Previsiones económicas, misión imposible en la era de la incertidumbre: nadie acierta desde la pandemia

Nadia Calviño, Isabel Rodríguez y María Jesús Montero, durante la presentación de los Presupuestos.

Hacer pronósticos económicos nunca ha sido fácil. La realidad acaba constatando que los organismos año tras año suelen desviarse más o menos de sus aproximaciones. Pero, desde que empezó la pandemia, esta tarea es más parecida a un acto de adivinación. La enorme cantidad de perturbaciones que ha sufrido la economía global desde principios de 2020 ha descolocado a economistas de todo pelaje ideológico y ha dificultado la labor de los Gobiernos de estimar sus propios ingresos y gastos. Este entorno complejo se ha visto agravado por la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Ahora el debate está centrado en cuánto va a crecer España en 2023 y los organismos lanzan sus cifras, muy dispares entre sí. Si atendemos a los pronósticos de años anteriores, la realidad es que prácticamente ninguno consigue atinar.

El Gobierno previó en julio que la economía española crecerá en 2023 un 2,1%. Este dato forma parte del llamado “cuadro de previsiones macroeconómicas”, un documento que acompaña cada año a los presupuestos generales del Estado. El rigor del pronóstico es clave, porque dependiendo del indicadores de crecimiento económico o empleo, así se prevén los ingresos que recaudará el Estado y que financiarán las partidas de gasto público e inversiones. Tras la aprobación de los presupuestos en Consejo de Ministros, varios organismos han corregido a la baja sus pronósticos, dando resultados dispares entre sí. De momento, todos son más pesimistas que el Gobierno: el Banco de España (1,4%), el FMI (1,2%), BBVA Research (1%) o este mismo martes, Funcas (0,7%). Hasta que no esté avanzado el próximo año, no se desprenderá quién se ha acercado más a vaticinar la realidad. 

Este martes también ha publicado sus datos la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), organismo que avala el cuadro macroeconómico del Gobierno para garantizar que sus previsiones para el próximo año son realistas. La Airef ha anunciado hoy un crecimiento del 1,5% en 2023, 0,6 puntos por debajo de lo previsto por el Gobierno. Cristina Herrero, la presidenta de la organización, ha comparecido este martes en el Congreso y ha afirmado que la Airef dudó en dar su aval a los presupuestos. Ha criticado “deficiencias en la calidad informativa” y ha mostrado dudas respecto al cuadro macroeconómico: “Parte de unas previsiones de ingresos del cierre de 2022 que no son realistas”.

Los organismos que han ido un poco más allá y arrojan una previsión de 2024, consideran que la recuperación se consolidará ese año. España, que es el único país de la Unión Europea que aún no ha recuperado el nivel de PIB previo a la pandemia, lo conseguiría en dos años. En este sentido, el Banco de España prevé un crecimiento de la economía española en 2024 del 2,9% (frente al 2,5% que estimaba en junio). La Airef pronostica un 2,7%.    

Nadie podía prever una guerra en Ucrania

Si atendemos a las previsiones económicas que hacían los organismos por estas fechas el año pasado, ninguno podía prever la gran perturbación en la contabilidad nacional que ha supuesto la invasión rusa de Ucrania. En poco tiempo han sido muchos factores que han tenido un gran impacto en la economía española, que todavía estaba en pleno proceso de recuperación de la pandemia, como la inflación, la subida de tipos de interés, la depreciación del euro o la financiación de las ayudas extraordinarias. “Las previsiones suelen acertar cuando la economía actúa de forma inercial”, explica a infoLibre Oriol Amat, catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universitat Pompeu Fabra, institución de la que es rector. “Cuando se producen cambios disruptivos como la crisis de 2008, el COVID o la guerra, todas las previsiones fallan. Estamos en una época de certezas bajísimas”, explica. 

El catedrático recomienda a los organismos privados que, en este tipo de situaciones extraordinarias, manejarse con tres presupuestos: “Dos o tres escenarios, más o menos optimistas sobre los que ir moviéndose a lo largo del año”. Esto no es posible en un organismo público. La importancia de las previsiones económicas radican en la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado. El mencionado cuadro de las previsiones macroeconómicas se suele elaborar en julio, por lo que debe atinar con un año y medio de distancia cómo estará el país en diciembre del siguiente año. Esto es en términos de crecimiento económico, comercio exterior, consumo, inversiones o empleo, entre otros. 

“En el momento actual que estamos, el Estado debería manejar un presupuesto que contemple que puede ser que la guerra no se acabe en seguida, o que las materias rimas les costará bajar de precio… El Gobierno no puede considerar un escenario muy optimista, aunque tampoco uno muy pesimista, en el que Putin aprieta el botón nuclear”, ironiza Oriol Amat. La invasión rusa de Ucrania se llevó por delante las previsiones económicas de todos los organismos. Si observamos, a fecha de septiembre de 2021, los pronósticos del PIB de 2022 se movían en una horquilla de entorno al 5,8% y el 7%. Ahora mismo, la previsión de mayor consenso está en torno al 4,2%

Ocurrió también el año anterior. En septiembre de 2020, la mayoría de organismos económicos preveían una recuperación más intensa de PIB del año siguiente. En septiembre de 2021, todas estas instituciones corrigieron a la baja, con una aproximación más realista, viendo cómo se estaba empezando a disparar el dato de inflación a nivel global, por las disrupciones provocadas por la pandemia y por el inicio de la escalada del gas, por las primeras tensiones entre Ucrania y Rusia. El dato final de 2021 quedó por debajo del pronóstico más pesimista: España creció un 5,5%.

Atendiendo a la previsión completa del Gobierno en julio de 2021 respecto a este año, previó que el PIB iba a crecer un 7%. Esto era antes de conocer que iba a iniciarse un conflicto bélico en la frontera europea. En septiembre de este año ha rebajado la previsión a un 4,4%, en línea con los de otros organismos del Estado. También quedó perjudicada la previsión de consumo privado (6,9% frente al 1,2% estimado ahora), y consumo público (1,5%, frente a la estimación actual negativa, de -1%). Sin embargo, no todo fue negativo. La coyuntura ha permitido a España exportar bastante más de lo previsto (dato estimado en 17,9%, frente a la previsión del 10,3% del año anterior). También ha mejorado el empleo. Este año se esperaba una tasa de paro del 14,1% y finalmente se espera que cierre en 12,2%. 

Las previsiones aciertan más cuando no hay perturbaciones

El catedrático Oriol Amat apunta que los Gobiernos suelen ser optimistas en sus previsiones, y añade que esto tiene por qué ser negativo: “La economía depende mucho de las sensaciones. Si un Gobierno piensa que la economía crecerá un 2%, si en lugar de decir un 2%, dice un 1%, esto influirá en el estado de ánimo de las personas. Si el Gobierno dice que nos hundimos, el consumo caerá, las familias no se comprarán el coche... Acabaría provocando que se hunda la economía. Es lo que se llama profecía autocumplida. Esa es la explicación: los Gobiernos tratan de infundir un estado de ánimo en la economía”, explica el catedrático. 

Desde 2010, la escuela de negocios ESADE registra las previsiones económicas de una gran variedad de organismos y empresas para constatar quién se acerca más a la realidad. Es lo que se llama Diana ESADE. Si atendemos al promedio de estas previsiones respecto al PIB real que finalmente resulta, hasta la pandemia hay cierta aproximación. Desde 2013, la diferencia entre lo estimado y el resultado es, como mucho, de un punto, y en muchas de las ocasiones de unas décimas. Sin embargo, una perturbación como la pandemia o la guerra lo descuadra todo. En 2020 la media de las previsiones pensaba que la economía española crecería un 1,9% y finalmente se contrajo un 11%. 

Amat, que publicó en septiembre un texto titulado El reto imposible de acertar haciendo previsiones económicas, recuerda que cuando empezó la pandemia, se hicieron múltiples previsiones de cómo impactaría el confinamiento en la economía española. “Las previsiones del PIB iban desde una caída del 8% hasta una del 65%, ¿cómo es posible una disparidad tan grande?”, se pregunta. El académico reflexiona que las previsiones tampoco atinaban a acertar durante la crisis financiera de 2008 o la del euro de 2013. 

Las previsiones no son verdades absolutas”, explica el rector de la Universitat Pompeu Fabra. “No se hacen solo para acertar, sino como instrumentos de gestión. El futuro nadie lo conoce. No sabemos si dentro de dos semanas lloverá o no. Si llueve, habrá sectores económicos que saldrán beneficiados y otros perjudicados. Vienen bien para comparar, como punto de referencia sobre el que ir tomando decisiones”, concluye Oriol Amat.

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