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'Yalla', el corto que denuncia los asesinatos de niños con drones militares: "Una forma de matar con impunidad"

Un fotograma de 'Yalla'

¡Vamos!, ¡ánimo!, ¡corre! Esos son los diferentes significados de Yalla. Una palabra que es un desesperado grito de escapatoria en el contexto de Yalla, el cortometraje dirigido por Carlo D'Ursi que denuncia los asesinatos de civiles en general y niños en particular con drones militares. 

Galardonado en los recientes Premios Forqué como Mejor Cortometraje, nominado a la próxima edición de los Goya y avalado por Amnistía Internacional, Yalla alerta sobre la constante violación de los derechos humanos fundamentales y universales. Porque la matanza indiscriminada de civiles en los conflictos bélicos a mano de drones militares es una realidad, algo diario que no se debe ni puede seguir ignorando.

El 16 de julio de 2014 cuatro niños de entre 9 y 11 años fueron asesinados con dos misiles disparados desde un dron del ejército israelí mientras jugaban al fútbol en una playa de Gaza. Yalla es un corto de ficción que recrea aquel momento, mientras en la realidad actualmente los familiares de los cuatro niños palestinos siguen luchando para reabrir la investigación, que fue cerrada por el fiscal general alegando que los niños fueron confundidos con milicianos de Hamás en una zona considerada objetivo militar.

"Queremos sensibilizar sobre la importancia de la defensa de los derechos de la infancia en los conflictos armados", apunta a infoLibre el director, Carlo D'Ursi, quien recuerda que la inspiración le encontró durante una misión humanitaria en Palestina en la que pudo conocer "muchas historias parecidas". "Esto es más común de lo que imaginamos", remarca.

En esta línea, el cineasta denuncia también los ataques con drones "suelen tener un margen mucho más amplio de impunidad porque no suelen estar identificados". Por eso, además, asegura que la repercusión de su cinta es una "ocasión única" de poner el foco mediático sobre una "problemática que es crucial visibilizar" y que, "desgraciadamente", ocurre en Palestina, Yemen, Pakistán y "otros muchos países".

Es un corto, por tanto, que va más allá de la pura estética cinematográfica para adentrarse con crudeza en el ámbito de lo social y de denuncia. Porque, por mucho que los chavales que están jugando al fútbol gritan "yalla!", la agonía se apodera de las víctimas sin tiempo para la huida del desenlace fatal. 

El director de comunicación de Amnistía Internacional España, Miguel Ángel Calderón, lamenta en conversación con infoLibre que los gobiernos se resistan a desvelar las operaciones con drones de combate "e identificar a sus responsables, incluso cuando han causado víctimas civiles", de modo que, a su juicio, "sin duda se puede hablar de una forma de matar con impunidad".

En muchas ocasiones, las víctimas de este tipo de ataques quedan en una absoluta indefensión y jamás reciben reparación. Por eso es relevante que precisamente estos días el Tribunal Supremo de Israel revisa por primera vez el archivo de las diligencias en torno al asesinato de los cuatro niños de la playa de Gaza. El empuje de los familiares y de las ONGs de la zona ha sido clave para desvelar las contradicciones de los informes militares.

"El problema del uso de drones como armas de combate en la actualidad es la total falta de transparencia con la que operan, que permite ocultar ataques ilegítimos con total impunidad, dejando a las víctimas civiles en una total indefensión, ya que con frecuencia los gobiernos niegan u ocultan los ataques", explica el portavoz de Amnistía Internacional España.

Este ocultismo dificulta saber con exactitud el número de personas muertas por ataques de drones en todo el mundo. A pesar de ello, Amnistía Internacional sí pudo documentar, por ejemplo, que sólo en 2010 hubo en Pakistán más de 950 personas muertas por ataques de drones, y que cerca de un 20% de las víctimas de ataques con drones en todo el mundo son civiles. "Datos que pueden ayudar a percibir la dimensión del problema", plantea Calderón.

Los drones se usan en muchos lugares en el mundo en la actualidad. No sólo en conflictos armados, sino también en todo tipo de misiones de inteligencia, vigilancia o reconocimiento. En el periodo 2020-2021, Amnistía Internacional ha documentado más de cincuenta ataques con drones en Somalia por parte de Estados Unidos y ataques en Libia por parte de Emiratos Árabes Unidos que han afectado a población civil. Y en los últimos años se han podido documentar ataques de drones en Pakistán, en Afganistán, en Territorios Palestinos Ocupados o en Yemen

"Amplio margen de error"

Los drones militares son aviones no tripulados que son armados para poder ejecutar operaciones quirúrgicas, pero que tienen un "amplio margen de error", tal y como ha quedado demostrado y resalta D'Ursi. "De momento son semiautomáticos -dirigidos por operadores humanos que toman las decisiones finales-, pero la evolución de la inteligencia artificial abre puertas a una completa automatización", apunta, destacando acto seguido que por eso es "absolutamente necesario regular el uso y la transferencia de drones y sus piezas entre países para poder controlarlos".

En la misma dirección señala Calderón, quien remarca que las transferencias internacionales de drones y su tecnología deben ser sometidas a "estrictos controles de exportación, y su uso debe ser cuidadosamente supervisado". Y añade: "Los Estados deben ser transparentes sobre el uso que hagan de la fuerza letal. Esto incluye revelar públicamente la base legal que sostiene el uso de los drones, la responsabilidad operacional, los criterios de selección de objetivos, procedimientos para evitar muertes colaterales y la información sobre investigaciones. Todos los gobiernos deben prohibir la transferencia de drones, sus componentes o su tecnología cuando exista riesgo de que se usen para cometer violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, incluidos los crímenes de guerra y las ejecuciones extrajudiciales".

Calderón recuerda que cualquier ataque contra la población civil en conflictos armados va en contra de las leyes de la guerra internacionalmente reconocidas, y constituye una "violación de los derechos humanos". Por eso, reclama que las víctimas de los ataques aéreos ilegales, incluyendo la familia de víctimas de homicidios ilegítimos, "deben tener acceso efectivo a la verdad, la justicia y la reparación".

Amnistía Internacional pertenece a la coalición www.stopkillerrobots.org, que denuncia el desarrollo y uso de los robots asesinos, armas verdaderamente autónomas que, si no se impide a tiempo, tendrán capacidad de decisión sobre la vida o la muerte de seres humanos. Yalla es un peldaño más en la lucha por conseguir un mundo más justo ya que, como dice su director, "el cine tiene una gran capacidad para remover conciencias". Exactamente eso consigue este cortometraje.

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