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Javirroyo, un veterano de la ilustración que triunfa en las redes

Lucía Díaz

El humor es aquello que no te esperas que te haga reír. Más complejo que el drama y lo que en un contexto lo es, no lo es en otro. “Un invitado imprevisible”, casi tanto como Javi Royo – o así lo define él – más conocido en Internet como Javirroyo.

Ilustrador y diseñador gráfico, comenzó sus andaduras creando personajes como Hipopótamo Flanson®, El Justisiero de la Vespino Rossi o La Cebolla Asesina. Algunos le recordarán del semanario de humor El Virus Mutante en el que formaba parte del equipo junto a Forges, Juan José Millás o Gallego & Rey entre otros.

En 2009 fundó El Estafador, semanario de humor gráfico en el que muchos dibujantes que publicaban en medios tradicionales tuvieron que dejar de hacerlo tras la crisis de 2008. Como cuenta el ilustrador a infoLibre, “nos sirvió para seguir haciendo el ejercicio de proponer un tema y hacerlo todas las semanas. Al menos publicábamos y llegábamos a la gente en aquel momento. Facebook casi arrancaba e Instagram era simplemente una red de cuatro personas que intercambiaban fotos con filtros. Llegamos a tener más de 10.000 personas suscritas, y diez años después seguimos haciéndolo, pero a un ritmo mucho más tranquilo”.

A día de hoy, comparte sus viñetas en redes sociales en las que cuenta con más de 170.000 seguidores. Descubrimos la clave del éxito de sus viñetas: plena abstracción en formas aparentemente sencillas. Llegar a lo mínimo sin que pierda el sentido. Según nos cuenta Royo, “lo único que hago es ilustrar y dibujar. Miento; lo que hago es escribir con dibujos en realidad, que siempre me lío. Lo digo porque soy disléxico y encima daltónico. Soy un tipo extraño, la verdad. Hice Bellas Artes sin saber que era daltónico, ahora entiendo por qué el profesor de color estaba frito conmigo. Se vive bien de todas maneras; siempre digo que lo mejor de todo es saber sacar partido incluso a tu discapacidad; lo que crees que es una discapacidad en realidad es una capacidad especial”.

Ha hecho innumerables colaboraciones en prensa, pero el éxito en los últimos años tiene que ver con las redes sociales. Su experiencia revela que “funciona cuando eres constante y tienes algo que contar y aportar realmente”. Asegura que la forma de trabajar ha cambiado radicalmente pero también ha facilitado que su contenido llegara a mucha más gente: “Lo que hacíamos los viñetistas ya era perfecto para Instagram, leemos en imágenes y no consumimos demasiado tiempo al lector”.

Uno de sus últimos éxitos llegaba en enero de 2020, su libro Homo Machus. De animales a hombresHomo Machus. De animales a hombres, en el que reflexiona desde el humor y la ironía, pero con un propósito claro sobre las actitudes masculinas en el siglo XXI: Ejercer como primer peldaño para ayudar a otros hombres a sumarse al feminismo. “El caso de La Manada fue un punto de inflexión. Sentí que tenía que empezar a tratar el machismo y empecé a publicar viñetas en Instagram. Estaba muy indignado sobre todo con el tratamiento, más allá de la barbaridad en sí, me alucinaba que se culpabilizara a la víctima. Había voces que decían: ‘y qué hacía metiéndose en un portal con cuatro tíos’, ‘es que parece que disfruta’, unas cosas tremendas. Entonces el libro surge de ahí, me llamó la editora de Lumen, Lola Martínez Albornoz y me dijo: ‘todo esto que estás empezando a hacer, sería interesante que lo pudiéramos convertir en un libro. Realmente no hay tantas voces de hombres que se posicionen del lado del feminismo’”.

Adelanta a infoLibre que ya se encuentra preparando un segundo libro con previsión de lanzamiento para enero de 2021 que será la continuación natural de Homo Machus. Explica que “se ha demostrado, y más ahora con el covid, que estamos en pelotas. Hay mil cosas sin resolver. El libro se decidió hacer sobre la mujer y el trabajo antes de la pandemia. Corregir determinados comportamientos. Potenciar el papel de la mujer en entornos laborales, que todavía tiene más sentido en estos tiempos. Creo que los liderazgos de la mujer son más necesarios que nunca. Y no nos hemos preparado en nada (como siempre). Respecto a temas como la conciliación, por mucho que cojamos el ordenador y vayamos a casa, si no hay escuelas no hay conciliación posible. El peso de los cuidados ha caído sobre las mujeres, no sobre los hombres. El libro no hace más que abrir melones, hablará de muchas cosas y es un problema gordísimo con muchas ramificaciones y completamente mundial”.

La fórmula para lograr un cambio de raíz: educación sexo-emocional y grandes dosis de empatía y diálogo. “Cuando una mujer dice que es feminista, al hombre parece que le están quitando algo o agrediendo”, resume Javirroyo y asegura que hay que desactivar ese pensamiento machista alcanzando un alineamiento como el que ya han conseguido las mujeres, “esto es una emergencia global que hay que reconocer su existencia y actuar en su contra”.

También asegura que sus lectores en general son muy agradecidos. Ha recibido mensajes de mujeres que se han visto reflejadas. Pero también le han escrito hombres que han recibido el libro como una guía y han decidido compartirlo para amplificar la voz. Asegura que “hay algunas historias de casos concretos que me han contado de primera mano y algunas mujeres me han dicho que les ha parecido duro porque también les ha ocurrido. Ha habido hombres que me han dado las gracias, y cada uno tiene que hacer su trabajo; pero si ese primer peldaño viene de aquí, hay un camino que empieza por reconocer tu propio machismo dentro. El machismo, como sistema que es, no funciona como una ducha y desaparece en un día. Es algo complejo porque lo tenemos todos, también las mujeres y es algo que nos han inculcado desde pequeñitos a través de determinados comportamiento y lenguajes”.

Hablamos del humor. Son varios los padres de la famosa frase “Humor es igual a tragedia más tiempo”, desde Woody Allen a Lenny Bruce; y razón no les falta. Sin embargo, Javirroyo prefiere ver el humor como una herramienta para poner encima de la mesa un punto de vista diferente. “Tengo dos ideas, las conecto y surge algo: una nueva forma de presentarlo”. Le preguntamos por la piedra angular de su trabajo: el humor, y dónde encuentra él los límites: “El primero sería no reírte de arriba para abajo sino de abajo para arriba. No puedes reírte de alguien que es más débil que tú, pero sí alguien más fuerte, eso para empezar. Y, para mí en concreto, soy muy partidario de que no haya límites en el humor, pero también creo que están en los derechos humanos. Que no haya censura ni por la parte más retrógrada, que la hay, como por la parte más progresista, que también la hay. En un momento dado te puedes reír de cosas que dependen del contexto y de con quién estés. Lo que no hemos entendido aún es que la ficción es la ficción, y la realidad es la realidad”.

Confiesa que alguna vez ha tenido algún susto al publicar una viñeta en su cuenta de Facebook. “No puedes meterte con Mahoma. Después del atentado en la sala Bataclán en 2015, hice una viñeta que ponía “Liberté, égalité, fraternité” (en francés Libertad, igualdad, fraternidad), el lema oficial del Estado Francés y por debajo chorreaba sangre. Recuerdo que se me llenó de fotos de personas islamistas encapuchadas con fusiles y banderas. Me acojoné mucho y llamé a la policía de antiterrorismo. Al principio pensaba que eran frikis pero me dijeron, creo recordar, que era una célula terrorista de Siria. Me borraron los comentarios y me recomendaron que mirara a ambos lados al salir de casa y debajo de mi coche”.

Diálogos desde la prehistoria

Diálogos desde la prehistoria

Tampoco ha sido el único humorista que se ha sentido amenazado. Nos cita algún ejemplo: “Tengo constancia de que les han pasado cosas peores a compañeros de la revista El Jueves, por ejemplo. Recibieron una llamada directa del ministro del Interior de aquel momento, Alfredo Pérez Rubalcaba, y les dijo: ‘Hemos encontrado una lista donde apareces tú y por favor tened cuidado’. A veces estas cosas no salen en la prensa, pero han ocurrido”.

El trabajo de Javirroyo no se queda únicamente en el humor y en el mundo digital. Uno de los proyectos más bonitos que ha emprendido es el de aportar un poco más de calor a los entornos hospitalarios infantiles. Surgió la idea como parte de un proyecto de humanización más amplio que no solo consistía en hacer ilustraciones para las paredes, sino en convertir los espacios y la experiencia del niño y sus familiares en el hospital un poquito más accesible y agradable. Javirroyo asegura que “hay muchos niños que pasan muchísimo tiempo hospitalizados, como es el caso de tratamientos largos de cáncer. El último gran hospital que hemos hecho ha sido el Hospital Vall D’Hebron infantil en Barcelona. También fuimos los primeros en hacer unas ambulancias pediátricas humanizadas. Las convertimos en un submarino como si estuvieras dentro del mar, con peces y luces azules. Hicieron un estudio después de un año y medio para saber si ayudaba a reducir la cantidad de calmante necesario para tranquilizar a los niños y en los resultados se vio que ese año había bajado a lo bestia”.

Desde 2014 trabaja a su vez en un proyecto coordinando talleres en una escuela de Senegal para 500 alumnos. Comparte con nosotros una experiencia: “un compañero arquitecto fue para allá, a un instituto con más de 80 alumnos por aula donde necesitaban cambiar esto. Era una carencia tremenda y decidimos mejorarlo. Estaba ya terminado prácticamente, faltaban los campos de fútbol y baloncesto, pero cuando llegó el Covid tuvimos que traer corriendo a los voluntarios que allí trabajaban”. Fue en ese momento cuando se plantearon aportar su granito de arena desde el confinamiento: “ahora empieza una nueva época en la que posiblemente no podremos volver a viajar a Senegal para terminarlo todo. Decidimos montar un proyecto que consistía en recoger portátiles de segunda mano, repararlos y repartirlos entre niños para que pudieran terminar el cole. Nos unimos con una empresa que ha colaborado desinteresadamente en limpiarlos y prepararlos, y con el dinero recaudado compramos unos 150 portátiles. No está mal. Es un granito de arena y en realidad el problema es mucho mayor”.

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