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'Cuéntame' es para siempre: las series que nos acompañan (casi) toda la vida

El elenco de 'Cuéntame cómo pasó'.

Desde su estreno el 13 de septiembre de 2001 hasta la despedida de este miércoles 29 de noviembre de 2023 nos ha pasado de todo. 22 años dan para mucho a nivel individual y como colectividad. Y algunas de esas cosas, no pocas, las hemos visto reflejadas en la pequeña pantalla a través de los personajes de Cuéntame cómo pasó, la serie que entró en nuestras vidas dos días después de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y que dice adiós precisamente volviendo a aquel 11S tan funesto como crucialmente histórico.

Este es el punto de partida de la última entrega, la 422, que pondrá el cierre a una serie única, cuando Carlos Alcántara (el hijo pequeño ya no tan pequeño, para entendernos) viaja a España para reencontrarse con su abuela y con toda su familia después de muchos años sin verse. Pero el inesperado atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York altera, de repente, todos los planes. Reproduce el capítulo la incertidumbre y la angustia de aquel día mientras vemos a Antonio intentando ponerse en contacto con la aerolínea sin conseguir confirmar si Carlos iba en uno de los aviones estrellados. La abuela Herminia está muy angustiada, los muertos se cuentan por miles, y para ella es como si estuvieran, de nuevo, en 1936. El terror y la confusión se apodera de los Alcántara, que de nuevo vuelven a ser espejo del mundo entero en general.

Llevamos dos décadas bromeando con que a esta familia siempre le pasa todo y eso no iba a cambiar en su adiós, justamente porque estamos ante una serie que, literalmente, nos lleva acompañando toda la vida. Todas nuestras vidas a través de varias generaciones cohabitando en un país en constante transformación y desarrollo desde finales de los sesenta. No ha habido hecho histórico relevante para España que no haya estado presente en la trama de una serie en la que semejante ficción veraz termina superando a la realidad.

Lo mismo ocurre con Los Simpson, con la (pequeñísima) salvedad (sin apenas importancia) de que ellos han sido capaces de predecir el futuro incontables veces a lo largo de sus 35 temporadas. En el caso de esta longeva serie estadounidense de animación, esa capacidad visionaria ha terminado convirtiéndose en una costumbre que cada vez sorprende menos, si bien hay que reconocer que es algo extraordinario, casi diríase propio de una nigromancia perfeccionada a lo largo, ancho, alto y profundo de 757 capítulos. 

Porque los creadores de Homer Simpson y compañía llegaron a predecir veinte años antes, cuando era absolutamente impensable, que Donald Trump llegaría a presidente de los Estados Unidos. Y no solo eso, pues en algún episodio hay referencias al 11S con juegos de fechas y edificios ardiendo antes de que se produjera, Estos dibujitos creados por Matt Groening llevan retratando la actualidad desde su debut el 17 de diciembre de 1989 y, no conformes con eso, jugando a Nostradamus con una solvencia cuanto menos desconcertante: profetizaron el asalto al Capitolio, la fusión entre Disney y Fox, los relojes inteligentes, las videollamadas e incluso las giras infinitas de los Rolling Stones (si bien esto último quizás no era tan difícil).

Fuera de toda duda y discusión está el hondo calado de Friends, la serie que definió el cambio de siglo durante las diez temporadas que estuvo en antena y sus 236 episodios emitidos entre 1994 y 2004. Foto en movimiento de un tiempo al que, más allá de las tramas personales entre sus protagonistas, se puede regresar para por ejemplo comprobar el pasmo que entonces aún causaba una pareja conformada por dos mujeres como Carol y Susan, algo que el éxito de la ficción indudablemente ayudó a normalizar. Igual que también hizo con las madres solteras (Rachel) o la diversidad de género con el padre transexual de Chandler. Incluso el 11S estuvo presente en la trama, aunque de una manera curiosa, pues coincidió que dos semanas después de los ataques terroristas iba a emitirse un episodio en el que Chandler hacía bromas en un aeropuerto sobre secuestros y bombardeos de aviones. Este capítulo fue retirado y solo conocimos de su existencia pasados los años.

"En ese edificio hay un auténtico retrato social de España", aseguraba a infoLibre hace un par de meses Javier P. Martin, autor de Aquí no hay quien viva. Detrás de las cámaras: la delirante historia de esta nuestra comunidad (Plaza & Janés), un libro que relata los entresijos de una ficción de culto, la de esta nuestra comunidad, que aún hoy tiene su hueco en la parrilla y que tiene auténticos fanáticos a pesar de que solo se emitió durante tres años, entre 2003 y 2006. En ese dibujo de nuestro país recién estrenado el siglo XXI podíamos ver, por ejemplo, la convivencia de una pareja gay que en principio no gustó a los productores pero que, con total naturalidad, se convirtió en referente del colectivo LGTBI en horario de máxima audiencia (recordemos que el matrimonio igualitario se legalizó en España en julio de 2005) y se ganó el cariño de los telespectadores e incluso de sus vecinas ancianas y perversamente cotillas. La precariedad laboral, las dificultades para acceder a una vivienda y todo tipo de problemas sociales derivados también estaban presentes y, por desgracia, aún hoy vigentes (detalle no menor que explica su tirón interminable).

A su manera, también Modern family ha ahondado en esa misma normalización de la pareja homosexual de Aquí no hay quien viva, en su caso dedicando incluso un episodio completo a la aprobación en 2013 (con unos cuantos años de retraso respecto a España) del matrimonio entre personas del mismo sexo en California. Punto culminante para un tándem que a través de la pequeña pantalla abrió otras gruesas puertas como la de la adopción por parte de gays que terminan siendo mucho mejores padres que muchas parejas heterosexuales, así como algunas otras más moldeables como la de poner a Cam, tan alocado él, como entrenador de fútbol americano en un instituto. La inmigración y las relaciones con otras culturas está también presente a través de la pareja formada por Jay y Gloria, mujer colombiana mucho más joven que él y que, por contraste cultural, provoca situaciones divertidas que se multiplican exponencialmente cuando intervienen otros miembros de su familia. Teniendo en cuenta la cantidad de premios Emmy que se llevó esta serie durante sus once años en antena, entre 2009 y 2020, con 250 capítulos, resulta evidente su capacidad para hacer de las relaciones entre estadounidenses y latinoamericanos, ya relacionados incluso familiarmente, algo más cotidiano de lo que era años atrás.

Hemos utilizado en varias ocasiones la expresión "normalizar" al hablar del legado que estas series que tanto dicen sobre nosotros han dejado para tiempos futuros. En este punto resulta interesante recordar también a Médico de familia, pues fue la primera serie en contar con un actor con síndrome de down, dando así un potente mensaje de integración en el que hay que incidir todavía hoy, como habrá que hacerlo siempre, si bien entonces, en el último lustro de los años noventa del siglo pasado, era mucho más necesario al no estar apenas presente en la agenda de nadie. En esta ficción de 119 capítulos protagonizada por Emilio Aragón de 1995 a 1999 (apenas un lustro, si bien su impacto fue bien intenso) hubo también, por contra, una fuerte controversia por el papel de empleada del hogar de la Juani, interpretada por Luisa Martín, dibujada como una mujer sin formación con un marcado acento andaluz.

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Doce años estuvo en antena Hospital Central, con 300 episodios entre abril del año 2000 y diciembre de 2012. De carácter dramático, su argumento giraba en torno a las vidas personales y profesionales de los trabajadores del ficticio Hospital Central de Madrid y, más allá de eso, fue la primera serie española en contar en su octava temporada, en 2004, la historia de una pareja de lesbianas, Esther y Maca, por lo que recibió diferentes premios otorgados por el colectivo LGTBI. De nuevo, la ficción como puerta para visibilizar otro tipo de parejas y de familias, pues la pediatra y la enfermera, con boda incluida, tuvieron descendencia por inseminación artificial.

Aparte de convertir a Carmen Machi en famosa para el gran público, Aída tiene el mérito de hacer protagonista a una trabajadora de la limpieza divorciada, exalcohólica y sin estudios que hace todo lo posible por sacar adelante a su familia en un barrio de extrarradio olvidado. Una historia con más bien poco glamour, que parte como spin off de otra serie, 7 vidas, que se desarrolló durante nueve temporadas entre 2005 y 2014 y que cuenta entre sus personajes con Luisma, el yonki rehabilitado interpretado por Paco León. Junto a él, el adolescente gay Fidel, encarnado por Eduardo Casanova, o la prostituta (Melani Olivares) que vive con miedo constante a que sus amigos descubran a qué se dedica. Un elenco que no suele contar sus historias en prime time, pero que puede estar, como de hecho, está, en cualquiera de nuestras ciudades, y del que aquí se nos cuentan todas sus tribulaciones habituales. Además, el personaje de Mauricio Colmenero (Mariano Peña), nos recuerda todo lo malo que tienen los fascistas empresarios que tratan mal a sus empleados y a todos los que tienen alrededor.

Si hay una serie que se acerca a Cuéntame cómo pasó en perdurabilidad, esa es Amar es para siempre. En emisión desde 2013 como continuación de Amar en tiempos revueltos (primero en TVE, ahora en Antena 3), en total suma más de 4.500 episodios entre las dos etapas (su fin está previsto el 1 de marzo de 2024). La trama arranca en los sesenta, unos años de ansias aperturistas, a través de Inés y Mauro, dos jóvenes abogados que luchan por introducir mejoras en la sociedad franquista del momento. Ella, de hecho, a través de su profesión, encarna la lucha social de la mujer por la igualdad. Actualmente, la historia ha llegado ya a las elecciones de 1982, ocupando así la política parte importante de las conversaciones entre los personajes que van pasando por el epicentro de la popular Plaza de los Frutos. La historia de nuestro país a través de las relaciones personales.

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