"Te metía la mano debajo del pantalón corto en clase": 'Todos lo sabían', la película que avergüenza a la Iglesia

"El director tenía una leve cojera y cuando se le oía venir por los pasillos, todos a temblar. Teníamos todos pánico. Te sacaba a la pizarra a hacer algún ejercicio y, cuando terminabas, te llamaba a su mesa. Delante de todos los compañeros te empezaba a meter la mano por debajo del pantalón corto. Primero por los genitales, el pene, después el muslo y las nalgas hasta terminar metiéndote un dedo en el ano. Si te negabas o hacías ademán de que no te gustaba, se levantaba, te cogía, te ponía la cara en el regazo y te pregunta donde quieres que te pegue. Pero siempre era en la cara, en la parte izquierda, entre la oreja y el hombro. Te daba un bofetón y te tiraba al suelo".
Este testimonio, que no es de una única persona sino de varias, podría terminar aquí y ya sería suficientemente estremecedor. Pero continúa: "Era un poco peor era cuando te llamaba a su despacho, porque hacia lo mismo pero, al estar más íntimamente, recuerdo que se excitaba muchísimo, se ponía colorado. Te hacía desnudarte. Él en su mesa y yo desnudo en una silla. Además, en los vestuarios, el don Julián este iba y nos cambiaba la ropa con todos los mocetes en pelotas. Te metía a la ducha y allí te tocaba. Cuando habíamos terminado de ducharnos, a varios elegidos nos hacia levantar una pierna y nos metía la mano para ver si nos habíamos lavado bien".
Este relato de hechos aquí unificado es la suma de experiencias individuales de un grupo de hombres que más de medio siglo después decidieron contar con toda la crudeza ante la cámara sus experiencias como víctimas de abusos en el Colegio del Puy de Estella-Lizarra, donde el padre José San Julián se hizo dramáticamente célebre por sus fechorías. Y con esta crudeza arranca Todos lo sabían, la película documental de la directora estellesa Iratxe Pérez Barandalla que aborda los abusos a menores denunciados en el ámbito de la Iglesia católica en España, y que llega a las salas de cine a partir de este fin de semana.
"Yo soy de Estella, una localidad de 14.000 habitantes, y hace cinco años, después de cincuenta años de silencio, empiezan a salir públicamente en los medios de comunicación una serie de denuncias sobre abusos sexuales en un colegio en los años sesenta y setenta. Estas personas son de mi misma localidad, conocían mi trabajo como directora y productora de documentales y contactaron conmigo con la idea de contar sus testimonios", relata Pérez, comentando a su vez a infoLibre un dato que se menciona en el documental y que no pasa desapercibido: "Estiman que hay entre 700 y 1.000 víctimas solo en Estella. Toda la generación demis padres, mis tíos, los padres de mis amigas... El maltrato físico estaba totalmente extendido y toda esa generación, desgraciadamente, lo habrá sufrido de alguna manera".
Y de nuevo hablan varias de esas víctimas, hoy hombres de sesenta o setenta años marcados de por vida por ese maltrato primero físico, con golpes y patadas, que se convertía después en abuso sexual: "El director aprovechaba para sus perrerías cuando nos estábamos confesando. Con diez u once años no tienes noción sexual de nada. Lo ves al principio como muestra de cariño, pero no era eso, se estaban aprovechando de ti como persona. Como no eras consciente de que aquello eran abusos sexuales, casi tenías más miedo a las palizas que a los abusos. Sabias que no te gustaba, pero al no tener una educación sexual no sabías lo que era. Sabias que no te gustaba pero nada más".
A partir de estas revelaciones y partiendo geográficamente desde Estella, Todos lo sabían relata los abusos padecidos siendo niños de hasta 27 víctimas de todo el país, intercalados con animaciones en blanco y negro y fotografías de archivo de aquellos días de escuela que debieran haber sido felices, pero no lo fueron en absoluto, con un clero que ejercía su situación dominante de poder sin control alguno en el tardofranquismo. "Estos abusos no se olvidan y marcan de por vida. Era importante plasmar en los testimonios la enorme huella emocional y psicológica que dejan en una persona los abusos en la infancia. Porque no es solo el hecho en sí, sino en todo lo que deriva durante tu vida adulta", plantea la cineasta.
El muro de silencio en el que todas estas y otras tantas personas han vivido casi la totalidad de sus vidas se está rompiendo ahora. "En España empezaron a salir testimonios en medios de comunicación principalmente a partir de 2008 y 2009", apunta Pérez. No eran ni son casos aislados, por supuesto, pues también ha ocurrido de manera parecida en otros muchos países, haciendo "evidente que era un problema mucho más sistémico, teniendo además en cuenta en nuestro caso particular los cuarenta años de dictadura de nacional-catolicismo". "Cuando hablamos de que ahora se rompe el silencio hay que entender por qué en aquella época existía tantísimo miedo y cómo era aquella figura de poder para no atreverse a levantar la voz", apostilla.
Y aún prosigue: "Pero también hay que decir que en muchos casos sí se llegó a saber lo que pasaba, hay documentación que demuestra que en muchos colegios de España fueron conocedores de casos de abusos. Hubo niños, sobre todo ya en el tardofranquismo y con la Transición, que ya sí son conocedores de que algunos de sus profesores, algunos curas, son abusadores. Eso sí, desde las diócesis lo que se hacía solo era cambiarlos de colegio o de ciudad, de manera que en ese otro centro seguían perpetuándose los casos de abusos porque seguían en contacto con otros menores. Incluso cuando ya la cosa se ponía insostenible lo que hacía era trasladarlos a países de América Latina".
Los que se han atrevido a hablar de esto son todavía una minoría dentro de una enorme mayoría en este país que probablemente se mantiene en silencio
José Luis Pérez es otro de los rostros de esta película, así como resorte necesario para que todo esto salte por los aires cuando, después del suicidio de su hermano Javier, lee la carta póstuma que le había dejado escrita contando "todos los abusos que había sufrido en el internado en el que estudiaron de niños durante muchísimos años". "Esa carta fue detonante para que decidiera dar el paso, primero poniéndose en contacto con las instituciones que consideraba que eran responsables, intentando encontrar un aliento y un alivio. Al no encontrar respuesta, decide acudir a los medios de comunicación", destaca Pérez, aclarando que, en cualquier caso, los que se han atrevido a hablar de esto "son todavía una minoría dentro de una enorme mayoría en este país que probablemente se mantiene en silencio porque todavía es muy complejo todo ese proceso para atreverse a dar el paso".
Al mismo tiempo que se rodaba el documental, el activismo de las asociaciones de víctimas daba sus frutos y su lucha por la reparación se convertía en un proceso legislativo que llegó al Parlamento de Navarra -donde se constituyó una comisión de investigación que concluyó con una Ley Foral pionera en Europa en el reconocimiento a las víctimas de abusos en instituciones religiosas-, el Congreso de los Diputados -que aprobó la puesta en marcha de una investigación independiente por parte del Defensor del Pueblo, que estimó en 400.000 las víctimas de pederastas en la Iglesia católica española y que fue entregado a la Conferencia Episcopal- o el Parlamento Europeo -donde entregaron un informe en Bruselas y Estrasburgo después de fundar Justice Initiative, asociación que reúne a víctimas de 15 países, no solo del ámbito religioso, sino también intrafamiliar y deportivo-.
A través del activismo son las propias víctimas las que, mediante el asociacionismo, consiguen que esto llegue a los poderes políticos
Todo este camino desbordante de tesón y no poco dolor está también registrado en Todos lo sabían, que se convierte así, de alguna manera, en un canto a la esperanza y a la lucha colectiva: "Nos dimos cuenta de que, aparte de los testimonios, era importante contar qué es lo que estaba sucediendo en la actualidad a nivel social y a nivel político. Cómo a través del activismo son las propias víctimas las que mediante el asociacionismo, con la ayuda vital de los medios de comunicación, consiguen que esto finalmente llegue a los poderes políticos, al Congreso de los Diputados y a diferentes parlamentos autonómicos. Y esto no ha hecho más que comenzar. Espero que este documental ayude a muchas personas que hayan vivido episodios similares para que se decidan a dar el paso de ponerse en contacto con las asociaciones y con otras víctimas. Hablar con otras personas que han pasado por lo mismo es fundamental para tener ese acompañamiento, esa comprensión que solo otra persona en tu situación te puede entender y te puede dar las pautas a seguir".
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"La pelota estaba ahora en la Conferencia Episcopal, que es un entramado complejo porque son muchas diócesis diferentes", remarca la cineasta, recordando que hace apenas un par de semanas el arzobispo de Navarra "ha dado un paso adelante y ha aceptado sentarse en la comisión de investigación del Ejecutivo Foral", que precisamente este jueves ha anunciado que el Gobierno autonómico pondrá a disposición de la Iglesia los expedientes de las víctimas de abusos sexuales en esa comunidad. "¿Al final esto depende de la buena voluntad de los diferentes arzobispos? ¿Qué pasa si el próximo Papa que llegue tiene otro talante?", se pregunta la directora, antes de responder ella misma: "No puede depender solo de la buena voluntad de las jerarquías eclesiásticas, porque estamos hablando de delitos. Las víctimas consideran que los Estados son los que deberían tomar partido en este asunto".
Como sociedad, nos falta muchísima información para llegar a comprender a las víctimas de abusos
Es por todo ella que, a su juicio, "como sociedad nos falta muchísima información para llegar a comprender a las víctimas de abusos". Y justo por eso, todos los agentes implicados, como educadores, profesores o personal sanitario, deberían estar formados al respecto. Y justo por eso también las políticas que se aprueben deben estar dotadas de medios para que todos ellos tengan "formación específica en la detección y la prevención de todo este tipo de casos", porque "como sociedad hay un desconocimiento enorme". "Es importante saber también como sociedad cuales son las consecuencias de esos abusos, para legislar y que el sistema judicial esté más pensado en la víctima y no tanto en la protección del victimario, porque tienen unas características muy específicas. Veo ciertas similitudes con la violencia machista en cómo en los juicios se sigue constantemente cuestionando a la víctima. Se cuestiona mucho más a la víctima que al victimario", asegura.
Pone en valor Pérez para terminar todos los avances conseguidos a lo largo de las décadas en un mundo sin duda diferente, y más en particular en un país en el que la educación en centros religiosos no está tan extendida como antaño. Y pone el foco de nuevo en las secuelas para hacernos comprender el tamaño del daño: "Muchas veces las víctimas son incapaces de contarlo incluso durante décadas, y no ya solo contarlo, sino de ser ellas mismas conscientes de haber sido víctimas. Cuando se sufren episodios tan graves, que dejan una huella emocional tan grande, muchas veces el propio cerebro lo olvida, lo encapsula y lo deja como si no hubiera llegado a suceder, a pesar de lo cual desencadena una serie de consecuencias tremendas a lo largo de toda tu vida. Se tardan muchos años y muchísimo trabajo profesional para poder llegar al origen de esos males. Y el origen son esos episodios de abusos que has podido sufrir a una edad muy temprana",