo, "una especie de máquina del tiempo para la gente", pues al escuchar algunas canciones viaja hasta momentos muy concretos de su existencia.

"El mundo sin música sería muy diferente", apostilla Zidi, mientras Laroque tercia para lanzar una pregunta retórica: "¿Cuántas veces hemos escuchado a la gente decir eso de esta canción me ha salvado la vida?" La música, el arte, la cultura, es un férreo nexo de unión entre todos nosotros, tal y como afirma también Belkhir: "Claramente. Y también en el sentido de liberación. El canto te libera cuando encuentras tu voz para cantar en la vida y cantas a pleno pulmón, porque la ópera se canta así, fuerte. Mi personaje encuentra su sitio mientras deja que salga su voz, y ese es un simbolismo muy bonito".

Belkhir es muy popular en Francia como campeón de beatbox, una forma de sonido vocal que se basa en la capacidad de producir ritmos de cualquier tipo, compases y sonidos musicales utilizando el aparato fonador. Y desde su propia experiencia afirma sin dudar que por supuesto que "hay puntos en común entre la ópera y el rap", empezando por las emociones que pueden llegar a generar, y pasando por la respiración, la dicción o en la forma tan rápida de pronuncia las sílabas en clásicos como, por ejemplo, el Largo al factotum de El barbero de Sevilla. "Esa forma de pronunciar tan rápido se parece al rap", remarca, el tiempo que asegura que su aprendizaje en el beatbox, práctica para la que hace sonidos con la garganta, la lengua, los labios o los dientes, le ha ayudado a encontrar en la ópera "movimientos internos más fácilmente".

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Y prosigue: "Hace mucho que escucho música clásica, me encanta el canto lírico. Pero es verdad que no sabía que podía desarrollar mi técnica para cantar así como un tenor, porque es una técnica muy difícil y precisa. He tenido la suerte de desarrollar esta técnica de canto lírico en poco tiempo y me ha enseñado a proyectar la voz. No pensé que algún día iba a hacer algo así, pero a día de hoy es una pasada, canto ópera todos los días y trato de progresar. Veo documentales, entrevistas, escucho a los grandes cantantes de la historia... y ahora me encanta".

Por último, el director se muestra convencido de que han cumplido el objetivo de hacer una película "internacional" y no solo "francesa", principalmente al haberse inspirado en una historia que en realidad es universal, pues habla de perseguir los sueños incluso contra las inseguridades que todos llevamos dentro. "Acércate al cine si te gustan las películas con mucha música, el rap, la ópera, reír y llorar. Si te gustan las películas bonitas que te mueven con muchas emociones", termina Belkhir, animando a los espectadores a acercarse a las salas a ver Tenor a partir de su estreno español este jueves 9 de junio. "Estar en una sala grande con gente compartiendo emociones. Después de haber estado separados unos de otros durante la pandemia, vivir algo así juntos es importante", remata Laroque.

Con la participación del reputado cantante lírico Roberto Alagna, Tenor confía, en definitiva, en el poder de la música clásica para aflorar las emociones y los vínculos afectivos siguiendo la línea de películas como El coro (François Girard, 2014) y El Concierto (Radu Mihaileanu, 2009).

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