Escenario optimista: solución de los dos Estados

Ignacio Álvarez-Ossorio y José Abu-Tarbush

Gaza. Crónica de una Nakba anunciada es el nuevo libro de Ignacio Álvarez-Ossorio y José Abu-Tarbush. En su obra, los autores –ambos expertos en Oriente Medio– hacen un repaso a los trágicos hechos que se viven en Gaza desde la invasión israelí iniciada en octubre del año pasado. Se puede leer en su libro un repaso a las directrices del gobierno de Netanyahu y también cómo la sociedad internacional permanece totalmente pasiva a la crisis que vive Gaza.

infoLibre adelanta aquí el capítulo titulado Escenario optimista: solución de los dos Estados. La obra está editada por Catarata y llega estos días a las librerías.

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La operación Inundación de Al-Aqsa del 7-O y la posterior destrucción de la Franja de Gaza han reafirmado la centralidad de la cuestión de Palestina en la esfera regional e internacional. También han evidenciado el fracaso del proceso de normalización entre Israel y los Estados árabes del Golfo (Baréin y Emiratos Árabes Unidos), además de Sudán y Marruecos, que fue vendida en una enorme campaña de relaciones públicas como un paso decisivo en la solución del conflicto palestino-israelí cuando en realidad eran un mero pretexto para intensificar los vínculos comerciales y estratégicos entre los países firmantes.

En las décadas pasadas, los periodos de mayor conflictividad en Oriente Medio fueron acompañados de iniciativas diplomáticas para tratar de resolver las disputas regionales.

Fue lo que ocurrió tras la guerra de Yom Kippur cuando Israel y Egipto iniciaron sus conversaciones de paz que condujeron, en primera instancia, a los Acuerdos del Sinaí (1974-1975) y, con posterioridad, a los Acuerdos de Camp David (1978- 1979). Otro tanto ocurrió con la guerra del Golfo de 1990, cuando la liberación de Kuwait fue seguida de la Conferencia de Paz de Madrid (1991), que allanó el terreno para los Acuerdos de Oslo (1993 y 1995) y de Wadi Araba (1994). Como destacan Nathan J. Brown y Amr Hamzawy (2023), “la historia reciente ha demostrado que una mayor atención a Israel y Palestina durante fases de intensa violencia y sufrimiento humano podría producir esfuerzos multilaterales inesperados para impulsar medidas de resolución del conflicto y acuerdos pacíficos”.

Tras varios años sepultada en el olvido, los principales mandatarios internacionales han desempolvado la fórmula de los dos Estados como la única capaz de evitar los recurrentes estallidos de violencia que experimenta la región. El principal escollo reside en la renuencia del Gobierno israelí a poner fin a su proyecto colonizador y a retirarse de los territorios ocupados para facilitar el establecimiento de un Estado palestino sobre Jerusalén Este, Cisjordania y la Franja de Gaza. En su lugar, el mandatario israelí pretende ganar más tiempo para proseguir su política de hechos consumados y hacer completamente inviable la estatalidad palestina.

Cuando el mundo acelera, poner en valor lo breve

El presidente Joe Biden ha reiterado en numerosas ocasiones su apoyo a la fórmula de los dos Estados, pero no ha hecho el menor esfuerzo por implementarla. En un reciente artículo de opinión publicado el 18 de noviembre en The Washington Post, Joe Biden señaló: “El camino hacia la paz debe conducir a una solución basada en dos Estados, es decir, dos pueblos que vivan uno junto al otro con las mismas libertades, oportunidades y dignidad. Alcanzarla exigirá el compromiso de israelíes y palestinos, así como de Estados Unidos y de nuestros aliados y socios. Ese trabajo debe comenzar ahora”, ya que “la solución de los dos Estados es la única manera de garantizar la seguridad a largo plazo tanto del pueblo israelí como del palestino. Aunque ahora mismo pueda parecer que ese futuro nunca ha estado más lejos, esta crisis lo ha hecho más imperativo que nunca”. Es de destacar que estas declaraciones retóricas, similares a las de sus antecesores en el cargo, nunca se han acompañado de ningún tipo de presión sobre su aliado para hacerlas efectivas.

Josep Borrell, alto representante de Política Exterior y Seguridad Común europeo, se ha pronunciado de similar manera, pero ha ido mucho más allá al considerar que la solución de los dos Estados debería ser impuesta a Israel, dada su reiterada oposición a aceptar un Estado palestino. En un artículo publicado el 15 de noviembre de 2023 en The Grand Continent, Borrell reconoció que “la guerra de Gaza es el resultado de un fracaso político y moral colectivo, por el que los pueblos israelí y palestino están pagando un alto precio. Este precio seguirá aumentando si no actuamos. Durante décadas, la comunidad internacional se ha comprometido formalmente con la solución de los dos Estados, pero sin establecer una hoja de ruta para alcanzarla”. En su intervención del 6 de noviembre ante los jefes de las 145 representaciones exteriores de la Unión Europea, Borrell consideró que “no hay una solución militar al conflicto sin una estrategia política” y enfatizó en que “para los europeos es una obligación moral y política involucrarse en buscar una solución duradera”.

Probablemente, la principal incógnita resida en saber qué entienden Estados Unidos y la Unión Europea por un Estado palestino soberano y si este se erigirá en las fronteras previas al 5 de junio de 1967, es decir, en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, a lo que se opone frontalmente la inmensa mayoría de los actores y responsables políticos israelíes. En el pomposamente denominado Acuerdo del Siglo, la administración Trump planteó la creación de un Estado palestino de mínimos en las zonas A y B de Cisjordania que apenas representaban un tercio del territorio ocupado: una entidad discontinua que, en realidad, no tendría ninguno de los atributos de la soberanía y que, además, serviría para legitimar la anexión ilegal del área C de los Acuerdos de Oslo, que representa dos tercios de Cisjordania. Ese cuasi Estado, un bantustán en realidad, no compartiría ninguna frontera con el mundo árabe y estaría completamente desmilitarizado y bajo la supervisión de Israel, lo que no resolvería el conflicto colonial, sino que lo agudizaría.

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