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"Ha estado dando por saco hasta el final": Sánchez Dragó, el intelectual progre que acabó jaleando a Vox

Sánchez Dragó, durante el acto central de la Asamblea General Ordinaria de Vox en el Palacio de Vistalegre.

"El gato Nano me da los buenos días. Él sabe que en la cabeza está el secreto de casi todo". Bien podría ser una inscripción en piedra en cualquier lápida, pero en realidad esta frase es el inesperado epitafio en forma de tuit compartido con el mundo por Fernando Sánchez Dragó apenas unos minutos antes de morir repentinamente de un infarto. Este giro de guion ha convertido este tuit en el mensaje más buscado para empezar la semana en Twitter, así como en el muro donde dejar condolencias y reflexiones varias dirigidas al controvertido novelista, ensayista, columnista, profesor universitario, presentador, periodista y polemista.

Polémica figura social, cultural y política, batalló contra el franquismo desde el comunismo para, años después, virar drásticamente y pedir el voto para José María Aznar en 1993. Más recientemente, ha sido uno de los autores intelectuales de la fallida moción de censura de Vox con Ramón Tamames como candidato a presidente del Gobierno. De hecho, la del pasado 21 de marzo en el Congreso de los Diputados fue su última aparición pública para, sentado en la bancada, presenciar el debate parlamentario que se quedó en nada. Desde la ultraderecha, esa fue su última aportación política –otra fue publicar una obra sobre Santiago Abascal, La España vertebrada (2019)–, pues fue uno de los que propuso a Tamames, de 89 años, como alternativa a Pedro Sánchez.

Ese fue el último capítulo público de este alumno del Colegio del Pilar de Madrid, licenciado en Filología Románica (1959) y Lenguas Modernas, en la especialidad de italiano (1962) y doctor en Letras por la Universidad de Madrid con una tesis sobre Valle-Inclán. Precisamente al entrar en la universidad fue cuando entró a su vez en el Partido Comunista de España convencido por Jorge Semprún, llegando a ser encarcelado como preso político por en las protestas universitarias contra el franquismo de finales de los años cincuenta y primeros sesenta -en la llamada Generación del 56 coincidió ya con el propio Tamames, también de pasado comunista-. En 1964, estando bajo arresto domiciliario, escapó al exilio y regresó a España en 1970.

Personaje poliédrico, compaginó su labor periodística con la literatura desde la publicación en 1967 de España viva, su primer libro, firmado con el pseudónimo de Ramiro Delso por estar en pleno exilio. Después llegó en 1978 el gran éxito gracias a Gárgoris y Habidis. Una Historia mágica de España, que le valió el Premio Nacional de Ensayo y consolidó su reconocimiento como intelectual al tiempo que aumentaba exponencialmente su fama como presentador de programas culturales en TVE durante toda la década de los ochenta. Para la posteridad queda, de hecho, el programa en el que Fernando Arrabal pronosticó la llegada del milenarismo –aunque él gritaba mineralismo– completamente enajenado posiblemente bajo los efectos del alcohol para estupor generalizado: era el 5 de octubre de 1989 y más allá de este momento catódico histórico, el programa, El mundo por montera, fue distinguido con un Premio Ondas.

Aunque siempre defendió no ser un provocador, lo cierto es que son incontables las refriegas protagonizadas por Sánchez Dragó a lo largo de los lustros. Como la protagonizada en 2010 con motivo de la publicación de Dios los cría... y ellos hablan de sexo, drogas, España, corrupción..., libro de conversaciones con Albert Boadella en el que presumía de haber mantenido relaciones sexuales con "dos lolitas japonesas de trece años" allá por 1967. El revuelo generado llevó al comité de empresa de Telemadrid, donde por entonces presentaba el programa Las noches blancas, a pedir su destitucióny con el autor emitiendo un comunicado en el que explicaba que había exagerado para ponerle más pimienta el relato y aseguraba que nunca había tenido trato erótico de ningún tipo con personas menores de edad.

Con sus bandazos políticos, estemos de acuerdo o no, porque cada uno cambia como le da la gana cambiar. De ateo a católico, de católico a ateo, de derecha a izquierda o de izquierda a derecha, pero desde luego que era consecuente con lo que pensaba

Ángeles López — Editora de Sánchez Dragó en la editorial Almuzara

"A Dragó le importaba muy poco nada. Él seguía la senda que creía que tenía que seguir, la compartamos o no, y es lo que ha hecho hasta el último día", remarca a infoLibre su editora en la editorial cordobesa Almuzara, Ángeles López, quien precisamente acababa de pasarle las últimas galeradas de Historia mágica del Camino de Santiago –originalmente publicada en 1999– en una nueva edición ampliada y revisada por el autor que "está ya maquetada y a punto de imprenta". "Para 2024 teníamos Un paseo por el honor y la muerte, semblanzas de los grandes maestros de la tauromaquia imbricadas siempre como él lo cuenta, con su propia vida, sus experiencias. Hace una semana me decía 'López, las galeradas, leche, venga, que ya vamos tarde y luego en febrero tenemos que sacar el siguiente'. Con la misma energía de siempre", apunta la editora.

Y aún añade: "Ha estado dando por saco hasta el final, como siempre, riéndonos. 'Diga la RAE lo que diga yo el solo lo acentúo', decía. Pero Dragó es el autor que todo editor quiere tener. Es de los grandes autores y te ponía los mínimos problemas. Se puede pelear contigo por un adjetivo durante tres horas, eso sí, mientras te dice que 'la RAE solo recomienda, no dice que algo es incorrecto'. Era un autor modélico. Con toda la obra que tenía a su espalda entendía perfectamente todos los mecanismos que hay, desde el corrector, el maquetador, el de la imprenta... y a mí, su editora, que me conocía desde que tengo trece años. Tenía un cariño y un respeto infinito por todos los procesos de la edición".

"Era un hombre bueno", prosigue López recordando a un Sánchez Dragó al que define también como "la mente más preclara" que jamás ella haya visto: "Con sus bandazos políticos, estemos de acuerdo o no, porque cada uno cambia como le da la gana cambiar. De ateo a católico, de católico a ateo, de derecha a izquierda o de izquierda a derecha, pero desde luego que Dragó era un tío coherente y consecuente con lo que pensaba. Lo era y lo fue hasta el final, equivocado o no, porque él mismo lo decía: 'Igual me equivoco, igual no'. Además, hizo por su entorno social y familiar más de lo que yo haya podido ver en mucha gente, pues es un hombre de una gran familia porque tiene varios hijos de distintas exparejas, y todos se llevan como una piña".

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Igual se equivocó, por ejemplo, en uno de sus últimos comentarios con motivo de la decisión de Ana Obregón de convertirse en madre a los 68 años de edad por gestación subrogada, cuando con su habitual tono bravucón recordó que él había sido padre a los 76 años de manera natural. ''Mi hijo pequeño tiene diez años y yo 86. Fue concebido a pelo, sin más, como toda la vida, como se ha hecho siempre''. Por si esto no hubiera sido suficiente, aún azuzó más la ira de sus detractores cuando otro usuario de Twitter le dijo que el "recipiente" de ese hijo no tenía "68 castañas". ''Elemental, amigo Watson. Si hubiese tenido la edad que usted indica, no habría hecho el amor con ella''. Las acusaciones de misoginia se desparramaron por toda la red social, como era de esperar.

Unos meses antes, en noviembre de 2022, publicó otro tuit en el que se refería a José Antonio Primo de Rivera como "un héroe, víctima de las dos Españas". "Le rindo honores. No es política, sino oración, respeto y reparación. Mala sangre tienen quienes profanan sepulcros, sean de quienes fueren. Volverá a estar cara al sol. Llora hoy el otoño antes de que la primavera ría", escribía el mismo hombre que en 2006 pidió poner el nombre de su padre a la plaza del franquista Juan Pujol de Madrid, ya que consideraba al periodista franquista responsable de la muerte de su progenitor. Sánchez Dragó incluso acudió a esta plaza con un letrero con el nombre de su padre para sustituir el de Juan Pujol.

Premio Planeta en 1992 por La prueba del laberinto, Premio Fernando Lara de novela en 2006 por Muertes paralelas o Premio Nacional de Fomento de la Lectura por Negro sobre blanco –programa en TVE entre 1997 y 2004–. Son estos algunos de los más destacados galardones para un autor con casi medio centenar de títulos publicados, que combinó el academicismo con el narcisismo de una buena disputa pública, y que acababa de ser distinguido con el Premio Castilla y León de las Letras 2022, concedido por el gobierno autonómico de PP y VoX, lo que le colocó por enésima vez, de nuevo, en el centro de la polémica política. Un lugar en el que nunca se encontró, las cosas como son, del todo mal.

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