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La memoria de Gonzalo Martínez Sadoc

República, exilio y poesía

José Jurado Morales

Editorial Renacimiento (2024)

La Editorial Renacimiento lleva años desarrollando una sección dedicada al exilio republicano, que conforma una de las mejores colecciones escritas para pensar, repensar y valorar todo lo que perdimos con la guerra civil y el golpe militar del 36.

Esta vez es el profesor y catedrático de la universidad de Cádiz José Jurado Morales quien decide rescatar la vida de un poeta sanluqueño, Gonzalo Martínez Sadoc, y lo que fue su vida, similar a la de tantos republicanos que vieron frustradas sus expectativas. Me parece imprescindible recuperar parte de la memoria histórica perdida, de rescatar lo que sigue estando en una especie de limbo que no cuenta, en este caso el exilio exterior, sus vivencias y sufrimientos, ya que a menudo se presenta deformado, incluso entre la izquierda, como gente que "huyó", "salvó el pellejo", "se libró del terror y de las cartillas de racionamiento". Y fue verdad, verdad legítima, pero tuvo un desgarro y una esquizofrenia que sólo los que vivieron esa experiencia saben lo que es. Los avatares y sufrimientos hasta llegar al destino fueron tantos, el trato recibido tan humillante y vejatorio, que, como dice el autor en sus páginas, no lo querría para nadie.

Una de las mejores cosas que he encontrado en este libro, mitad ensayo, mitad novela, es la comparación que Jurado Morales va realizando entre su vida y la de Gonzalo Martínez Sadoc, intentar meterse en la piel de su personaje, como hizo Max Aub con Luis Buñuel: hacer de él un personaje, y por eso lo llamó novela. En este caso, se dan ciertas similitudes y diferencias que el autor se encarga de destacar: ambos nacieron en Sanlúcar aunque con muchos años de distancia; ambos con inquietudes literarias y poéticas, aunque el exiliado era de familia con posibles, mientras que el autor proviene de clase humilde. A partir de ahí, el enfoque de la investigación llevada a cabo nos conduce al azar y su importancia en nuestras vidas, lo que supone nacer en un momento u otro en la historia de nuestro país. Por más que nos pese lo que fueron los últimos años de la dictadura, la transición, los atentados de ETA, el golpe de Estado del 23F, etc... nada es comparable con una guerra y sus secuelas.

La estructura del libro es cronológica: comienza con la infancia de Gonzalo Martínez Sadoc, su formación, sus raíces familiares y su juventud, en la que ya empieza a militar dentro del amplio abanico de lo que fue el republicanismo, para llegar a militar en el partido comunista al llegar con su familia, una vez muerto el padre, a Madrid, lugar de mayores oportunidades que el lugar donde nació. De allí nos cuenta su matrimonio, el nacimiento del primer hijo, su militancia en cargos, cómo llega a ser funcionario del Ministerio de agricultura y lo que le va ocurriendo a lo largo de la guerra civil hasta la derrota, la pérdida y la huida a Francia. Allí es internado en el campo de concentración de Saint-Cyprien, como miles de españoles, en unas condiciones durísimas. Leyendo el libro me viene a la cabeza lo que fue para muchos republicanos la decepción, el pensar que iban a ser bien acogidos por luchar contra el fascismo y encontrarse, en cambio, con una represión tan brutal que algunos prefirieron volver a cruzar los Pirineos y adentrarse de nuevo en territorio español. Y me viene a la cabeza Max Aub, y su Manuscrito Cuervo, y su Diario de Djelfa, dos magníficos testimonios, en claves diferentes, de lo que fue su experiencia en los campos de concentración tras la guerra.

Es de agradecer la empatía del autor que, siendo de varias generaciones posteriores, sin haber vivido nada de aquello, es capaz de ponerse en su piel, quizá unidos por el amor a la poesía, que Martínez Sadoc desarrolló a lo largo de su vida, pese a sus avatares. Esto dice el autor en su libro:

Hago un esfuerzo. Me paro. Cierro los ojos. busco que todo lo leído y lo visto sobre aquella tragedia se conviertan en sensaciones en mi interior. Trato de que esos recuerdos me valgan para ponerme en la cabeza y el cuerpo de Martínez Sadoc, para empatizar con él y hacerme a la idea, si esto es posible, de su calvario

Dentro de ese ejercicio de empatía, el autor busca otros testimonios que nos acerquen a lo que fue aquella experiencia, hoy tan olvidada. Para ello recoge el testimonio de Juan Sánchez Sánchez, que ha dejado unos fragmentos de su paso por el campo de concentración de Saint- Cyprien:

Dentro del campo no había nada para cobijarse. No había nada para comer. Y a los tres días de no comer nada empezó a entrarnos fiebre; poco a poco íbamos perdiendo el apetito. Nos mirábamos unos a otros y parecíamos cadáveres. Nos estábamos muriendo de hambre. Y así estuvimos ocho días. El día 14 de febrero nos dieron la primera comida suministrada por la Cruz Roja Internacional; para veinticinco personas y un día nos dieron un kilo de pan y una lata de sardinas a repartir entre todos

Gonzalo Martínez Sadoc consigue escapar, embarcar rumbo a México, gracias a la hospitalidad de aquel pueblo y de la actitud del gobierno de Cárdenas. Será en México donde puede prosperar, donde deja, en sus escritos, testimonio de la acogida dispensada. Pero es de los que regresa. Lo hace en 1968 por primera vez, como turista, qué similitud con Max Aub, sólo que la decepción que vivió este último no le acompañó a Gonzalo Martínez Sadoc al pisar su tierra natal: sintió tan buena acogida que decidió vender todas sus pertenencias en México y regresar a España en 1970 con poco más de sesenta años. A diferencia de Aub, él escribe:

No, amigos míos, a pesar de todo/yo no he vuelto. / Yo siempre estuve aquí

José Jurado Morales ha rescatado del olvido un poeta sanluqueño, que yo no conocía y agradezco enormemente el haber realizado esta investigación que ha debido de ser ardua, por la falta de material al respecto. El libro tiene el acierto de añadir unas páginas al final con los poemas más significativos que escribió Gonzalo Martínez Sadoc, recogiendo el dolor del exilio o las estampas sanluqueñas. Parece ser que se integró felizmente a su regreso y que tuvo una larga vida y cierta resonancia en Andalucía, lo que resulta gratificante. No todos lo consiguieron.

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 Una de las cuestiones que trae la investigación es la ramificación con la que te puedes encontrar. Eso le ha pasado a José Jurado, que investiga la vida de los hermanos de Gonzalo: Joaquín, maestro depurado; Eduardo, sargento practicante del ejército republicano, condenado a 12 años y un día de prisión menor y conmutada luego por 8 años de prisión mayor, aunque finalmente es puesto en libertad. Su hermano Pedro, condenado a 30 años y un día de prisión mayor por masón, conmutado luego por 12 años de prisión menor, al que salva también la poesía. Cuando consigue la libertad, se exilia a México, donde muere sin haber vuelto a España.

Solo me queda agradecer a José Jurado Morales el haber recuperado una porción de nuestra memoria colectiva, la que deberíamos tener. Pienso a menudo en todo lo que hubiera podido dar de sí este país si toda la gente que representaba lo mejor de toda una generación no hubiera quedado cercenada, oculta, silenciada o asesinada. No deberíamos olvidarlo, no solo por justicia histórica, también para que no se vuelva a repetir.

* Carmen Peire es escritora. Su último libro es 'Cuestión de Tiempo(Menoscuarto).

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