Carlos Bardem: "Las historias son un intento de dar sentido a este feroz y hermoso mundo"

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Carlos Bardem. De la saga de los Bardem. El primogénito de Pilar Bardem, actriz, luchadora, mujer entrañable y de gran carácter. Doy fe (estas líneas se escriben cuando Correos acaba de sacar un sello conmemorativo de ella, así que sirvan también como un pequeño homenaje). Carlos Bardem lleva años combinando la interpretación y la literatura y nos ha dejado, en esta última faceta, libros como Alacrán enamorado (llevado al cine), una biografía espléndida sobre su madre; Mongo Blanco, sobre la trata de esclavos y las grandes fortunas españolas; El Asesino inconformista, una novela de tintes policiacos, o la más reciente, Badaq, publicada, como las dos últimas, en Plaza y Janés.

Badaq pretende ser una fábula novelada, o una novela fabulada, con distintos personajes que cuentan los hechos, cada uno desde su punto de vista, entre los que destaca la voz de Badaq, una rinoceronte proveniente de Java, que va intercalando sus opiniones sobre los “monos sin pelo” a lo largo de las tres partes del libro: la primera se desarrolla en la isla donde vive y a la que llega un galeón español en busca de especias, la segunda parte transcurre en ese mismo galeón de regreso a España con la rinoceronte capturada como regalo a Felipe II, y la tercera se desenvuelve en Madrid, donde gana en intensidad con las descripciones de una ciudad convertida en capital del reino, violenta, sucia y desagradable, llena de pícaros, espadachines, conspiradores y muertos de hambre, que se desenvuelven y viven como pueden entre la Corte allí afincada. Una vez más, la eterna lucha de esta ciudad entre su Villa y su Corte, que sigue latente hoy en día.

Según confiesa el propio autor al final del libro, “esta fábula sobre la relación entre el hombre y la naturaleza, y sobre las idealizadas glorias imperiales, nace de un hecho histórico cierto”. Este no es otro que la llegada de un rinoceronte javanés a la corte de Felipe II. En la explicación habla de la calle de Madrid que hoy en día todavía recuerda aquel suceso. Este es el motivo, o excusa, que encuentra Carlos Bardem para montar la novela, quien tuvo la amabilidad de contestar las preguntas que me fueron surgiendo a raíz de la lectura de su libro. Sigo su trayectoria desde hace tiempo y quería saber más de su vida profesional, que gira en torno a la interpretación y a la literatura, con la sensación de que últimamente gana más la faceta literaria.

¿Qué vínculo ves entre estas dos facetas artísticas, la interpretación y la escritura? ¿Te ayudan a complementar tu visión del mundo? ¿Qué te aporta cada una y cuál prefieres ahora?

Mi vida gira en torno a la pasión por contar historias. Cuando actúo, son las historias de otros, me sumo a una labor de equipo. Cuando escribo, son mis historias y no rindo cuentas ante nadie. Pero lo vivo como dos caras de la misma necesidad: narrar. Individuos y sociedades necesitamos organizarnos en narrativas, quizá ese sea el rasgo único y maravilloso, o terrible, de nuestra especie. Las historias son un intento de dar sentido a nuestra existencia, a este feroz y hermoso mundo. ¿Prefiero al actor o al escritor? Ambos se ayudan, pues su oficio tiene algo en común en la construcción de personajes. Además, a día de hoy, el actor mantiene al escritor. Entiendo que haya una necesidad de etiquetar, de saber en qué balda colocar el producto, pero eso se lo dejo a los demás. Yo no tengo por qué elegir.

Por más que me sienta un hombre aliado, soy un “señoro” de sesenta años, blanco y heterosexual, así que escribir buenos personajes femeninos, mujeres fuertes, lo vivo como un reto muy especial

Bardem es una persona luchadora y comprometida, algo que se refleja en sus novelas; en ellas hay una intención de denunciar situaciones sociales injustas y en Badaq, además, se une la necesidad de poner en cuestionamiento lo que los humanos hemos hecho al planeta, las consecuencias de las nefastas colonizaciones e imperios. ¿Qué influencia ha ejercido tu madre, Pilar Bardem, una mujer luchadora donde las hubiera, en todo ello?

 Mi madre es y será una referente de muchas cosas, para sus hijos y para muchas otras personas en las que dejó huella. Tenía una especial sensibilidad para detectar y enfrentar injusticias. Por eso, mis hermanos y yo tenemos un compromiso vital: ser dignos de una madre como ella. Desde un punto de vista literario, ella es mi as en la manga. Por más que me sienta un hombre aliado, soy un “señoro” de sesenta años, blanco y heterosexual, así que escribir buenos personajes femeninos, mujeres fuertes, lo vivo como un reto muy especial. Y en eso, en la Claudita de El asesino inconformista o en la María Guevara de Badaq, me ayuda siempre mi madre. Cuando enfrento a esas mujeres que imagino a los dilemas que crea la acción siempre me pregunto qué haría Pilar Bardem en esas situaciones. Y, como mi madre fue la coherencia en persona, su voz me llega alta y clara.

Estudiaste Historia en la Universidad Autónoma de Madrid, y hay un reflejo claro de ello en dos de tus novelas, Mongo Blanco y Badaq, en ambos casos basándote en hechos reales. ¿Te aporta más libertad creativa situarlas en el pasado?

No, en absoluto. Visitar o no el pasado es algo que decide lo que vaya a contar. A mí me gusta y necesito sorprenderme con lo que escribo. Quizá por eso mis novelas no tienen mucho que ver unas con otras y salto de épocas y géneros en cada una. Lo que sí es cierto es que ni como lector ni como autor soy muy de géneros. Si los visito, ya sea novela negra o la histórica, es para apropiarme de algunos de sus códigos y trascenderlos, mestizarlos o, directamente, darles la vuelta. No me interesan mucho los géneros, sí apropiarme de lo que creo útil en ellos para reflexionar sobre temas que son más grandes, propios de una literatura más ambiciosa. Al final, si aspiras a algo más que a una trama detectivesca intrigante o una recreación histórica minuciosa, lo sitúes cuando lo sitúes, estás escribiendo sobre el mundo en el que vives, sobre lo que te inquieta, sobre las grandes preguntas.

En la relación entre hombre y naturaleza se dan los mismos mecanismos que en cualquier proceso colonial o imperialista: colocar intelectual y moralmente en un plano de inferioridad a aquellos que vas a conquistar, depredar, saquear, agotar o exterminar

Cuéntanos por qué escogiste a una rinoceronte que, al parecer, por lo que cuentas al final, está basado en un hecho real.

Yo quería seguir reflexionando sobre el mal, como antes en Mongo Blanco vía la atrocidad del esclavismo o, en El asesino Inconformista, a través de la corrupción política más actual. Y sentía la necesidad de escribir y de entender la a todas luces errónea y malvada relación de la humanidad con la naturaleza. La opción obvia hubiera sido escribir algo muy pegado a la actualidad: sociedades post industriales, consumismo desaforado como motor de todo, ebullición global. Pero como yo creo que solo asistimos a la aceleración final de una relación errónea que se remonta al principio de los tiempos, me vino muy bien recuperar el hecho histórico cierto del cautiverio de un badaq, un rinoceronte javanés, en un corral en las eras del convento de san Martín, en el Madrid de fines del siglo XVI, episodio que dio nombre a la calle de la Abada —palabra portuguesa derivada de badaq—, que va de la Gran Vía a la Plaza del Carmen. Lo que pasó con este pobre animal es historia. Y lo que yo hago, recreando minuciosamente la época, es usarlo para hablar de algo más grande: el imperialismo especista. Es curioso constatar que hay una corriente ininterrumpida de pensamiento filosófico y religioso, desde los sofistas hasta hoy, dedicada a consagrar la superioridad de los humanos sobre lo natural. Y es interesante constatar cómo en la relación entre el hombre y la naturaleza se dan los mismos mecanismos que en cualquier proceso colonial o imperialista: colocar intelectual y moralmente en un plano de inferioridad a aquellos que vas a conquistar, depredar, saquear, agotar o exterminar. Así, en Badaq las supuestas glorias imperiales espejean a la perfección con la relación entre humanidad y naturaleza.

La portada de Badaq es un rinoceronte y lo primero que pensé fue en Ionesco y su teatro del absurdo aunque, al seguir leyendo, sobre todo en la parte de la rinoceronte enjaulada en un galeón rumbo a occidente, me vino a la cabeza Informe para una academia, de Kafka.

Sí, las influencias y apropiaciones son muchas. Están las que citas, pero mucho más. El coloquio de los perros, esos Cipión y Berganza cervantinos que repasan a sus dueños humanos. O una novela feroz como La rata, de Andrewj Zanewjski.

Me ha llamado la atención el uso de la primera persona por encima de la tercera. Casi todos los personajes se van presentando en primera y se alternan los capítulos donde todos ellos hablan hasta conseguir más bien una novela coral, en la que se mezclan la voz de la rinoceronte, la de los castellanos, la de los indígenas... ¿Qué te aporta esta voz, incluso la segunda, que también utilizas en alguna ocasión?

Las dos primeras decisiones de un escritor son qué voy a contar y quién lo va a contar. Tenía claro que quería una novela con varias primeras personas, un poco el efecto rashomon, en el sentido de dar cada uno su visión de mismos eventos. Pero cuando empecé a trabajar me resultó evidente que la principal de esas voces tenía que ser la de la naturaleza, la de la rinoceronte. Y eso suponía saltar de una novela histórica sin más a una con elementos fantásticos, con rasgos de fábula. Por supuesto, en cuanto adjudicas a un animal la capacidad de hablarnos y describirnos a nosotros, “los monos sin pelo”, entras en la sátira, en una distancia irónica que creo muy divertida al principio y muy emocionante al final. Alternar el resto de voces es una fórmula no muy ortodoxa, pero que a mí me funciona para enriquecer visiones y momentos de la trama.

Hay un personaje femenino, María, empoderada para su época, hacia la que sientes cierta simpatía y pones en su boca descripciones como la anterior. Es ella la que tiene las visiones más acertadas, no solo de la naturaleza humana sino sobre el Madrid de la época. ¿Quisiste que fuera el contrapunto en un mundo eminentemente masculino como era el de la navegación en el siglo XVI?

No cierta, ¡mucha simpatía! María es una mujer que quiere ser libre, para vivir y para amar, quizás porque siempre fue de alguien. ¿Empoderada? ¡Seguro! A mí me fascinan los discursos heterodoxos que existieron siempre, en cualquier época, y que solo fueron acallados por las sucesivas versiones oficiales. Siempre han existido personas con ansias de libertad, como María o como el marinero Munarriz. Gente, pueblos, herejías y utopías silenciadas y aplastadas por los vencedores en cada momento: reyes, nobles, inquisidores y banqueros. ¡Hombres! María me sirve para denunciar también la masculinidad tóxica que vertebra las “glorias imperiales”, sus narrativas, y las siempre violentas fantasías varoniles. No es casualidad que estos que van a “putodefender España” lleven una bandera de los tercios en una mano y una muñeca hinchable en la otra.

Hay otro personaje femenino, la rinoceronte, que se encarga de analizar las atrocidades humanas relacionadas con la naturaleza. ¿Por qué una hembra también?

En los registros históricos del cautiverio del rinoceronte no figura su sexo. Yo lo vuelvo hembra para reforzar su simbolismo como dadora de vida, como continuadora de existencias. Y para acentuar aún más, en este caso desde la sátira y la pureza ingenua que adjudico al animal, la violencia depredadora de los hombres. La badaq y María se complementan en este sentido, dan más ángulos a la misma crítica.

Esta novela va a ser traducida al francés y publicada en la editorial Cherche Midi. ¿Qué expectativas literarias se te abren?

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¡Sí, la rinoceronte, María y los demás hablarán en francés gracias a una editorial tan prestigiosa como Cherche Midi! Y esto me hace muy feliz, me reafirma en que Badaq conecta con otras sensibilidades, trasciende lo local. Me reafirma en la calidad de lo que he escrito. Francia abrirá la puerta a otros territorios y lenguas.

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Carmen Peire es escritora. Su último libro es 'Cuestión de Tiempo' (Menoscuarto).

Carlos Bardem. De la saga de los Bardem. El primogénito de Pilar Bardem, actriz, luchadora, mujer entrañable y de gran carácter. Doy fe (estas líneas se escriben cuando Correos acaba de sacar un sello conmemorativo de ella, así que sirvan también como un pequeño homenaje). Carlos Bardem lleva años combinando la interpretación y la literatura y nos ha dejado, en esta última faceta, libros como Alacrán enamorado (llevado al cine), una biografía espléndida sobre su madre; Mongo Blanco, sobre la trata de esclavos y las grandes fortunas españolas; El Asesino inconformista, una novela de tintes policiacos, o la más reciente, Badaq, publicada, como las dos últimas, en Plaza y Janés.

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